La lucha que se gana siempre

Por Eva Grueso

Un enfermo de cáncer siempre gana. Sus ganas de vivir le hacen luchar con todo el coraje del mundo y, además, acompañado por los que más le quieren. Eso es ganar. Vivir, luchar, aprovechar cada minuto al máximo, saber reconocer lo importante de lo que no lo es tanto. Eso es ganar. Porque no se vive una vez, se vive todos los días. Y morir, eso sí que ocurre una sola vez y nos pasará a todos. ¿Qué más da cuándo y cómo? Lo importante es vivir bien, vivir felices, vivir con ganas, dure lo que dure.

La AECC de Guadalajara organiza actos solidarios con frecuencia.

Creo que todos tenemos a algún familiar o amigo que tiene o ha tenido cáncer. Maldita enfermedad, qué miedo da ese diagnóstico, qué incómodo es escribir esa palabra. Pero es una realidad que, por desgracia, se ha visto perjudicada por la pandemia. En 2020 conseguir una cita con el médico de cabecera era casi imposible, y contar tus síntomas por teléfono podría ser cualquier cosa. Así que mucha gente ha llegado tarde al diagnóstico, lo que les ha complicado esa lucha contra la enfermedad. Pero febrero es un mes para reivindicar que eso no vuelva a ocurrir. Que no se deje de lado una enfermedad tan puñetera porque sus enfermos otra cosa no, pero ganas de vivir, pero de vivir bien, aprovechando cada momento, le ponen al máximo.

El día 4 de febrero se celebra la lucha contra el cáncer, contra todos los tipos de cáncer. Y ayer, el 15 de febrero es el día de la lucha contra el cáncer infantil. Que se dice pronto, pero madre mía recibir semejante noticia. Tu hijo tiene cáncer. Se me pone la piel de gallina. En ese momento empieza la lucha, se empieza a ganar. Y además de contar con la comunidad médica para librarte de la enfermedad, también está la comunidad de gente que de forma totalmente altruista y por puro amor se vuelcan con enfermos y familiares. Y no hay más que echar un vistazo a las redes sociales para comprobar las ganas de luchar, de vivir y de ganar que tienen. La Asociación Española Contra el Cáncer, para empezar, con sede en cada provincia, con iniciativas para recaudar fondos que ayuden a mejorar la investigación y contando con entidades públicas y privadas que la apoyan.

Pero también hay asociaciones más pequeñas, que pretender llenar un hueco que no siempre es fácil de completar. Hablo de Proyecto Yunquera. Hace un año que les conocí y no pude quedar más impresionada. Se trata de una asociación provincial que busca ayudar a las pacientes que han superado un cáncer de mama. Porque el apoyo es innegable cuando uno está enfermo y recibir el alta médica, escuchar por fin esas palabras: estás curada, cierra una lucha, la más importante desde luego, pero hay más allá. Las secuelas del cáncer de mama además de físicas, también son psicológicas. Por lo que este grupo de cuatro personas decidieron unirse para dar terapia allí donde la seguridad social no llegaba: fisioterapia, marcha nórdica y, lo que más me impresionó, micropigmentación. La reconstrucción del pecho no conlleva que te puedan poner de nuevo el pezón, así que desde Proyecto Yunquera cuentan con una profesional, Berta, que se encarga de dar forma a esos pezones que han desaparecido.

Lo parece, pero no es real, es micropigmentación, de Berta Valenciano.

Claro que para ello hacen falta fondos, así que cuando veo que han triunfado en sus eventos (como la cena de Navidad) o han firmado otros convenios, me imagino una sonrisa. La de esa mujer que no ha ganado una vez, sino dos veces. Solo puedo decir gracias. Gracias por existir, por ser tan generosas, por saber rellenar ese hueco que tanta falta hace y, sobre todo, por hacerlo desde el amor. El máximo respeto, la máxima comprensión que reciben las mujeres que llegan hasta allí hace que cada día crezcan más. Ojalá hubiera un Proyecto Yunquera en cada ciudad. Hacéis mucha falta. Con vosotras, todos ganamos. Siempre.

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