Por David Sierra
Es complicado para el ciudadano de a pie hacerse una idea de cómo debe actuar de cara a la Navidad para evitar los contagios y doblar esa curva que tanto cuesta retorcer. Los mensajes que llegan son tan contradictorios que resulta imposible cumplir con todas las recomendaciones sin caer en la contradicción. Tras las últimas imágenes de aglomeraciones registradas en el centro de grandes ciudades a consecuencia de la coincidencia de varios días festivos con el encendido de los alumbrados navideños y las compras de la Navidad, la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, recomendaba “evitar las aglomeraciones” en las calles para evitar un empeoramiento de la situación de la pandemia por Covid-19.

A pesar de seguir vigentes las medidas de limitación de la movilidad y de restricciones horarias de confinamiento, el Ayuntamiento de Guadalajara se ha volcado este año con las fiestas navideñas, llevando a cabo un esfuerzo “especial” en la inversión de más de 225.000 euros para adornar la ciudad y motivar a la población para que salga a la calle y se anime a comprar. Más de un millón de luces led distribuidas por toda la capital en farolas, arcos lumínicos, rotondas y árboles decorativos tienen el propósito de alentar a la población durante estas fechas y evitar que caigan en el hastío en el que está sumida a consecuencia de la pandemia. Se convertía así en la novena ciudad con mayor gasto en esta partida por habitante de todo el territorio nacional.

Suprimidos los actos más multitudinarios como los vermús de Nochebuena y Nochevieja o la Cabalgata de Reyes, las grandes concentraciones públicas este año se centrarán en torno a los mercadillos navideños y de artesanía, realzados en su ambientación para atraer al público. Apelar a que la ciudadanía cumpla con las normas sanitarias es la gran baza en la que el gobierno municipal ha puesto su empeño para que no se produzcan situaciones rocambolescas. Y esa confianza es un arma de doble filo difícil de manejar en los momentos más álgidos de las celebraciones.
La situación en la que se ha visto inmerso la mayor parte del pequeño comercio y la hostelería local ha hecho que organizaciones empresariales como Ceoe Cepyme hayan manifestado públicamente su apoyo a esa “apuesta por las luces” navideñas como impulso para ambos sectores de tal forma que su máximo representante, Javier Arriola, apuntaba que es “un dinero muy bien invertido” como medida para incentivar el consumo.
Sin embargo, las voces discordantes a tan desmesurado gasto también se han escuchado, llegando desde la oposición de la mano del concejal del Partido Popular, Armengol Engonga, quien lo consideraba “excesivo” e “inapropiado” y proponía cheques regalos como alternativa para promover las compras en los comercios de la ciudad. La idea se intuía insuficiente para un sector que durante todo este año ha visto mermados sus ingresos de manera muy considerable.
No obstante, el controvertido incremento en el alumbrado navideño deja sobre el tapete dos consideraciones importantes. Por un lado, reduce el margen de justificación del Consistorio en el auxilio económico a otros colectivos cuya actividad también se ha visto dificultada por la propagación del virus. O lo que es lo mismo, si hay dinero a espuertas para luces navideñas, también ha de haberlo para otras necesidades apremiantes cuyas partidas siguen siendo demasiado limitadas. Y la excusa de que se redujeron con la administración anterior ya no vale.
Por otro lado, la cuestión de fondo es si de cara a las fechas navideñas se vuelve a primar el consumo frente a la salud de igual forma que durante el verano se priorizó el turismo. ¿Es coherente en plena segunda ola de pandemia animar a la población a salir de sus círculos para comprar y responsabilizarla después de las consecuencias? Cuando la vacunación está tan cerca, las únicas luces que hacen falta son las de la esperanza que, si valen además para iluminar la Navidad, bienvenidas sean.