Epílogo de un verano

Por Gloria Magro.

La luz empieza a hacerse de rogar a primera hora de la mañana en estos últimos días de verano. Al contrario de lo que pudiera parecer, hay que madrugar mucho para disfrutar del silencio en los pueblos. No hay paz para los veraneantes, ni sosiego. Durante todo julio y también en agosto, el autobús de línea calienta motores bajo la ventana. Día tras día, su ralentí se cuela en el sueño y lo liquida en esa fase ligera del amanecer. No es el único ruido estival que alegra el inicio del día aquí en la Alcarria. Antes aún pasa la barredora de la Mancomunidad, precedida por un operario con la sopladora. ¿Será igual en invierno? Tal vez, aunque eso no lo sufrimos los vecinos de temporada que el resto del año estamos tan acostumbrados al bramido constante de la ciudad que ni lo percibimos. En el pueblo nos molesta hasta el canto de los pájaros que entra por las ventanas abiertas al frescor de la madrugada. Pequeños detalles para un epílogo del verano.

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Cendejas De la Torre, vista del campanario en obras. Foto: Parroquia de Jadraque.

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Los Manantiales y la inseguridad (II)

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La Isabela en obras en 2009. Foto: barriolosmanantiales.blogspot.com

 

«Yo fui joven en ese barrio. Llevaba melena, camisetas negras, muñequeras… bebí litros de cerveza. Imagino que habría gente que se asustase de mí. Ahora en los veranos voy al barrio con mi hija, la llevo a los parques y a la plaza. En ningún momento he tenido sensación de inseguridad. Pero veo a chavales que llevan collares dorados, camisetas de tirantes y gorras sobre su piel oscura y a veces también me resulta extraño y echo de menos aquella juventud de barrio y heavy metal que siempre fuimos; una minoría que dimos algo de color, identidad y orgullo a nuestro barrio obrero».

 

Por Gloria Magro.

La inseguridad ciudadana erosiona el tejido social y hace mella en la cohesión de los barrios. También siembra desconfianza, devalúa calles enteras y llena de desasosiego a sus habitantes. Muchos guadalajareños perciben Los Manantiales como un barrio problemático de extrarradio pese a que las cifras oficiales lo desmienten. Algunos vecinos están convencidos de que viven en un barrio peligroso mientras que otros permanecen ajenos por completo. Incluso hay una encuesta en la App Nextdoor en la que se puede puntuar el nivel de seguridad que se percibe en sus calles. Sigue leyendo

Elena de la Cruz, siempre en mi recuerdo

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Fiesta de los gancheros 2015. Elena de la Cruz junto a Magdalena Valerio y Pablo Bellido.

In memoriam.

Por Magdalena Valerio.*

Hay personas que pasan de puntillas por la vida y está bien, pero hay otras que pisan fuerte y dejan huella y de la buena. Una de ellas fue Elena De la Cruz. Tuve el honor de conocerla en septiembre de 2008 y de trabajar con ella hasta el 4 de abril de 2017, ese día aciago en el que de manera totalmente inesperada la enfermedad nos la arrebató sin dejarle tregua para luchar contra ella y vencerla.

En el otoño de 2008 estaba preparando mi candidatura a la Secretaria Local del PSOE de Guadalajara y debía presentar una Ejecutiva. Necesitaba un buen equipo y estaba buscando una persona que fuese arquitecto y supiese de urbanismo. Muchas personas del sector de la educación me hablaron muy bien de Elena. Ella era entonces profesora de Diseño de Interiores y Jefa de Estudios de la Escuela de Artes de Guadalajara. Su currículum era apabullante, además era también licenciada en Bellas Artes y profesora de Educación Secundaria. Quedé con ella y le planteé el reto. Su respuesta fue que sí, pero si era para trabajar y no para perder el tiempo en reuniones estériles, tenía mucho trabajo en la Escuela y una niña muy pequeña, su adorada Daniela. Me encantó su respuesta y ahí comenzó su andadura política.

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Un futuro (incierto) para el Fuerte

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Almacenes de maquinaria, excelente ubicación para una biblioteca pública. Foto: El Hexágono.

 

Por Gloria Magro. 

Hace unos días un paseo familiar nos acabó llevando a lo que antes era el complejo del Fuerte San Francisco. Desde la calle Italia entramos por el Espacio Tyce y deambulamos sin prisa en busca de gatos con los que entretener a los niños. No encontramos gatos pero sí naves abandonadas, pavimento en mal estado, suciedad y mucha dejadez en todo el recinto. Una cofradía ensayaba con un trono y el sonido de la música de Semana Santa acompañaba nuestros pasos solitarios pese a ser una soleada tarde de domingo. El Fuerte, lo que debía de ser a día de hoy un espacio cultural vibrante recuperado para la ciudad, sigue siendo un recinto olvidado en el mismo centro de Guadalajara. Casi veinte años después de que lo cediera el Ministerio de Defensa, las antiguas instalaciones militares duermen el sueño de los justos, prisioneras de los desacuerdos políticos entre el Ayuntamiento y la Junta de Comunidades. Sigue leyendo