Botellón clandestino

La concejala de Seguridad, Encarnación Jiménez, hace balance de la Ordenanza de Convivencia. // Foto: Ayuntamiento de Guadalajara

La concejala de Seguridad, Encarnación Jiménez, hace balance de la Ordenanza de Convivencia. // Foto: Ayuntamiento de Guadalajara

Por Concha Balenzategui

El Ayuntamiento de Guadalajara ha hecho balance hace unos días de los resultados de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, con motivo de los ocho años de su entrada en vigor. Encarnación Jiménez, teniente de alcalde y concejala de Seguridad, daba cuenta de los “buenos resultados” de la normativa, cuyo cumpleaños se “celebra” con un poco de retraso. Así que el balance ha venido a coincidir -premeditadamente o no- con la alarma suscitada por la noticia de la muerte de una niña a causa de un coma etílico en San Martín de la Vega (Madrid).

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Demasiado alcohol

La edad de inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 13 años.//Foto: Internet

La edad de inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 13 años.//Foto: Internet

Por Ana María Ruiz

Ayer viernes los adolescentes y jóvenes de Guadalajara celebraron el llamado “Día de las notas”, una costumbre importada de las grandes ciudades con la que se celebra el fin de la primera evaluación y el principio de las ansiadas vacaciones de Navidad. Es habitual ver a grupos de alborotados chavales abarrotando los restaurantes de comida rápida de la capital o en los parques y otras zonas públicas festejando el inicio de casi 20 días sin clase en los que aparcarán las mochilas y los libros y se olvidarán de los madrugones.

Esta imagen de sana diversión juvenil se ve empañada por otra que también se repite año tras año en estas fechas: la de muchos estudiantes, la mayoría menores de edad, consumiendo alcohol en la calle, con unas borracheras increíbles (llegando algunos de ellos a rozar el coma etílico) y cometiendo actos de gamberrismo o vandalismo a causa de la euforia provocada por la ingesta de demasiados “minis” de cerveza o cubata. Con ocasión de esta fiesta, la Policía Local despliega una campaña especial de consumo de alcohol en la vía pública por parte de los jóvenes, así como de vigilancia en locales de ocio, algunos de los cuales hacen la vista gorda al acceso de menores e incluso ofrecen copas por suspensos. Es decir, que estos empresarios “ejemplares” de la hostelería alcarreña, en todo un alarde de irresponsabilidad, premian con más copas a aquellos que hayan suspendido más asignaturas.

Botellón. A pesar de que en Guadalajara está prohibido el llamado “botellón”, ésta es una práctica habitual entre nuestros jóvenes, especialmente los viernes y los sábados por la tarde-noche.

Con la aprobación de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana en 2009, el Ayuntamiento de la capital se propuso erradicar esta insalubre práctica. Se consiguió sacarlo de las calles del centro de la ciudad (Plaza de San Esteban, entorno de la Concatedral de Santa María y General Prim) pero esas zonas se cambiaron por otras, que hoy por hoy, son los “botellódromos” oficiales de Guadalajara: parque de Adoratrices (antiguo Recinto Ferial), Fuente de la Niña y San Roque (zona de los patos), donde los jóvenes y adolescentes disponen incluso de contenedores para depositar botellas, vasos y bolsas una vez que han terminado de “divertirse”, algo que la mayoría no realiza, dejando tras de sí una estela de basura y porquería que los servicios de limpieza del Ayuntamiento se afanan en eliminar antes de comience la siguiente jornada.

De tanto en cuanto, la Policía se da una vuelta por estos lugares para disuadir a los chavales del consumo de alcohol. Cuando son pillados “in fraganti” proceden a confiscarles las bebidas y, según los testimonios de los propios jóvenes, “si te toca un agente enrrollado no te pone multa y te dice que te vayas, pero la mayoría suele ser un poco más cabroncetes”. Es decir, que les quitan la bebida y les ponen una multa que después será notificada a sus padres en su domicilio y cuyo coste oscila entre los 300 y los 1.500 euros. El pago de la sanción puede ser en metálico o en “especies”. Así, si los sancionados son menores de edad deben acudir a charlas sobre seguridad, medio ambiente, ocio alternativo, drogodependencias, comportamiento juvenil, etc. En caso de ser mayores de 18 años, se ven obligados a realizar servicios a la comunidad durante varios fines de semana desarrollando tareas relacionadas con el medio ambiente, mantenimiento de viales y jardines, servicios sociales, etc. Unas “penas” que nos parecen estupendas, pero que a la larga son tan sólo un parche.

