Guadalajara en verde

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Jaime Carnicero y Francisco Úbeda plantaron un par de ejemplares con motivo del Día Internacional del Árbol el pasado lunes. // Foto: Ayuntamiento de Guadalajara

Por Borja Montero

En la vieja Educación General Básica (EGB), una de las primeras lecciones de “Natu” consistía en explicar el modo de vida de las plantas, todas aquellas cosas acerca de la clorofila, las raíces, la fotosíntesis y demás. Recuerdo que don Luis, que también daba clases de Matemáticas y Dibujo (que lo de la escasez de medios materiales y humanos en la educación pública no la inventó Cospedal, aunque sí se encargara de revitalizarla tremendamente) hacía un gran hincapié en la importancia que la vegetación tenía, ya que conseguía transformar el dióxido de carbono en oxígeno, algo esencial para la vida humano. Tanto era así que algunos alumnos, cuyos padres no eran especialmente aficionados a los tiestos, nos sentíamos mal por no tener aquel maná en casa (cabe resaltar que algunos entraron en pánico al conocer que, por la noche, el proceso es al revés y sacaron a toda prisa las plantas de sus habitaciones por miedo a que les arrebataran su aire mientras dormían, cosas de niños). Sigue leyendo

La enésima oportunidad para Castillejos

Entrada de la finca Castillejos. // Foto: lacronica.net

Entrada de la finca Castillejos. // Foto: lacronica.net

Por Concha Balenzategui

El Ayuntamiento de Guadalajara ha dado a conocer hace unos días un nuevo proyecto para la finca Castillejos, en el que se viene trabajando desde el mes de noviembre. Nos encontramos ante el enésimo intento de aprovechar esta vasta extensión de terreno a orillas del río, que fue donada hace la friolera de treinta años por Emilio Meneses. La gestión de la finca ha sido adjudicada a la empresa Proyecto Labor, una alianza que tiene la doble virtud de fomentar el trabajo de personas con discapacidad, al tiempo de poner en marcha un proyecto dinamizador para estos terrenos. Es deseable toda la suerte en ambas vertientes, con ambas difíciles tareas.

Tres décadas han pasado desde que un archivero taciturno y adinerado decidiera legar la propiedad que había heredado de su madre a la ciudad. Y treinta años no han sido suficientes para hacer cumplir sus deseos, que no eran otros que dar a estas 120 hectáreas usos «de utilidad pública o interés social, relacionados con la naturaleza rústica de los terrenos, y que contribuyan a un mayor conocimiento, enseñanza y defensa de la ecología y de las actividades agropecuarias, así como el esparcimiento y recreo al aire libre de los ciudadanos», según el documento de la cesión.

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