
Un momento de la inauguración de la exposición temporal en el Museo de la Evolución Humana de Burgos. // Foto: M.P.
Por Marta Perruca
Tenía unas ganas enormes de conocer el Museo de la Evolución Humana y la oportunidad me la pintaron calva, porque el Museo de Molina de Aragón, en el que trabajo, cedía algunas de las curiosidades de sus fondos para la exposición temporal “Se fueron con el viento. La sexta extinción” que se inauguraba la semana pasada. Así que pusimos rumbo a Burgos para ver el resultado de la muestra y cómo lucían en las vitrinas nuestro huevo de ave elefante de Madagascar (Aepyornis Maximus) del Pleistoceno final-Holoceno, el más grande del mundo, incluso por encima de los de los dinosaurios, que por cierto, son bastante más pequeños y también se pueden ver en nuestro museo; un cráneo de bisonte del Pleistoceno (Bisón Priscus), procedente de la Antigua Checoslovaquia y un fragmento de mandíbula de mamut del Pleistoceno final (Mammuthus Primigenius). Junto con los nuestros, también se mostraban las postrimerías de otros animales como el oso de las cavernas, el rinoceronte lanudo, el uro, el caballo salvaje, el miotrago, la holmesina, la macrauquenia, el gliptodonte o el megaterio.