Por Óscar Cuevas
Quizá el nombre de Regino González Cobo no les suene de nada. Y sin embargo, en un país normal no deberíamos ignorar de quién se trata. Si en este país se hiciera el necesario ejercicio de reconocimiento a nuestros héroes, a Regino deberíamos conocerlo todos; al menos todos los que vivimos en esta comarca del Valle del Henares. Y les reconozco que, trabajando para escribir este texto, he tratado de localizar su pista con ese monstruo «todolosabe» que es Google. Pero ni rastro.
Hace mucho que no he oído hablar de él, aunque estoy prácticamente seguro de que habrá muerto hace tiempo. Sería lo normal, pues si Regino siguiera vivo ahora tendría la friolera de 103 años, y supongo que el hombre no habrá llegado tan lejos. Tenía 90 cuando supe por primera vez de su tremenda historia. Fue en 2002, y nos la contó a través de las páginas de «El Decano de Guadalajara» el propio protagonista, en una entrevista que le hizo un añorado compañero, también fallecido hace unos años, como era Luis Pedroviejo «Pasiterec». En fin. No les entretengo más: Regino González Cobo era el preso número 4.212 del campo de concentración nazi de Mauthausen, del que logró milagrosamente salir con vida. Aunque nacido en Segovia, en su vejez vivía con un hijo, en Villanueva de la Torre. Un guadalajareño más, en suma.