En Guadalajara hay viernes para escuchar

Por Sonia Jodra

Con calma, sin ruido y con mucha emoción. Una vez al mes en Guadalajara hay viernes para escuchar. Durante los meses del largo otoño y el frío invierno, el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil mantiene unidas a todas las personas vinculadas con la narración oral y todo el movimiento cultural y social que hay en torno al Maratón de Cuentos. Es un hilo invisible, tejido con las palabras de los mejores narradores del país, que vienen a Guadalajara con historias conmovedoras que alimentan el alma y acarician con las emociones que suscitan. Los Viernes de los Cuentos es una de las actividades que crea comunidad, mejora la vida de las ciudades y crea conciencia cívica. Tal vez por ello, cada cita mensual llena el Teatro Moderno y son muchas las personas que no consiguen entrada.

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Fondos Next Generation para que Guadalajara se convierta en sede de la Red Europea de Ciudades de Cuento

Por Sonia Jodra

Érase una vez una casita en la que se contaban cuentos, se aprendía a contar cuentos y se enseñaba a escuchar cuentos. En pocos años esa casita podría estar en la antigua vivienda del pintor Carlos Santiesteban, un artista que contaba historias con sus pinturas y que él mismo se asemejaba a un personaje de cuento. Los fondos Next Generation llegados desde Europa le servirán al Ayuntamiento para llevar a cabo este proyecto que convertirá a Guadalajara en sede de la Red Europea de Ciudades de Cuento. Todo un revulsivo para seguir dinamizando la vida cultural, social y educativa de la ciudad a través de la narración oral, que desde hace 30 años ha generado un movimiento cívico muy interesante de personas que confían en el poder transformador de las palabras.

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El embrujo del Maratón

Maraton2018

Imagen de la edición de 2018 // Foto Marian Useros (Twitter Maratón)

Por Álvaro Nuño.

El tercer viernes de junio no es un viernes cualquiera en Guadalajara. Yo diría que es el viernes por excelencia, el más esperado por grandes y pequeños. Quizás sólo comparable al Viernes Santo para los cofrades, al viernes más cercano a la noche de las ánimas para los seguidores del Tenorio Mendocino, o el viernes de la Semana Grande de las Ferias, festivo local sobre la segunda semana de septiembre, especialmente para cientos de peñistas. Es uno de esos viernes que te levantas con otro ánimo, ya unido al optimismo habitual de que finaliza la semana laboral.

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El sol del Maratón

Maratón de Cuentos Guadalajara

La zona de Santa Clara, engalanada para acoger el Maratón de Cuentos 2018 // Foto: Guadalajara Diario

Por Álvaro Nuño.

Tengo que confesárselo. Menos mal que esto no es un video-blog porque si no me verían la cara de bobo que se me pone cuando llega el tercer fin de semana de junio en esta ciudad a la que tanto quiero. Una sonrisa tonta se instala en mi cara y no me abandona desde que veo la Calle Mayor baja decorada de telas multicolor, viendo esas letras colgando en el cielo, jugando con las puntas de diamante de la fachada del Palacio del Infantado, con la ventaja de que a ellas las mece el viento y las piedras las observan ahí sin moverse, pero si pudieran sonreír como yo, seguro que también lo harían. Este año ya las he visto decorando Santa Clara. Echarán de menos -como todos- la que ha sido su sitio durante un cuarto de siglo, pero han encontrado otro lugar donde seguir bailando al ritmo que marca el viento.

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Tormenta de cuentos

Mesa redonda sobre la ciudad de los cuentos, el pasado sábado en el salón de actos del Infantado.

Mesa redonda sobre la ciudad de los cuentos, el pasado sábado en el salón de actos del Infantado.

Por Concha Balenzategui

Cuando el Maratón de los Cuentos llevaba 20 horas de narraciones en el patio de los Leones, se producía una actividad, novedosa respecto a otras ediciones, en el salón de actos del palacio. Se trata de la mesa redonda sobre la ciudad de los ciudad de los cuentos, la discusión de una gran tormenta de ideas con las que conseguir que “Guadalajara siga siendo, todavía más, la ciudad de los cuentos”. En el debate participaban ocho expertos, pero además se invitó a los ciudadanos a expresar sus ideas en un buzón de sugerencias, tanto de forma física, como a través del correo electrónico. Algunas de ellas se mostraron en pantalla durante el acto.

