Caraca, entre agua y esparto (I)

Por Gloria Magro.

Con el fin de agosto se da por terminada la temporada anual de excavaciones arqueológicas en Caraca, la ciudad romana sobre el río Tajo descubierta en 2016 y donde el uso novedoso de la tecnología de geolocalización está reescribiendo la Historia. El yacimiento ha recibido este verano los primeros grupos de visitantes y el ayuntamiento de Driebes prepara una ruta senderista por la zona para éste otoño. Será Caraca entre agua y esparto.

La campaña anual en Caraca de este verano se ha centrado en una necrópolis visigoda que los investigadores estiman albergue más de trescientas tumbas y bajo la cual han encontrado restos de lo que podría ser un asentamiento anterior. Acabado el trabajo de campo hasta el próximo año, los siguientes descubrimientos se harán en el laboratorio, donde un equipo multidisciplinar procesará lo hallado en estas tres semanas por los arqueólogos.

El Tajo discurre sinuoso más allá de Driebes (361 hab.), entre olivares y campos de cultivo y espartales, bajo un sol de justicia en una mañana de finales de agosto. Sobre estas tierras, desde lo alto de una meseta castellana, se domina un paisaje inmemorial en el que la presencia de asentamientos humanos se rastrea hasta el Neolítico. Bajo los pies, apenas sepultada por el rastrojo, se oculta Caraca, la olvidada ciudad romana que los arqueólogos liderados por Javier Fernández Ortea y Emilio Gamo Pazos se afanan por perimetrar verano tras verano mediante el uso del georradar y de drones. La tecnología actual permite afinar con precisión el objetivo de cada campaña y maximizar el exiguo presupuesto con el que cuentan, cuya mayor partida son los 25 mil euros que este año ha aportado la Diputación Provincial de Guadalajara.

Dada la dificultad de seguir excavando en las siete hectáreas de la planicie superior donde se localizaría el núcleo central de Caraca, y donde los investigadores ya han ubicado la mayoría de sus edificios públicos, debido a que se trata de una propiedad a día de hoy privada, los trabajados de 2022 se han traslado a la Ermita Nueva, a pie de la ribera del Tajo y a escasos metros de donde en 1945 las obras de construcción del Canal de Estremera sacaron a la luz el llamado Tesoro de Driebes, más de catorce kilos de monedas de plata que se pueden ver en el Museo Arqueológico de Madrid.

No es un tesoro lo que se ha descubierto este año sino una necrópolis visigoda bajo la cual los arqueólogos creen que se ubica un asentamiento anterior de artesanos, algo que en los próximos meses se tratará de certificar en el laboratorio a partir de los restos hallados. Además de la necrópolis, en esta campaña se ha avanzado en el descubrimiento de un tramo más del acueducto que suministraba agua a la antigua ciudad romana y cuya existencia atestiguaban informantes locales.

A Caraca se llega desde Driebes por un camino rural sin asfaltar que conecta al visitante con la idea romántica que se tiene de la arqueología como disciplina de campo. Dejando atrás la necrópolis, a la meseta superior se accede con dificultad por la antigua calzada romana, aún hoy visible, jalonada por sillares procedentes de las antiguas construcciones y que caídos sobre la pendiente dificultan el camino. Los ojos expertos del alcalde, Javier Bachiller, romanista entusiasta, van localizando y datando restos de loza según ascendemos. Los trabajos en Caraca progresan gracias al impulso de éste edil, respaldado por su equipo -todos los concejales pertenecen al mismo partido, el PSOE- y un pueblo que apuesta su futuro a los réditos turísticos que les pueda proporcionar su descubrimiento.

Una vez arriba en el yacimiento, la vista es espectacular. La ciudad en su tramo urbano ocuparía unas siete hectáreas, en el paraje conocido como la Ermita Vieja de la Virgen de la Muela, construida en el s.XVI con materiales de aprovechamiento provenientes del yacimiento, como columnas y sillares, pero su perímetro amplio urbanizado iría mucho más allá. Aquí vivieron los carpetanos, el pueblo bárbaro que ocupaba la Celtiberia pre romana. Los trabajos de las cinco campañas hasta la fecha en el entorno de Caraca han permitido que se localicen restos asociados con el asedio de la ciudad por el general romano Quinto Sertorio, hacia el año 77 a.C.

