Guadalajara a vista de pájaro. Evolución urbana 1934-2022

Por Antonio Miguel Trallero Sanz (*)

Vista aérea de la ciudad de Guadalajara. 1934. Archivo Histórico Provincial de Guadalajara

Dentro del Ciclo de Conferencias que se está celebrando en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, el próximo día 26 de enero voy a exponer cual ha sido la evolución urbana de nuestra ciudad desde 1934 hasta el momento actual.

La fecha que se toma como punto de partida corresponde a la del vuelo realizado para la obtención de la serie de fotografías aéreas verticales de la ciudad, recogidas en la Exposición Guadalajara, a vista de pájaro que, hasta el 31 de enero de 2023 podemos ver en el Archivo Histórico Provincial, unos documentos que nos muestran la imagen de Guadalajara en ese momento.

Realmente no se trata de una fecha importante en la evolución de la ciudad, aunque si lo es la etapa a la que pertenecen, me refiero al periodo que comprende la primera parte del siglo XX, los años que llegan hasta la Guerra Civil.

Lo que sucede en la ciudad en estos años es consecuencia de lo ocurrido principalmente a lo largo del siglo XIX. En ese momento Guadalajara estaba sumida en una gran crisis que empezó a gestarse en el siglo XVII. Ya en el XIX, la Guerra de la Independencia originó la destrucción de una parte importante de su caserío y el cierre de la Real Fábrica de Paños y con ella, la disminución, también importante, de su población. La reducción de los habitantes de la ciudad, junto con el laicismo propio del momento, también determinó una reducción importante de la función religiosa que en ella se desarrollaba y la pérdida de su carácter de ciudad conventual, algo que, como veremos, tuvo una importancia fundamental en su evolución urbana.

Por otro lado, en el siglo XIX se llevó a cabo una nueva división administrativa de España y Guadalajara quedó como capital de una de sus provincias, esto, junto con la mejora de las comunicaciones con otras ciudades, fueron los responsables de los profundos cambios que empezaros a experimentarse en nuestra ciudad.

En 1852 se proyectó, aunque no se finalizó hasta bastantes años después, la travesía urbana de la carretera general de Madrid a Zaragoza (en los planos de 1880 del IGE no se recoge) y en 1859 se inauguró la estación de Guadalajara de la nueva línea férrea entre Madrid y Zaragoza. Todo esto hizo que surgiesen nuevas necesidades en la ciudad y que se planteasen una serie de reformas y unos tímidos ensanches que no llegaron a realizarse en este siglo.

A finales del siglo XIX se proyectaron y aprobaron una serie de reformas interiores con las que se buscaba una nueva imagen de ciudad, una población más moderna, más acorde con su condición de capital de provincia, una transformación que además sirviera para revalorizarla, sin embargo, las que se hicieron y no de forma completa, se ejecutaron en el siglo XX.

La primera y más importante fue la de la calle Mayor Baja, que se realizó gracias al empeño personal del alcalde de la ciudad, Miguel Fluiters, una reforma que también contemplaba los encuentros con sus bocacalles y, en consecuencia, la reforma de éstas.

Esta reforma estuvo directamente vinculada con la perdida de varios edificios religiosos como la Iglesia de San Andrés, la antigua Iglesia parroquial de Santiago y el Convento de Santa Clara, así como del de la Piedad, que permitió la reforma de la antigua calle de Santa Clara (Teniente Figueroa), la de la Piedad (Juan Catalina) y en parte, la del Museo (Dr. Benito Hernando).

A la reforma de la calle Mayor baja le siguió la de la calle Mayor Alta, que ha llegado a nuestros días sin completarse, y el de la plaza Mayor de la que solamente se reformaron sus encuentros con la calle Mayor Baja y Alta y el frente de un edificio más.

Otra reforma interior importante fue la del entorno de la nueva Diputación Provincial, también vinculado con la desaparición del antiguo templo parroquial de San Ginés y la del Convento de Concepcionistas, ya que ésta se completó después de la Guerra Civil con la demolición de los restos que quedaron tras la contienda del Convento que, tras la desamortización de la congregación concepcionista y de ser destinado a otros usos, sirvió de convento a una comunidad de Padres Paúles.

En esta época parte del desarrollo urbano necesario para absorber el tímido crecimiento que experimentó Guadalajara con su nueva condición de capital de provincia, se hizo gracias a los espacios conseguidos tras la desaparición de una parte importante de sus conventos, como ocurrió con la Huerta del Carmen, cuya urbanización se comenzó en estos años.

