Pensar en ecológico, pensar en futuro

Por Ana Belén Gutiérrez Puente

“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero”, este proverbio indio en el que nos advertían que el petróleo no se puede comer, representa una declaración profunda sobre el medio ambiente y que ha sido utilizada por muchos grupos ecologistas hasta hoy. Esta afirmación está incluida en la carta que envió en 1855 el jefe indio Seatle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce.

Y es que los indígenas estaban muy unidos a la tierra pero no conocían su propiedad. Muchos años han pasado desde esta declaración, aunque al mismo tiempo, sigue siendo tan actual como que deberíamos volver a revisarla. Los seres humanos, no somos los dueños de la tierra, ella no nos pertenece sino que nosotros pertenecemos a ella. Esta es capaz de otorgarnos todo lo que necesitamos, a través de sus elementos y los alimentos que nos aportan la salud. Todo lo demás es una invención de un sistema que necesita crear valores del deseo para un consumo que nunca es jamás satisfecho. Todo lo demás es un egoísmo de verse en el centro del universo creyendo que todos los recursos son y serán para siempre ilimitados.

El monocultivo hizo que cambiaran de manera radical las formas de plantío pero el tener que pagar por todo es algo que vino más tarde con el modelo mercantil que prima al económico por encima de cualquier sistema. Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, dijo una vez: «la única ecología que me parece que vale la pena es una ecología en comunicación con la naturaleza», ya que la conexión con ella nos hará comprender mejor las cosas del entorno donde nos encontramos y sabremos guiarnos por las sensaciones y pensamientos que nos dicta nuestro propio cuerpo.

Y es que la industria del miedo, como el mismo autor la denomina, está continuamente alarmando de todos los peligros en los que nos vemos inmersos; como el efecto invernadero, los problemas de la calidad del aire, la falta de calidad en el suelo y un sinfín de causas que provocan este cambio climático. Galeano también recitó: «quien no está  preso de la necesidad, está preso del miedo; unos no  duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen».

En la sociedad alcarreña también vemos los efectos de está falta de consciencia que la civilización ha implantado desde el aumento del consumo. Los ancestros trabajaban de manera conectada con esa naturaleza y sin embargo, no poseían tantos bienes materiales como en la actualidad. En nuestra provincia podemos ver los cambios más trascendentales con el traspaso de la sociedad del campo a la ciudad y es digo de observación que en Guadalajara, en la época de posguerra, se dedicaban a la ganadería y a la agricultura mucho más que ahora.

En su agricultura dedicaban más espacio a  la cebada y al trigo, primero para autoconsumo y luego para la venta, y estas especialidades aumentaron con el cultivo del girasol o la lavanda. Además la ganadería vive una situación crítica, puesto que nuestros mayores han dejado estos oficios y ya desde hace un año se intentan potenciar las marcas de calidad de la carne ligadas a la provincia, como la Ternera de la Sierra y el Cordero de la Alcarria, para que sean valoriza das.

De cualquier forma, debemos de sentirnos afortunados por nacer en este territorio, del cual hacemos parte pero no somos dueños y que a pesar de pertenecer a la España vaciada, todavía conserva parajes especiales y parques naturales que son una gran reserva protegida, un importante tesoro, como el de la Sierra Norte, que incluye el Hayedo de la Tejera Negra, el del Alto Tajo y el del cañón del río Dulce.
La energia y su consumo por tanto también influyen en esta sociedad basada en la naturaleza y de cambios; el consumo de energía eléctrica está a la orden del dia por el elevado coste del precio en la factura de la luz. Desde el pasado mes de agosto el Ayuntamiento de Guadalajara viene aplicando el Decreto Estatal que introduce las medidas para el ahorro por la guerra de Ucrania. Además, se consiguió que para este nuevo curso escolar sean ya siete colegios públicos que puedan obtar por una climatización basada en la utilización de energías limpias relacionadas con la red  de biomasa. Esta medida se llevará a cabo en otros edificios públicos y vendrá a completar a otras medidas para el abandono del consumo en gas o gasoil.

En un tiempo en el que el diesel se dispara a su máximo en tres meses y roza de nuevo los dos euros, por lo que vuelve a costar mucho llenar el deposito. En un momento en el que parece que la sociedad, al tenerlo normalizado, ya no dice nada. Seguiremos resistiendo para que el respeto a la naturaleza y a lo ecológico, no forme parte del miedo ni del consumo, sino de lo necesario para seguir viviendo en un terreno de respeto y paz.

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