Por Concha Balenzategui
El programa de fiestas de la capital anuncia para esta mañana de sábado el Concurso de Albañilería, todo un clásico de las Ferias, que cumple ya 16 ediciones en el formato actual, pero que ya estaba presente en los programas años atrás. Los arriacenses más talluditos recuerdan cómo siendo niños acudían al parque de La Concordia -que también es hoy el escenario- a ver las habilidades de “los paletas”, en una época en la que ni se sospechaba lo que el ladrillo supondría décadas después para la vega del Henares.
Los albañiles dan muestras de un oficio casi artesano en un mundo cada vez más tomado por elementos prefabricados. Un momento en que, lo decía en la presentación del acto Juan Manuel Ruiz Manzano -directivo de la Asociación Provincial de Empresarios de la Construcción de Guadalajara- lo que no se ven son grúas. Me llama la atención el sentido del humor que mantiene una profesión tan golpeada por la crisis: 2.452 desempleados según los datos de esta misma semana. Y subiendo.
Pues a falta de pisos y apartamentos, ya digo que con un humor que no sé de dónde sacan, los albañiles hacen hoy en la Concordia “viviendas para patos”. VPP, las han llamado, haciendo un guiño a unas siglas casi olvidadas, las de la Vivienda de Protección Pública. Hay que ver cómo la crisis nos cambió de golpe las estampas de los sorteos de pisos, con bombo de lotería incluido, por las de las protestas contras los desahucios a quienes no podían pagar la hipoteca. Y pasó a un plano muy escondido aquello de facilitar el acceso a la vivienda, no solo como un derecho social, sino también como acicate para la actividad económica, según aquellos viejos postulados que estudiamos en su día de que la construcción era el motor de la economía. Un Debate sobre el Estado de la Región, como el que esta semana hemos contemplado, no se entendía años atrás sin una promesa de miles de pisos de protección oficial que el Ejecutivo iba a levantar. Y este año la vivienda ha sido mencionada -ya es más que los anteriores- pero no ha llenado ni medio titular sobre los discursos.
Volviendo a los albañiles, el presidente del Colegio Oficial de Aparejadores, Jorge Riendas, transmitía en la presentación del concurso algunos síntomas de recuperación del sector. Más bien dio a entender que ya se ha tocado fondo, y que a partir de aquí es difícil caer más. Pero también, que se nota cierto movimiento: “Hay meses en los que sube, hay meses en los que vuelves a tener el mismo nivel, pero lo importante es que ya llevamos un año estable y no bajamos”, manifestaba.
He escuchado con interés las opiniones de los representantes del sector en nuestra provincia, porque quería traducir al terreno más cercano las impresiones que suscitan las últimas noticias a nivel nacional sobre ese “movimiento” en el campo del ladrillo. Haciendo un breve repaso a los últimos titulares, veo por ejemplo que el precio de las casas ha subido en el segundo trimestre del año. Lo hace un 1 por ciento, no se vayan a creer, y calculado sobre el mismo periodo de 2013, que fue nefasto. Otras noticias hablan de un mayor dinamismo en la venta de viviendas, aunque matizan que la compra de casas nuevas ha vuelto a caer en España y que lo que sube es la compra de viviendas de segunda mano. También hay muchas noticias que tratan de interpretar quién es el nuevo comprador de ladrillo, y que hablan de personas maduras que pagan en el acto aprovechando los bajos precios, de inversionistas a la espera de la pronta revalorización, y de extranjeros. No son aquellos trabajadores inmigrantes que movieron también el mercado hace unos años, sino británicos, franceses y rusos que compran una segunda residencia, sobre todo en la costa.

Gráficos del informe sobre la recuperación inmobiliaria, elaborados por Expansión.
Como el mar queda lejos de aquí, y extranjeros inversores no se ven muchos paseando por el “Eje Cultural”, me ha sorprendido también estos días el informe que sitúa a Guadalajara en el décimo lugar entre las provincias españolas con mayor recuperación inmobiliaria. El estudio de Deloitte pinta a la nuestra entre las zonas a las que más pronto volverán las mieles de la economía del cemento. Ahí es nada. Y lo que todavía es mejor noticia, al menos para mí, es que según el informe, Guadalajara está entre las provincias donde cuesta menos esfuerzo acceder a la vivienda, entendiendo como tal el porcentaje de renta que hay que destinar. Nada menos que en séptimo lugar. No obstante, como ya decía, los precios han comenzado a subir, lo que es síntoma inequívoco para el informe de aumento de la demanda y de recuperación.

Presentación del Concurso de Albañilería 2014. // Foto: Guadaqué
Les invito a bucear en estos datos, mientras trato de acompasarlos con las declaraciones de los representantes guadalajareños del Colegio de Aparejadores y de la Asociación de Constructores, que tampoco es fácil. Dicen que notan una cierta estabilidad frente a las bajadas en picado en ventas y precio de los últimos años. Pero leyendo entre líneas me parece apreciar dos visiones distintas entre los empresarios y los profesionales. Porque el aparejador habla de que se están terminando promociones que se quedaron paradas, lo que presupone que la obra está pagada, y de que se ve “alegría” en reformas de locales, en viviendas de los pueblos, y en las rehabilitaciones. Sin embargo, el empresario de la construcción insiste en que no hay grúas, en que quedan entre 5.000 y 8.000 casas sin vender, y en que el precio está estable o sigue bajando, lo que no cuadra con las estadísticas. Añade además que la rehabilitación no sacará al sector de la crisis.
Tal vez la realidad tiene muchas aristas que hacen difíciles las interpretaciones de bola de cristal sobre las cifras y las opiniones vertidas en ruedas de prensa. Pero abogo por escarmentar de una vez de los golpes, de las borracheras de cemento y de las resacas del ladrillo. Y apuesto por los cimientos colocados con cautela, por las pequeñas obras, por las reformas, y que cada vez sean más, aunque tengamos que esperar a que el cemento fragüe a su debido tiempo. Vayamos paletada a paletada. Con la paciencia y la maestría que hoy se exhibe en La Concordia.