También fue el momento en el que, apoyándose en las vías de comunicación, empezaron a desarrollarse nuevos barrios, como los que se crearon alrededor de las carreteras de Zaragoza y de Cuenca o alrededor de un nuevo eje, el del paseo de las Cruces que, con el paso de los años, se convirtió en uno de los más importantes de Guadalajara. Estos nuevos núcleos, a partir de ese momento y durante muchos años después, marcaron el desarrollo de la ciudad.

Además de estos barrios, también surgieron otros nuevos junto a la recién estrenada estación de Ferrocarril y en las proximidades de las nuevas industrias, como el barrio de Cobos cerca de La Hispano.

Los años que van desde 1940 hasta 1960 corresponden al periodo de la posguerra, en ellos la ciudad, como muchas otras españolas, sufre el declive originado por la contienda, y en él se aprecia el intervencionismo de la Administración para intentar paliar la carencia de viviendas y servicios originada por la guerra

En cuanto al desarrollo urbano propiamente dicho, se observa el crecimiento de los pequeños núcleos surgidos junto a los ejes de comunicaciones en la etapa anterior, especialmente en el de la calle del Amparo, además de consolidarse el nuevo eje de Las Cruces.

A partir de 1960 Guadalajara experimenta un gran desarrollo, quizás el más importante de su historia, un proceso en el que intervinieron de manera determinante tres factores fundamentales.

El primero y más importante surgió con la aprobación en 1959 del Plan de Descongestión de Madrid, un plan que fue aprobado para combatir el proceso de concentración económica en la capital. Este plan establecía Polígonos Industriales y Residenciales de Descongestión para reorientar el crecimiento de Madrid hacia su periferia y para ello, Guadalajara fue una de las poblaciones elegidas.

Por otro lado, el Plan de Modernización de la Red de Carreteras Españolas determinó la construcción de una variante de la N-II que influyo notablemente en el desarrollo y en la configuración de la ciudad.

Por último, en cumplimiento de lo establecido en la Ley del Suelo y Ordenación Urbana de 1956 se redactó el Plan General de Ordenación Urbana de Guadalajara, lo que se hizo teniendo en cuenta los dos factores anteriores.

La nueva variante de la Nacional II se trazó por el sur de Guadalajara siguiendo un arco de circunferencia con radio de aproximadamente dos kilómetros a contar desde el centro de la ciudad, un trazado que marcó de forma determinante su desarrollo.  Los terrenos situados al oeste del barranco de San Antonio, que todavía seguía siendo el límite de la ciudad, entre el río Henares y la nueva variante, fueron los elegidos para la ubicación del nuevo Polígono Residencial denominado “El Balconcillo”, aunque finalmente una pequeña parte, la franja más estrecha entre el rio y la variante, la situada más al oeste, fue destinada a Polígono Industrial.

Otra franja de terrenos situada al norte de la ciudad, junto a la vía férrea y la carretera de Tamajón, se destinó a polígono industrial, el Polígono del Henares.

A pesar de que se procedió a urbanizar todo el territorio del polígono residencial de El Balconcillo, su desarrollo se hizo por zonas y fases, sirviendo como “bolsa de suelo” para el desarrollo de la ciudad hasta los años noventa del siglo pasado.

El Polígono de El Balconcillo no fue el único desarrollo urbano importante de esta etapa. El trazado de la nueva variante también dejó una gran franja de terreno libre al sur de la ciudad.

Los suelos que se encontraban entre la nueva carretera y la zona situada entre el nuevo eje del Paseo de las Cruces y la calle del Amparo, donde se habían producido los desarrollos más importantes de etapas anteriores, constituyen el Plan Sur, un nuevo Sector que fue urbanizado tras aprobarse su planeamiento en el año 1963.Parq

También, en la margen derecha del rio Henares, en terrenos que habían pertenecido al antiguo Parque de Aeroestación de los Ingenieros Militares, se creó un nuevo núcleo, el barrio de Los Manantiales, cuyo planeamiento se aprobó en 1965. 

En cuanto a la ciudad histórica, el aumento de edificabilidad y el empleo de las nuevas tipologías edificatorias que permitía el Plan General, hizo que éste sufriera una gran transformación y que en gran medida perdiera su carácter, sus rasgos característicos que son consecuencia de su evolución histórica y que la diferenciaba de otras poblaciones.

Aunque en el año 1974 se aprobó una Revisión del Plan General, tras las primeras elecciones municipales, se planteó la necesidad aprobar una normativa transitoria y redactar una nueva Revisión y Reforma del Plan General de Ordenación Urbana de Guadalajara que fue aprobada en el año 1983, con la que se inicia una nueva etapa en el desarrollo urbano de Guadalajara.

