Los tontos del culo

Por Sonia Jodra

También podríamos denominarles tontos de baba, porque les imaginamos babeando de insana envidia al paso de las grandes estrellas de cine de nuestro país. No hemos visto sus rostros. Pero sin duda se asemejan más al del Homo Neanderthalensis que al del Sapiens Sapiens. Detesto que ambos sujetos se hayan hecho famosos por sus deplorables comentarios sobre las mujeres que desfilaban delante de sus cámaras en la Gala de los Premios Goya gracias al talento que las ha llevado hasta lo más alto. La vulgaridad con la que emiten comentarios como “la que no quieras pa ti me la pasas” es tan hiriente por su contenido como por la normalización con la que la realizan. Dos varones en una posición profesional inferior al de ellas se permiten el lujo de hablar de ese tráfico de carne fresca como si realmente estuvieran en condiciones de hacerlo.

Me preocupa. Me preocupa sobremanera que en este país se siga llamando “puta” a una mujer por su aspecto, por el número de tatuajes que lleva en su cuerpo y por la profundidad de su escote. Los dos sujetos no son más que dos tontos del culo. Pero sus palabras constituyen la normalidad en muchas barras de bar -¡Bendita pandemia que ha limitado sus nocivos efectos!-, en muchos grupos de whatsapp y en muchas noches de copas en cuadrillas que como el Homo Neanderthalensis salen de caza ante lo que ellos consideran una cuestión de supervivencia de la especie; la suya, la de los primitivos que no han logrado llegar a Sapiens.

Y es que en la semana del feminismo por antonomasia, en estos días de 8 de marzo pandémico en que las mujeres seguimos siendo sospechosas de haber precipitado hace un año el contagio de ese virus que en los mítines de partidos de extrema derecha no tiene capacidad de contagio, ha servido para airear los pensamientos podridos que en los últimos años estaban siendo retenidos por quienes reniegan de la necesidad de que por fin las desigualdades de siglos sean corregidas en un acto de justicia social que, sin duda, hará que en este planeta las cosas avancen de forma más racional.

Se ha puesto de moda ser radical anti feminista. Se lleva criminalizar la lucha de las mujeres por las mujeres. Y los tontos del culo se multiplican amparados en los discursos torticeros de las formaciones políticas del exceso y los comentarios esparcidos por opinadores de tercera en platós de televisión. ¡Madre mía! Cuántas mujeres dedicaron su vida a luchar para lograr que las que hemos llegado después pudiéramos manifestar nuestras opiniones, pudiéramos tener voz, pudiéramos tener voto. Si vieran el uso que algunas “compañeras” hacen de esas conquistas, alineándose con el pensamiento del opresor…

Resulta sobrecogedor que palabras como equidad, igualdad, solidaridad, tolerancia y justicia provoquen tanto miedo entre los hombres. Fundamentalmente los de las especies Neanderthalensis y Cromagnon, que últimamente se han venido arriba y piensan que la mascarilla les protege para volver a decir lo que hasta hace pocos años era normal y que en los últimos años habíamos logrado que dejara de serlo. Pero sobrecoge más aún el apoyo que encuentran entre las mujeres de su especie. Señoras, “el hembrismo” no existe porque nunca ha existido un sistema matriarcal basado en privilegiar al género femenino frente al resto. Tranquilicen a sus compañeros porque no es eso a lo que aspiramos las que luchamos para que nuestras hijas no tengan miedo a decir en público que son feministas, que están orgullosas de las grandes mujeres que nos antecedieron en la lucha y que, por supuesto, no solo quieren ser científicas -que últimamente parece que se ha convertido en el objetivo único de esta lucha-. Queremos que nuestras hijas puedan querer ser lo que quieran ser, sin que su género, femenino, masculino, no binario o cualquiera que sea, limite sus opciones de soñar. Como indica Chimamanda Ngozi, “el problema del género es que describe cómo debemos ser, en vez de reconocer quiénes somos”.

Porque esto va de sueños. Sueños de igualdad entendida como proporcionar a cada uno lo que necesita, porque dar lo mismo a todas y a todos significaría perpetuar las desigualdades heredadas desde que los Sapiens aún no se paseaban por Europa.

De verdad, no seáis tontos del culo, que ya no se lleva. Dejad que vuestra especie evolucione al Homo Sapiens por completo, que ya os hemos dado unos siglos de margen para que podáis hacer la transición sin dramas.