La hormigonera

Por David Sierra

Suena la hormigonera. Dos trabajadores se afanan echando tierra y cemento para hacer la masa. Han empezado temprano para aprovechar la fresca matinal. El adoquinado es una tarea que requiere paciencia y tiempo. Así lo transmite la directora de obra. Otros dos, uno de ellos con mono azul atado a medio cuerpo, toman un descanso y se refugian en la pequeña sombra del olivo centenario que centra la plaza. Una trabajadora, la única de los ocho que están en el proyecto, se encarga de aprovisionar de agua a la cementera, que no para de dar vueltas. La crisis económica había apagado por completo el sonido de esta máquina, que servía antaño de reclamo a los ojeadores jubilados.

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