Antes de asistir, ya me parecía una idea fantástica, tanto por el objetivo como por la llamada a la participación. Tanto más después de escuchar las posiciones de los ponentes: el concejal de Cultura, Armengol Engonga; el exalcalde José María Bris; la delegada de Cultura, Rocío Lopez; el antropólogo Jesús Sanz; el presidente del Colegio de Aparejadores, Jorge Riendas; el experto en narración oral Manuel Pedrosa, en representación de la Universidad de Alcalá; el director de la UNED, Jesús de Andrés; y Andrés Peláez, que ha sido durante 25 años director del Museo Nacional de Teatro en Almagro.

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Los números redondos del 25 Maratón de los Cuentos

Por Estrella Ortiz *

escuchando la postal del niño

La narradora oral, Estrella Ortiz. // Foto: Txema García.

¿Por qué nos gustarán tanto a los humanos los números redondos?, ¿en qué se diferencia un acontecimiento en su veinticinco cumpleaños a, pongamos por caso, su veintiséis? Desde luego, es un misterio, al menos para mí. Los humanos somos así, nos gusta celebrar y aprovechamos cualquier buena disculpa. Por eso el Maratón de los Cuentos de este año tiene un aire de fiesta especial y redonda. El lema de este año, la poesía, viene a apoyar esta emoción, pues el lenguaje poético es el lenguaje de los afectos.

Hay mucho que celebrar, desde luego. Cuando en 1992 comenzó este hermoso sueño, no éramos conscientes de la transcendencia que pasados los años iba a tener, aunque para ser sincera, que la cosa era grande, ya se vio desde sus inicios. En primer lugar, porque era una idea novedosa y la convocatoria se lanzaba desde la alcaldía a todos los vecinos de Guadalajara. Y muchos vecinos y vecinas tomaron como suyo el reto… y aquí estamos veinticinco años después. Celebrando que con esta edición serán veinticinco las veces en las que miles de personas se sumergen en la dicha de escuchar y contar historias un fin de semana completo de junio. Sigue leyendo

Una ciudad y cinco cuentos

El Palacio del Infantado, sede del Maratón de los Cuentos de Guadalajara.//Foto: Facebook

El Palacio del Infantado, sede del Maratón de los Cuentos de Guadalajara.//Foto: Facebook

Por Ana María Ruiz

Cuando ustedes lean este artículo estaremos casi en el ecuador del Maratón de los Cuentos de Guadalajara, que este año celebra su vigésimo cuarta edición. A lo largo de 46 horas la ciudad se convierte en el centro internacional de la narración oral con una actividad de la que pueden presumir todos los guadalajareños porque comprime en apenas tres días toda la riqueza de la palabra CULTURA, así con mayúsculas: creación, imaginación, divulgación, diversión, entretenimiento y participación.

Tengo que reconocer que nunca he tomado parte activamente en el Maratón. Sí lo he hecho como público a título particular y como periodista cubriendo la información del evento. Pero jamás me he atrevido a subirme al escenario a contar un cuento por temor a sufrir un “Pastora Soler”. En el fondo soy una gran tímida y sólo de pensar en tener que hablar ante un auditorio, por pequeño que sea, me da pánico.

Sin embargo, este año voy a hacer mi particular aportación al Maratón y les voy a contar no uno sino cinco cuentos. Así que pónganse las gafas de lectura porque empiezo con el tradicional “Érase una vez…”

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La experiencia se reduce a momentos únicos

“El terror me hizo pasar por encima de la muralla y seguir corriendo a fin de escapar de los fragmentos de roca que a cada momento esperaba se desplomaran sobre mí. En realidad lo que estaba ocurriendo era nada menos que un horrible terremoto. Tres veces se sacudió con violencia la tierra bajo mis pies, con intervalos de ocho minutos aproximadamente. Una gran mole de piedra se desplomó a media milla del lugar donde yo estaba, provocando su caída un ruido tan espantoso como el del trueno. El mar parecía sacudirse aún con mayor violencia que la isla.”

