Por David Gómez

Dani Molina, en una imagen de archivo
Contaba Salman Rushdie en Los versos satánicos que son las grandes caídas las que cambian a la gente. Algo parecido debió experimentar Dani Molina cuando, a sus 22 años, un accidente de moto puso en jaque su propia vida. Aquella dramática experiencia forzó a Dani a perder gran parte de su pierna derecha. Tras 14 operaciones y un año de rehabilitación para empezar de nuevo a andar, nacía un superhombre dispuesto a encontrar en el deporte su oda particular a la vida. La natación, la que había marcado su impetuosa infancia, fue su primera parada en el camino. Después llegaría el windsurf, el esquí y, con ello, la aventura olímpica en Atenas. Sin embargo, todo cambiaría cuando, en 2011, Dani consiguió dos prótesis para montar en bicicleta de montaña y correr.
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