Con este nuevo documento de planeamiento se pretendía completar, con algunas modificaciones, el modelo de ciudad recogido en el Plan anterior e intentar corregir alguno de los errores detectados en el desarrollo de alguno de los barrios de la ciudad.

En el “Casco Antiguo”, una zona que en gran medida coincide con la ciudad histórica, se redujo la edificabilidad permitida, se señaló una ordenanza edificatoria más acorde con las tipologías predominantes y se valoró e intentó proteger, no solo el patrimonio edificado sino también los ambientes urbanos y otros elementos de interés, aprobándose para ello en el año 1985 el “Catálogo de la Edificación, ambientes urbanos y elementos de interés objeto de protección de la ciudad de Guadalajara”, un documento que estaba previsto en el propio Plan General que, a pesar de las intenciones manifestadas y quizás por una falta de rigor y conocimiento de la ciudad, no dio los resultados esperados e hizo que, en ocasiones, se produjeran situaciones aún más cuestionables que las dadas en etapas anteriores.

En cuanto a los desarrollos de la etapa anterior, se mantuvo la ordenación del Polígono del Balconcillo en los sectores que en ese momento se encontraban sin edificar, una gran cantidad de suelo urbano que sirvió durante mucho tiempo para absorber el crecimiento de la ciudad.

En el momento de la aprobación del nuevo Plan General, el Plan Sur, debido a su excelente localización, casi se había completado, sin embargo, se observó que en él se había creado una excesiva densidad de población y, en algunos casos, un déficit de servicios públicos, algo que el nuevo Plan intentó paliar modificando las determinaciones urbanísticas de las parcelas que todavía quedaban sin edificar.

Este Plan también preveía la reforma del barrio del Alamín-San Vázquez mediante la redacción, para una parte del mismo, de un Plan Especial de Reforma Interior y “completar” la ciudad mediante el desarrollo de sectores situados en su interior, como el de San Antonio, el Fuerte o Adoratrices, y el de los terrenos delimitados por la variante de la N-II en su zona este. Esta gran cuña de terreno no llegó a desarrollarse debido quizás a un error en su calificación, al haberse previsto para ellos un uso terciario, cuando la demanda era de suelo residencial.  Tampoco se superó la barrera del barranco del Alamín ni se completó la urbanización de los terrenos situados al Noreste del rio Henares, siguiendo el eje de la calle de Francisco Aritio.

Aunque su desarrollo no se incluía en su programa, este Plan preveía la urbanización del otro lado de la carretera N-II.

Después de dieciséis años, en 1999 se aprobó una nueva Revisión y Adaptación del Plan General de Ordenación Urbana de Guadalajara que, con modificaciones puntuales, es el vigente.

En este larguísimo, desde el punto de vista del planeamiento urbanístico, periodo de tiempo transcurrido (veinticuatro años) cabe preguntarse qué es lo que ha sucedido.

En primer lugar, es necesario recordar que en el año 2004 se iniciaron los trabajos de redacción del Plan Especial del Casco Histórico de Guadalajara que en el año 2006 fue aprobado inicialmente. Dados los problemas que ya en ese momento eran evidentes en la ciudad histórica, se redactó con el objeto de garantizar sus valores históricos, culturales y patrimoniales al mismo tiempo que para fomentar y conseguir su revitalización.

Desde mi punto de vista, el Plan que se redactó no era un buen documento, probablemente como consecuencia de un insuficiente estudio de la ciudad histórica que se quería proteger, sin embargo, tras las correcciones oportunas, la tramitación y aprobación de un buen Plan Especial fácilmente habría servido para que el centro histórico de Guadalajara no se encontrase en la actualidad en la situación en la que ahora se encuentra.

A pesar de su redacción y aprobación inicial, en lugar de mejorar el documento, se optó por dejarlo aparcado.

Por otro lado, en el año 2006 se comenzó a trabajar en los trabajos de revisión del PGOU llegándose a aprobar en el año 2009 el Avance del Plan de Ordenación Municipal que todavía hoy se encuentra colgado en la página del Ayuntamiento.

En la justificación de la oportunidad de esta revisión estaba el tiempo transcurrido desde la aprobación del anterior, la modificación de la legislación urbanística y los cambios producidos en la ciudad.

Con él se pretendía definir un nuevo modelo territorial, incluyendo importantes proyectos enfocados al futuro de la ciudad y, en sustitución del fallido Plan Especial del Casco, se buscaría una reordenación del crecimiento del mismo, así como su reurbanización y mejora.