‘Robinson Crusoe’, de Daniel Defoe.

Por José Durán *

Me gusta recordar cuando mi padre me leía de pequeño las aventuras de Robinson Crusoe. Para un niño de un pueblo de Cáceres esos episodios en unos parajes totalmente lejanos y desconocidos no podían más que despertarme la imaginación y hacerme soñar despierto. Qué gran historia, cómo podían existir esos lugares. Cada día estaba deseando llegar a casa para seguir escuchando las aventuras de aquel náufrago en esos sitios imposibles.

José Durán, en una foto de su perfil de Facebook, con un banjo en una de las actividades de su librería.

José Durán, en una foto de su perfil de Facebook, con un banjo en una de las actividades de su librería.

¿Quién no tiene recuerdos de esos primeros cuentos que incluso antes de aprender a leer le contaban sus padres, o de aquel primer libro que fue capaz de leer solo por primera vez?

De niños estos momentos abren un espacio que nuestra fantasía rellena con una mezcla de ocultas ganas de que realmente pase algo distinto que rompa nuestra monotonía. El miedo se diluye con la atracción irresistible a que de verdad aparezca el lobo.

Nos enfrentamos gracias a todas esas historias, que otros han recogido o escrito para nosotros, a un cúmulo de emociones y anhelos, desconocidos hasta esos momentos, que despiertan nuestras inquietudes y, sin darnos cuenta, siembran lo que seremos después. Nuestra sed de aventuras aparece con las primeras lecturas y la alimentamos porque en el fondo la llevamos dentro.

Seguramente, para mal o para bien, no sería quien soy sin echar la vista atrás a todas esas historias que me contaban y a las que después buscaba en los cuentos. A todos esos libros que entonces y ahora he leído. Y ¿cuántos más quedan por descubrir?, ¿qué lugares imposibles, qué espacios y qué gentes que ni siquiera llegamos a imaginar?

Gracias a mi humilde profesión de librero, que lleva inherente la extraña misión de asesorar a los que vienen en busca de ese momento mágico que proporciona el encontrar el libro adecuado, tengo la suerte de seguir acercándome a esa literatura creada para los más pequeños. Seguramente si mi oficio hubiera sido otro, por ley natural me habría alejado de ese maravilloso mundo. Un mundo hoy enriquecido por los distintos formatos, por las bellas ilustraciones, por la molestia que se toman los autores en nutrir de emociones y enseñanzas todos esos libros.

Presentación de un libro de Pep Bruno, con la ilustradora Rocío Martínez, hace dos semanas en la librería Ballena de Cuentos. // Foto: R.M.

Presentación de un libro de Pep Bruno, con la ilustradora Rocío Martínez, hace dos semanas en la librería Ballena de Cuentos. // Foto: R.M.

Hoy en día contamos con miles de propuestas diferentes, para todo tipo de públicos que dejan a la pobre Caperucita a merced del lobo.

La literatura infantil hoy en día es un auténtico regalo a todos los sentidos. Además de un arte, se convierte en un transmisor de ilusiones, un hilo conductor de las emociones, un bello paseo, un momento que al niño, hoy en día sometido a la actividad continua, le relaja mientras le transporta a mundos y aventuras desconocidas.

La experiencia de un niño se reduce prácticamente a momentos únicos, porque cada cosa pasa casi siempre por primera vez. Cada cuento, cada libro, nos mantiene a todos siempre ante esos instantes mágicos de esa primera vez.

Hay que estar agradecidos a todos aquellos que desde nuestra infancia nos acercan a la magia de estas experiencias únicas. Primero seguro a los abuelos y padres que nos cuentan las primeras historias pero qué decir de los autores, de las ediciones, de los narradores  y, cómo no voy a incluir aquí, a las librerías que las ponen a nuestro alcance.

¿Hay algún regalo más barato y a la vez más enriquecedor que un libro cargado de belleza y emociones?

* José Durán Trinidad es librero en La Ballena de Cuentos de Guadalajara.