Y también han permitido reescribir la Historia, como han recogido medios internacionales tan prestigiosos como la revista National Geographic. A tenor de lo descubierto por el equipo multidisciplinar por estos meandros del Tajo bajo Caraca cruzó el general cartaginés Aníbal el Tajo con sus elefantes. Y es aquí, en este punto entre Driebes e Illana, donde se produjo la famosa batalla contra los carpetanos cuya audaz estrategia militar plasmaron los autores clásicos en sus textos. La localización privilegiada de estos parajes es la clave sobre la que los arqueólogos cimentan sus descubrimientos en un palimpsesto histórico en el que las huellas de civilizaciones sucesivas van apareciendo a golpe de pico y pala.

Es fácil perderse en las explicaciones de Javier Bachiller y visualizar a Aníbal cruzando el río en el año 220 a.C. por el punto justo donde señala, así como ubicar al otro lado del río, en Illana, el campamento militar. Un recorrido por los distintos edificios ya localizados representa un viaje en el tiempo. Pese a lo incipiente de las excavaciones, en Caraca es posible sumergirse figuradamente en las termas que se excavaron en la campaña de 2018 y que se conservan en un estado asombroso más de dos mil años después de que alguien se bañara en ellas por última vez, y también visitar con la imaginación una antigua taberna donde aún puede leerse «AVE», la pintada gamberra que un romano tal vez beodo escribió en sus paredes. Visualizar un entorno romano urbanizado donde hoy solo hay olivares y un secarral alcarreño de finales de verano sería clave para el desarrollo turístico de la comarca. Para llegar a eso aún queda mucho camino por recorrer en este pequeño pueblo cercano a Mondéjar (2745 hab.) estratégicamente situado en la intersección de la antigua Vía Carpetana que unía Tarraco con Cartago Nova.

Hoy es la última jornada y los arqueólogos junto con más de una docena de trabajadores locales y estudiantes universitarios continúan extrayendo los últimos huesos de una tumba visigoda. El sol cae de plano mientras se embolsa el cráneo de una niña o niño de entre 9 y 12 años, la datación se hará posteriormente en el laboratorio, explican. Unos metros más allá se encuentran restos humanos revueltos que algún ladrón de tumbas o tal vez simples cazadores dejaron atrás. Las fosas pertenecen a distintos periodos y a simple vista aparecen piedras talladas, sílex, que remiten al paso de cazadores-recolectores en un tiempo remoto.

Junto al perímetro de la excavación ya se encuentran apilados los sacos de grava con el que se cubrirá todo, al igual que se hizo en las campañas anteriores, y que permitirá preservarlo. Y también que los futuros visitantes lo ubiquen. El alcalde quiere que el público pueda acceder a este lugar y de hecho, este mes de agosto ya han llegado los primeros visitantes y han tenido lugar jornadas de puertas abiertas. Entre ellos, la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara, que apoya el proyecto, al igual de los ayuntamientos de Illana (776 hab.) y Brea. Se da la circunstancia de que la Asociación de Mujeres de Brea de Tajo (500 hab.) repartió 120 millones de euros en la Lotería de Navidad de 2016 y en los últimos años han colaborado desinteresadamente financiando las excavaciones. Otro de los benefactores de Caraca es ADASUR, la Asociación para el Desarrollo Local de la Alcarria Sur de Guadalajara que agrupa a 35 municipios en el entorno de Mondéjar.

A tenor del avance de los trabajos, limitado a dos o tres semanas por campaña, en Caraca queda todo por hacer. El presupuestos actual con el que cuentan, no permite más. Para su alcalde, Javier Bachiller, es insuficiente. Y para Driebes y su entorno, también, por eso se afanan en sacar adelante proyectos que mantengan el interés en la localidad. El primero, una ruta senderista entre el río y los campos de esparto, de cultivo inmemorial en la zona, para la que ya han delimitado el trazado y que presentarán próximamente bajo el epígrafe Caraca, entre agua y esparto. El ayuntamiento de Driebes también tiene previsto colocar paneles explicativos que atraigan visitantes. Y mientras tanto, siguen presionando para obtener financiación pública y privada por todos los medios a su alcance.

Más allá de estas tierras, Recópolis, en la vecina Zorita de los Canes, y Segóbriga, en Cuenca, serían el modelo a seguir, ciudades excavadas que en los últimos años han puesto a sus localidades en el mapa y que obtienen retorno económico y prosperidad para los pueblos de su entorno. Más sobre Caraca y el futuro de las comarcas del sur de la provincia de Guadalajara la próxima semana en El Hexágono de Guadalajara.

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