La Revisión del Plan de Ordenación Municipal quedó paralizada, en lugar de seguir con su tramitación, se ha optado por la realización de Modificaciones Puntuales, como la recogida en el documento Propuesta de Modificación Parcial de Ordenanzas del Plan de Ordenación Municipal redactado en 2014, que incluía la modificación de la mayor parte de su articulado, documento que fue modificado, reduciendo drásticamente su contenido, en 2016 y aprobado en 2018.

Considero que el Avance de la Revisión del Plan era un documento manifiestamente mejorable, pero, como su nombre indica, era un “Avance” de una necesaria Revisión del Plan de Ordenación Municipal, un documento que, desde mi punto de vista, no puede sustituirse, y de hecho no se ha podido, con Modificaciones Puntuales de su articulado.

El Plan Especial del Casco Histórico y la Revisión del POM no son los únicos documentos de planeamiento que han quedado estancados. Del año 2017 es el Plan Especial de Protección del poblado de Villaflores, redactado, en cumplimiento de la Ley de patrimonio Cultural de Castilla La Mancha, tras ser declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico. Actualmente, este conjunto se encuentra en una situación crítica mientras que la tramitación de su Plan Especial de Protección sigue estancada.

En cuanto a su evolución, Guadalajara en estos años ha tenido un gran desarrollo, tal vez no haya sido el más importante, aunque sí el más grande de su Historia. Este gran crecimiento, junto con el tiempo transcurrido desde la aprobación del Planeamiento vigente, aporta una evidencia de su necesaria revisión.

En estos años, se ha completado, tras cambiar su calificación de suelo terciario por el de residencial, el desarrollo de la ciudad hasta llegar a la variante de la R-2, se ha completado su desarrollo interior con la urbanización de los terrenos del antiguo Fuerte de San Francisco y también se ha superado la barrera del barranco del Alamín hasta llegar a la Ronda Norte, una infraestructura que sirve al área metropolitana de Guadalajara.

Por último, también hay que indicar que se ha aumentado de forma notable su suelo industrial, compartiendo parte de alguno de sus desarrollos con el municipio de Marchamalo, creando una gran franja de este tipo de suelo al este de la ciudad.

Vista aérea reciente de la ciudad de Guadalajara. Guadalajara (España). Wikipedia

Actualmente, Guadalajara es una ciudad viva y dinámica, quizás como nunca antes lo había sido, sin embargo, su centro histórico, un espacio que corresponde casi con exactitud con lo que ha sido la ciudad hasta mediados del siglo XX, se encuentra en una situación caracterizada por el despoblamiento y envejecimiento de su población, por una terciarización de cada vez más bajo perfil, una degradación física, una pérdida de centralidad y una destrucción continuada de su patrimonio arquitectónico.

Desde el punto de vista del ordenamiento urbanístico, quizás por una insuficiente disciplina urbanística, se ha podido comprobar que, en vez de lograrse los objetivos señalados en los documentos de planeamiento que se han ido sucediendo, su deterioro ha sido progresivo. El vigente Catálogo Municipal, un documento que se presenta como continuación y puesta al día del catálogo vigente (refiriéndose al catálogo de 1985) ha servido para acelerar la pérdida patrimonial iniciada con el anterior y las Inspecciones Técnicas de Edificios realizadas en los últimos años, cuya finalidad era asegurar su mantenimiento, han servido para declarar en ruina a un gran número de ellos, muchos de los cuales estaban incluidos en el Catálogo Municipal, en el que con frecuencia, al describirlos, se decía que se encontraban en buen estado de conservación.

La recuperación del Centro Histórico debe partir de la protección de sus rasgos de identidad, de su patrimonio y de su trama urbana. Como dice el propio planeamiento, se deben eliminar las condiciones (entre ellas las interpretaciones) favorecedoras de la sustitución de las edificaciones antiguas, se debe evitar su terciarización y de debe profundizar en el conocimiento y contenido de su historia y arquitectura. Se debe conseguir que recupere sus funciones, su centralidad y su función residencial. Para ello se deben plantear actuaciones, sin importar que sus resultados se puedan obtener a medio y largo plazo ya que las operaciones de mejora de imagen realizadas con la finalidad de obtener resultados a corto plazo, pudiendo ser importantes, se han mostrado insuficientes. Para ello es fundamental dotar al Centro Histórico de Guadalajara de unos documentos de planeamiento y una disciplina urbanística adecuada. El Centro Histórico de Guadalajara debe continuar siendo una ciudad viva.

(*) Antonio Miguel Trallero Sanz, doctor Arquitecto, doctor en Historia y técnico urbanista. Arquitecto Municipal del Ayuntamiento de Guadalajara (en excedencia) y profesor titular de la Universidad de Alcalá. Autor de numerosas publicaciones relacionadas con el Patrimonio Arquitectónico y el Urbanismo.


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