Por Ana G. Hernández

Banquillo morado consumado el descenso. // Foto: Nueva Alcarria.
El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana… Esa noche, Santiago Nasar no concilió bien el sueño, y a pesar de que las semanas anteriores había presagiado lo peor, nunca se imaginó que ese momento llegara tan sumamente pronto. Nunca creyó que tal encadenamiento de desfachateces a lo largo de una temporada fuera a desembocar en lo que todos temían, incluso él, y nadie quería, a pesar de él.
Al igual que a Santiago Nasar, el Depor también tenía un día marcado en el calendario; un destino escrito desde hacía ya demasiado tiempo. Un final que, como el de Santiago Nasar, es dramático, desgarrador y triste, pero no sorprendente. No puede serlo de ninguna manera puesto que Gabriel García Márquez nos lo anuncia en la primera línea de su novela. Un desenlace que el Depor de Retuerta también tenía escrito en la frente desde que comenzó el renovado proyecto 2015/16 o incluso antes, después de aquel descenso administrativo, o antes incluso cuando el propio Retuerta no encontró la manera, ni el dinero, de hacer la ampliación de capital necesaria que la Liga Profesional de Fútbol le demandaba de una forma legal. Sigue leyendo