Leguineche, el hombre que trajo el verano a La Alcarria

Por Sonia Jodra

Se inició en el periodismo con Miguel Delibes, vendió píldoras para ganarse la vida en la otra punta del mundo, siempre estuvo del lado de los débiles y conoció la realidad a través de lo que le contaban taxistas y peluqueros. Uno de los mejores periodistas españoles de la segunda mitad del siglo XX llegó a La Alcarria atraído por su silencio y aquí se quedó para disfrutar de los amigos, del mus, de la vista del cerro de Hita en el horizonte y de la conversación de Jesús “El Jardinero”. Los periodistas Pedro Aguilar y Raúl Conde se han sumergido en sus cuadernos de notas, sus recortes de prensa y su biblioteca para preservar la memoria de quien ya es considerado “unidad de medida” en el periodismo.

Poco tuvo que conocer de la vida de Antonio Barón para saber que allí había una historia que contar. Con paciencia y perseverancia pasó más de un mes ganándose la confianza de aquel hombre que perdió la guerra, sobrevivió en Mauthaussen y ahora contaba tormentas en la selva boliviana. No dudó en volver allí para seguir escuchando todo lo que necesitaba saber para escribir “El precio del paraíso”. Porque él sabía que las grandes historias merecen ser contadas, pero bien contadas. Y para contarlas bien hay que documentarse, hay que empaparse, pisar barro y escuchar, escuchar con atención a todas esas personas que convirtió en eventuales protagonistas de la historia. “Cuenta lo que veas, que ya se encargará la historia de decir lo que pasó”.

Ayer Pedro Aguilar y Raúl Conde cerraron el ciclo de conferencias con el que han recorrido la provincia para mostrar la exposición en la que han intentado recopilar la inabarcable trayectoria periodística del “jefe de la tribu”. Maestro de reporteros, pionero en el libro-reportaje, fue autor del primer best seller de nuestro país, “Los topos”, que escribió con Jesús Torbado e inauguró esa memoria histórica antes incluso de que se creara el término. Fotos dando la vuelta al mundo, con guerrilleros sandinistas en Nicaragua o entrevistando a los más grandes -Kapuściński, Oriana Fallaci- constituyen la memoria visual de este hombre que eligió La Alcarria para vivir, “me alejo de Euskadi para estar más cerca”. En Brihuega, la capital del silencio, su casa ha sido testigo de celebraciones con periodistas, políticos y gente humilde de la comarca, que dan buena cuenta del respeto y la admiración que Leguineche tenía por la gente de campo.

La Casa de Gramáticos de Brihuega sigue esperando que la iniciativa institucional sea capaz de convertir el espacio en el que escribió más de la mitad de sus libros en un lugar de peregrinaje para las futuras, actuales y viejas generaciones de periodistas. Porque como dijo Iñaki Gabilondo, “Manu Leguineche es unidad de medida en el periodismo”. Otro de los grandes, Gervasio Sánchez, asegura que cuando se enfrentaba a una situación profesional complicada siempre sabía qué hacer preguntándose: ¿qué haría Manu? Esa pregunta ha de ser la brújula para quienes ejercen el oficio de contar lo que pasa. ¿Publicaría esta crónica Manu Leguineche?, ¿firmaría este artículo?

En Guadalajara Manu encontró “la felicidad de la tierra”, título de uno de los libros más hermosos que alguien ha dedicado a esta provincia. Pero no sólo palabras dedicó a Guadalajara. La instalación del museo del Viaje a La Alcarria en la torre del homenaje del castillo de Torija, la oposición a la macro cárcel y el impulso de la vida social y cultural en pueblos como Brihuega o Cañizar son algunos de los proyectos en los que se implicó durante sus años de residencia en Guadalajara. La Cátedra “Manu Leguineche” de Periodismo de la Universidad de Alcalá, el Premio Internacional de Periodismo que lleva su nombre, jornadas, medallas, reconocimientos… Todo para el hombre que nos contó las guerras en televisión sin convertirse en “héroe con alcachofa”. Calles, plazas, instalaciones llevan ya su nombre en diferentes municipios de la provincia y los grandes del periodismo saben que Guadalajara llevará para siempre el nombre de Manu Leguineche, una vitola que la pone en valor, la promociona y la impulsa. Porque Manu “era verano”.

Excelente el trabajo de Pedro Aguilar y Raúl Conde, dos de los periodistas que tuvieron la inmensa fortuna de compartir la vida con el “maestro”. Sólo esperamos que nos sigan contando todo lo que aprendieron de él, todo lo que compartieron con él, todo lo que disfrutaron con él. Las grandes historias o las pequeñas, esas que hablan de un kanguro avistado por un pastor en Cañizar.

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