Según los datos aportados por el Ayuntamiento, desde la entrada en vigor de la Ordenanza de Convivencia, las llamadas por las molestias ocasionadas a los vecinos debido al consumo de alcohol en la vía pública se redujeron en 2013 en un 32% y los avisos y atenciones por intoxicaciones etílicas disminuyeron un 41%. No obstante, lejos de acabar con el botellón, lo que se ha hecho es trasladarlo a otras zonas de la ciudad donde es menos visible y se molesta menos a los vecinos. Digamos que es un botellón “consentido” por parte de la Administración.

Esta práctica continúa siendo demasiado habitual entre los jóvenes y, lo que es peor, entre los adolescentes, quienes tienen muchas facilidades para adquirir alcohol en la ciudad, a pesar de que su venta está prohibida a los menores. Facilidad en muchos establecimientos orientales, donde por un módico precio se vende incluso un lote completo para el botellón que incluye botella de alcohol, refresco, hielo y vasos. Facilidad en algunos bares, pubs o discotecas en los que se permite la entrada y el consumo de alcohol a los menores sin ningún tipo de pudor, lo que ha originado un incremento de la vigilancia por parte de la Policía Local. Facilidad en los supermercados y tiendas a cuyas puertas se puede ver los viernes y sábados por la tarde a adultos ofreciéndose para comprar la bebida a los menores por una propina de dos o tres euros o cajeros y cajeras que miran hacia otro lado y no piden el DNI cuando los más jóvenes pasan sus botellas por la cinta.

Datos preocupantes. La facilidad en el acceso al alcohol, el ejemplo poco edificante de los adultos en una sociedad en la que la bebida forma parte de cualquier acto colectivo, la permisividad de algunos padres, la pasividad de las administraciones y la poca conciencia del riesgo que supone el alcohol para la salud, nos sitúa ante un escenario muy preocupante.

La Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) 2012/2013 del Plan Nacional Sobre Drogas del Ministerio de Sanidad refleja una realidad que debería hacernos reflexionar: el consumo de alcohol entre los jóvenes españoles de entre 14 y 18 años ha aumentado en los dos últimos años, situándose la edad de inicio en el hábito de beber en los 13,9 años. Alerta además sobre el arraigo del botellón y la elevada frecuencia de las borracheras entre nuestros chavales. Casi el 84% ha probado el alcohol y seis de cada diez se ha emborrachado alguna vez. A los 14 años el 63% ya ha consumido alcohol, un porcentaje que se eleva al 84% en la franja de edad de los 16 años. El 62% ha hecho botellón en el último año y los supermercados (61,8%) y los bares y pubs (57,7%) son los lugares donde consiguen el alcohol con mayor facilidad. Las drogas más consumidas entre los 14 y los 18 años son, por este orden: el alcohol, el tabaco y el cannabis. El 90% considera que es muy fácil conseguir bebidas alcohólicas y el 69% estima que el acceso al cannabis es muy sencillo en España.

Esta Encuesta también revela que, sin embargo, los jóvenes no ven como un riesgo para su salud beber ni fumar porros. No son conscientes de las consecuencias físicas, psicológicas y sociales de estas drogas: menor rendimiento y fracaso escolar, problemas en las relaciones sociales y familiares, deterioro físico y psicológico, etc).

Además, en el informe “Panorama de Salud 2013” elaborado por la OCDE, España está entre los siete primeros países de Europa en consumo de alcohol entre los jóvenes, con una tasa del 32%, frente a la media europea del 28%.

A pesar de que desde las administraciones y asociaciones que trabajan en el área de la juventud y las drogodependencias se desarrollan programas dirigidos a fomentar estilos de vida y ocio saludables, a la vista de los resultados de estos estudios está claro que algo no funciona. Mientras existan padres permisivos, empresarios sin escrúpulos, administraciones pasivas y jóvenes desmotivados, mientras no se adopten medidas educativas, correctoras y sancionadoras firmes y mientras no nos concienciemos TODOS de que el alcohol es ya un verdadero problema para la juventud española, estaremos siendo cómplices de la existencia de toda una generación perdida y con muy pocas expectativas de futuro porque no olvidemos que demasiados empiezan a beber siendo niños. ¿Seremos capaces de avanzar hacia la sociedad 0.0? Al menos habrá que intentarlo.