Francisco Sobrino, el escultor vanguardista de Guadalajara

Por Sonia Jodra

Francisco Sobrino es un reconocido escultor del siglo XX que nació en Guadalajara y como guadalajareño ejerció siempre. El Museo municipal que se sitúa en la Cuesta del Matadero lleva su nombre desde 2015 y en su interior se rinde homenaje a este gran artista que se definía a sí mismo como “un alquimista”. En estos días puede visitarse en el Museo una muestra destinada a interpretar la escultura del autor colocada en la primera entrada de acceso a Guadalajara desde la Autovía. Denominada “relaciones”, se ha convertido ya en el abrazo con el que la ciudad recibe a todo el que llega desde Madrid, de donde nos viene todo lo bueno y todo lo malo que ocurre en esta ciudad.

La trayectoria de Francisco Sobrino aún no cuenta con el suficiente reconocimiento entre los guadalajareños que tal vez desconocen la verdadera trascendencia de la figura de este genial artista durante los movimientos de vanguardia que surgieron en Europa cuando España aún dormía en la pesadilla de la Dictadura, allá por los años 60. Tras regresar de Argentina, donde había emigrado con su familia, Francisco Sobrino se trasladó a París donde fundó el Groupe de Recherche d’Art VisuelGRAV (Grupo de Investigación del Arte Visual), con Julio Le Parc, François Morellet, Jöel Stein, Yvaral (Jean-Pierre Vasarely), y Horacio García Rossi. Sobrino llegó a exponer en solitario en la Op-art Galerie de la localidad alemana de Esslingen  y en la Galería Denise René en sus salas de París y de Nueva York. Ya en la década de los 70, una de sus esculturas es incorporada al Museo de Arte Público del Paseo de la Castellana de Madrid, y se instala en una plaza de Santa Cruz de Tenerife el móvil Libre dans le Vent (Libre en el Viento). El 6 de mayo de 1975 fue inaugura en la Galería PROPAC la muestra retrospectiva “Sobrino, 1958-1974”. En 1979, Francisco Sobrino se encarga del proyecto arquitectónico de la sucursal del Banco Exterior de España en Guadalajara: Banca Cinética.

Son solo algunas pinceladas de la espectacular trayectoria de este artista, cuya obra invadió las calles y plazas de Guadalajara entre finales de 1998 y principios de 1999, cuando la ciudad comenzó a entender la deuda que tenía con este creador cuya obra quedará eternamente ligada con Guadalajara.

Francisco Sobrino falleció en 2014. Hasta entonces, había regalado charlas amables, entrevistas profundas y conferencias magistrales a muchos de lo que descubrimos la trascendencia de su obra y su personalidad arrolladora en aquellos años en los que Guadalajara supo por fin rendirse a la grandiosidad del artista.

En Guadalajara constituyó todo un acontecimiento la instalación de la obra “Relaciones”, junto a la Autovía. Fue en 1989 y el procedimiento consistía en meter de uno en uno en un eje cada uno de los módulos que integran la obra. Tiene una altura de 20 metros y desde entonces el paso del tiempo había oxidado parte de la escultura. Por ello, estos últimos meses se ha procedido a intervenir en las partes que más habían sufrido el paso del tiempo y durante algo menos de dos meses hemos visto la escultura cubierta de andamios mientras se llevaban a cabo los trabajos de restauración. El resultado, a juzgar a simple vista, es que la intervención ha devuelto el esplendor perdido a la escultura.

Esta escultura es el objeto central de la exposición que estos días puede verse en el Museo Francisco sobrino. Comisariada por la hija del escultor, Celia Sobrino, la muestra recupera parte del proceso creativo que siguió el artista hasta ver finalizada esta magnífica escultura que ya es imagen para siempre de la ciudad que le vio nacer. La exposición permanecerá en el Museo hasta el próximo 19 de junio.

“Con Francisco Sobrino y sus esculturas autoenergéticas, el arte alienta esperanzas respecto a la energía solar. El escultor español Francisco Sobrino, uno de los más cualificados impulsores de la expresión cinética, ha elaborado un proyecto que permite la incorporación de aquella fuerza a la obra plástica, aliándose la estética y la eficacia en lo que él denomina esculturas autoenergéticas”. Estas palabras del crítico Miguel Logroño en una reseña de Diario 16 de 1980 resume el carácter innovador, experimental y creador que impregna toda la obra de Francisco Sobrino. Todo un orgullo y una inspiración para esta ciudad en la que recibimos a quienes nos visitan con una de sus obras más significativas.

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