
Estación de tren el 11 de marzo de 2019. // Foto: Getty
Por Patricia Biosca
Existe un fenómeno que algunos investigadores han descrito como parte de la memoria colectiva de una sociedad: los recuerdos de una catástrofe, ya sean directos o indirectos, suman hacia una identidad común en un momento de sufrimiento humano máximo. Esta teoría apunta a que somos capaces de recordar qué estabamos haciendo el día en el que los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas porque nos sentimos parte del suceso, aunque estuviéramos a miles de kilómetros en un continente distinto y no conociéramos personalmente a nadie de las miles de personas que perecieron en aquel 11 de septiembre del ahora lejano 2001. Y como si se tratase de una huella marcada a fuego, la señal es más profunda cuanto más de cerca nos toca. Por eso pocos son los que no saben qué hacían exactamente la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando la rutina de Cercanías se volvió el infierno. Sigue leyendo