Hace muchos años que empecé a recorrer el frente de Guadalajara y a entrevistar a personas de cierta edad que me han ayudado mucho en mis investigaciones para la Asociación Histórica Frente de Guadalajara (**). Uno de los pueblos donde más sangre corrió de los dos bandos durante la Batalla de Guadalajara es Trijueque y fue así como llegué hasta la tumba del general Liuzzi, tirando del hilo, como hizo Ariadna.
Ocho meses de guerra habían pasado desde la sublevación militar. Era el quinto intento por parte del general Franco de tomar Madrid, su obsesión. El 8 de Marzo de 1937 al amanecer, ciento veinte cañones abren sus bocas de fuego en los llanos de Torremocha. Comienza la Batalla de Guadalajara, la más internacional de todas, personajes de renombre mundial y algún actor aventurero visitan el frente, escriben, lo fotografía. Robert Capa, Ernest Hemingway, Gerda Taro, Errol Flynn, Miguel Hernández y otros muchos.
El ejército de Mussolini, al mando del general Mario Roatta, alias Mancini, marcha confiado por la carretera de Francia después del paseo militar de Málaga. Largas columnas de hombres, más de cuatrocientos vehículos se mueven por la carretera. Franco había aceptado a regañadientes la iniciativa italiana, en el fondo temía que la gloria de la toma de Madrid se la llevara Mussolini y para evitar esa situación apoya al Corpo de Truppe Volontarie por su flanco derecho con la División Soria. Quince mil españoles y marroquíes que marchan a caballo y a pie a las órdenes del general Moscardó.
Las interminables columnas italianas con sus relucientes uniformes y soldados que bromeaban, reían y cantaban al salir de Algora no saben del infierno de barro, agua y nieve que les esperan. Muchos no volverán a su añorada Italia. Sus primeros muertos los tendrán en Almadrones y allí se dan cuenta que Guadalajara no es Abisinia ni tampoco Málaga.
Alberto Liuzzi era descendiente de una antigua familia de origen judío. Nació en Arta (Italia ) en 1898. Su padre, el doctor Tullio, era el médico de esa localidad. Ambos participaron en la Primera Guerra Mundial, donde el futuro general ganó tres cruces al valor militar. Al comienzo del régimen de Mussolini se alistó a la milicia fascista donde alcanzó el grado de general de brigada.
Durante la Batalla de Guadalajara su tanqueta Fiat Ansaldo fue alcanzada por una bomba de la aviación republicana, en aquella lucha desigual entre David y Goliath entre Trijueque y Torija, murió en el acto junto al conductor. Después de la guerra, su familia levantó una colosal tumba en la carretera de Francia, la actual A-II. La lápida fue esculpida en Italia y tenía un error ya que aparecía inscrito “Torrija” en lugar de Torija. Esta tumba estuvo en pie hasta el verano de 1969 fecha en la que Franco ordenó destruir el monumento.
Un pelotón de zapadores del ejército español estuvo acampado tres días en las eras del pueblo, muchas mujeres de Trijueque se acuerdan de cuando aquellos gallardos soldados de uniforme las sacaban a bailar después del trabajo. En el monumento se encontraba esta inscripción que fue eliminada antes de su destrucción en 1969 durante la dictadura, en una especie de acto de Damnatio Mamorae: «El 12 de marzo de 1937, antes que ceder a los enemigos de la civilización romana, aquí cae el general de brigada de la milicia voluntaria fascista Alberto Liuzzi con el ímpetu inquebrantable de su irresistible fe fascista» .

Las ruinas de esta tumba aún son visibles hoy
¿Por qué Franco ordenó destruir la tumba? A pesar de la derrota fascista en Guadalajar, es importante resaltar que Franco no habría ganado la guerra sin la ayuda de Mussolini. El Duce envió setenta y ocho mil hombres y una cantidad importante de cañones y bombarderos. Sin su ayuda Franco no habría podido ganar las campañas del Norte, Levante y Cataluña. Pero en 1969 España despunta como destino turístico internacional, empiezan a llegar muchos turistas extranjeros y ese monumento situado en la carretera Madrid-Barcelona a la vista de todo el mundo no era «políticamente correcto».
Retrocedamos a los años 1930, a la Italia fascista. Según las nuevas leyes raciales los judíos no podían servir en el ejército ni ocupar un cargo público. A partir de ese momento se envían cartas a todos los legionarios de origen judío conminándoles a abandonar las armas y a ser repatriados a Italia.
El teniente coronel Giorgio Morpurgo era también judío y también participó en la batalla de Guadalajara. Recibió la carta de repatriación como tantos otros, el día de Nochebuena de 1938, durante la ofensiva del Segre. El militar decidió caminar en solitario hacia las filas enemigas. Su cuerpo apareció cosido a balazos en las alambradas de una trinchera republicana.
En un reciente viaje a Italia pude fotografiar una placa en honor a los judíos perseguidos de Florencia que se hallaba en la estación central de ferrocarril: «Desde esta estació, encerrados en vagones sellados, el 8 de marzo de 1944 fueron deportados a los campos de exterminio varios centenares de personas arrestadas en la ciudad y provincia por los nazis y fascistas. Santa María Novella fue su última visión de Florencia antes del holocausto. 47º aniversario de su deportación».