
La duquesa del Infantado y el Ministro de Cultura, firmando el acuerdo sobre el Palacio del Infantado // Foto: JCCM
Por Álvaro Nuño.
La firma del actual ministro de Cultura en funciones, José Guirao y la duquesa del Infantado, Almudena de Arteaga, elevada a pública y oficial el pasado lunes 24 en la sede madrileña de Ministerio en Madrid y con la presencia del consejero de Educación castellanomanchego también en funciones, Ángel Felpeto, y del recién estrenado alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, por la que por fin la totalidad del Palacio del Infantado pasa a propiedad pública tras un acuerdo con la noble, que ha cambiado el proyecto de su padre de hacerse un dúplex por 853.000 euros contantes y sonantes, es una gran noticia para todos, para todos los españoles porque el palacio es por fin propiedad total del Estado, pero sobre todo, para todos los guadalajareños, que somos los que disfrutamos de sus instalaciones y los que veíamos como una mala política y un ardid judicial podían haber acabado con la familia mendocina volviendo a vivir en el palacio después de siglos de abandono, un bombardeo y un incendio que lo dejó arrasado de por medio, y una reconstrucción total que ya pagamos los españoles hace nada menos que sesenta años.