Convivir con la Covid

Por Sonsoles Fernández Day

Después de dos intensos años de pandemia, aunque el vaivén informativo, algún que otro susto de la naturaleza y varios merecidos períodos de vacaciones nos ayudaron a olvidarla de vez en cuando, nunca hubiéramos imaginado que los últimos coletazos del covid, o de la covid, como más les guste, se producirían habiendo una incidencia en España de 515 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. La vigilada y odiosa incidencia acumulada, que ha abierto tantos informativos y que nos ha complicado la vida en tantas ocasiones, ha perdido de repente la importancia que merecía hace tan solo unas semanas y, en un nivel en el que hubiera supuesto restricciones porque antes sería nivel de riesgo extremo, pasa a ser mera información, casi casi, de relleno. Como el precio de la luz, tantos días batiendo récords que ya ni nos sorprende. Aunque a mí me sigue brotando un improperio al escuchar la noticia y, seguro que, a más de uno, al recibir la factura.

El 1 de marzo de 2020 ingresaba en el Hospital de Guadalajara el primer enfermo de coronavirus. ‘Con sospecha de infección por coronavirus’ decía el informe y, después de describir los síntomas y pasar por su correspondiente análisis, el varón de 62 años daba positivo. Dos años y seis olas después en el hospital hay 45 pacientes ingresados por covid, 38 en planta y 7 en UCI. Es el número suficiente de enfermos como para darle la importancia debida, pero cansados ya del tema coronavirus, dejamos de prestarle atención. Si el ciudadano de a pie está cansado del tema, imaginen cómo deben estar médicos, enfermeras y demás personal sanitario. Exhaustos. Hay que ser de una pasta especial para seguir ahí dando el callo durante dos años. Y lo demuestran cada día.

La semana pasada se eliminaban todas las restricciones por la pandemia en Reino Unido. El plan del primer ministro británico, Boris Johnson, Living with Covid, (‘Convivir con la Covid’), acaba con el aislamiento obligatorio de los positivos. Para Boris Johnson es el momento de pasar de las restricciones gubernamentales a una fase en la que los ciudadanos ejerzan la responsabilidad personal. ‘Aprendamos a vivir con este virus y sigamos protegiéndonos a nosotros mismos y a los demás sin restringir nuestras libertades’, dijo el primer ministro. No es el mejor ejemplo de responsabilidad, el señor Boris Johnson, living with covid and a bottle of wine in Downing Street

Las voces en contra lo han calificado de prematuro e irresponsable y de dejar al país vulnerable a nuevas variantes virales. Probablemente, con las medidas que se vayan tomando o abandonando ocurrirá lo mismo que pasó al principio de la pandemia. Cada país aprenderá de los aciertos y los errores que vaya cometiendo, porque nadie sabe lo que va a ocurrir.

Los expertos epidemiólogos saben con seguridad que el SARS-CoV-2 seguirá mutando, porque eso es lo que hacen los virus. Pero nadie sabe en qué dirección lo va a hacer ni cómo va a evolucionar la situación en los próximos meses. La Organización Mundial de la Salud considera que la variante ómicron del coronavirus ha dado paso a una nueva fase de la pandemia. Se espera que en marzo el 60% de los europeos se hayan contagiado por lo que habríamos llegado a la esperada inmunidad general. Gracias a las vacunas, a esta inmunidad y a la época del año que llega, podría haber un relax ‘un periodo de calma antes quizás del regreso de la covid-19 hacia fines de año, con la vuelta del frío y el invierno, pero no necesariamente el regreso de la pandemia’, ha dicho Hans Kluge, director general de la OMS para Europa. Tedros Adhanom, director general de la OMS, aseguraba que ‘vamos a vivir con la covid-19 en el futuro próximo’. Igualmente avisaba de que podemos poner fin al covid-19 como urgencia sanitaria mundial, pero ómicron no será la última variante, habrá más.

Tedros Adhanom ha pedido también ‘que no se ignoren las consecuencias de la covid persistente, que todavía no se conocen totalmente’, en referencia a las muchas personas que tras recuperarse de la enfermedad manifiestan múltiples problemas de salud.

Curiosamente, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha puesto en marcha desde el 1 de marzo en todos los hospitales de la región, una consulta de covid-19 persistente. Guadalajara ya debería tener la suya. Los pacientes serán derivados desde los centros de salud y los servicios de Medicina Interna serán los encargados de gestionarlo. Las secuelas más comunes del covid son la fatiga, los síntomas neurológicos y neuro-cognitivos, la afectación pulmonar y la salud mental. El objetivo de estas consultas es mejorar la calidad de vida del paciente, como es lógico. Y, como dice Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, ‘lo hemos pasado muy mal y cuando pase todo seguirá siendo necesario atender a mucha gente con consecuencias. Por ello, habrá una unidad residencial que vigilará a aquellos que se han seguido quedando con algún tipo de problema o resquemor’. Es como un padre, Emiliano.

Los informativos están hoy en día dedicados un noventa por cien a la guerra en Ucrania y sorprende ver la ausencia de mascarillas entre los refugiados y aquellos que los reciben. Nadie le exigiría una mascarilla a un voluntario sirviendo comida en la frontera a los más necesitados. Hace unos días el tenista Novak Djokovic escandalizaba al mundo entero por su negativa a vacunarse, hecho que le impedía jugar el Open de Australia. ¿Algún país ha cuestionado si están o no vacunados los ucranianos que han tenido que huir de su casa con lo puesto y buscan otro que les acoja? ¿Acaso les pedirían una PCR negativa antes de dejarles pasar? Sería inhumano.

No ha sido ómicron la que ha acabado con la pandemia. Ha sido la guerra en Europa. Y el miedo a que el futuro esté en manos de un psicópata.

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