
Entrega de diplomas a los participantes en el programa Dipuemplea 2013. // Foto: Diputación Provincial
Por Concha Balenzategui
Llámenme extravagante. O friki, si lo prefieren. Me acabo de leer entero un informe de perspectivas económicas de la Sierra Norte de Guadalajara, y lo he hecho en pleno horario de la siesta de un 15 de agosto. Lo había visto difundido en las redes sociales hace unos días, y me lo había guardado como lectura de interés para un momento de tranquilidad que ha llegado. El secarral informativo, como dice mi compañero Rubén Madrid, nos aboca a extraños comportamientos cuando no queremos fallar a nuestra cita con los lectores de El Hexágono, con los que, dicho sea de paso, acabamos de cumplir dos años de presencia diaria ininterrumpida.
El informe en cuestión está auspiciado por “Dipuemplea”, ese programa de la Diputación Provincial financiado por el Fondo Social Europeo que trata de promover la inserción laboral en áreas rurales de nuestra provincia. El objetivo del estudio es detectar las necesidades de formación en la Sierra Norte, y está realizado por Francisco José Flores Martín, Dionisio Contreras Casado y el equipo técnico de ACCEM Sigüenza. Y, al margen de su propósito concreto -qué bueno es que las cosas se hagan a la luz de un estudio pormenorizado, escuchando a los que viven y emprenden en el terreno, y no a golpe de campañas y ocurrencias- he encontrado algunos detalles para la reflexión, dignos de compartir con ustedes.
Como es de esperar, el retrato de esta zona no es nada halagüeño. Quienes la conocen saben bien que es uno de los territorios más despoblados de la Unión Europea, castigado por la emigración, especialmente de las décadas de los 60, 70 y 80, y sobre el que la crisis económica se ha rebelado con especial virulencia. En cuestión de números y población, el informe constata la desaparición total de 13 municipios en los últimos años, y pronostica que algunos con menos de 20 habitantes se encuentran en “serias dificultades” de supervivencia. Aproximadamente la mitad de la población se concentra en tres municipios -Sigüenza, Jadraque y Cogolludo- y el resto, el 48 por ciento de los habitantes, se reparten entre 82 pueblos, entre pequeños y minúsculos. Ahondando en los datos, se evidencia el escaso peso de la franja de edad de 0 a 16 años, y que esta radica en los grandes pueblos mencionados, que también concentran un peso mayor de mujeres que el conjunto.
“No se puede mirar con optimismo el futuro demográfico de un número importante de municipios”, es una de las conclusiones, a la vista de los datos estrictamente referidos a la población. Pero si vamos al ámbito económico, el informe asegura que la crisis ha supuesto la pérdida de un 10 por ciento de la actividad y de -¡agárrense!- un 50 por ciento de la contratación laboral. Especialmente sangrante es el gráfico en el que se percibe cómo han descendido las nuevas contrataciones en el sector más joven de la población.
Ante estas premisas, es comprensible sumirse en la lamentación. Por lo que hay, y por lo que pinta. Por eso me ha sorprendido la encuesta realizada a las empresas de la comarca, un 99 por ciento de las cuales son “pymes”, que les pregunta sobre su estado actual y sus perspectivas de futuro. Pues bien, un 58 por ciento de los empresarios participantes admiten que la situación es “regular”, a los que se añade un 13 por ciento que la califica como “mala” e incluso un 3 por ciento de “muy mala”. En definitiva, a tres de cada cuatro no les van bien las cosas, o al menos no lo ven así. Sin embargo, cuando se les inquiere sobre el futuro del negocio, la escena cambia radicalmente. El 43 por ciento ve perspectivas buenas, y el 10 por ciento muy buenas. En resumidas cuentas, más de la mitad espera que les vaya bien en los próximos meses, y un 27 por ciento regular.

Gráfico sobre la situación y las perspectivas de los negocios en la Sierra Norte.
El estudio no elude las carencias, las necesidades, las quejas de los agentes económicos en cuyos datos y opiniones se han basado. Por eso resulta tan elocuente que no sostengan sus planteamientos en ayudas institucionales, en incrementos de la demanda del consumo o en los indicadores de la recuperación económica cuando definen su futuro. Hablan de los cambios que van a imprimir en sus negocios, unos en la organización, otros en tecnología, en formación de los trabajadores o incluso en los productos. Y estos cambios que se plantean se refieren mucho menos a las plantillas -ya exiguas de por sí- y por cierto, con más contrataciones que despidos en el horizonte. El informe lo resume así: “Es significativo que, aunque la mayoría de las empresas coinciden en que la situación es regular, las perspectivas de futuro están impregnadas de optimismo”.

Gráfico sobre la evolución de la población en la Sierra Norte.
Puedo entresacar más datos favorables entre las decenas de páginas y gráficos del informe. Por ejemplo, que la sangría migratoria se ha paralizado en la última década, o que -reproduzco textualmente- “se puede afirmar que las empresas tenderán a la estabilización en los próximos años”.
También podría hacerme eco de otra noticia de esta semana y replicar, sin más, las declaraciones de la diputada regional del PP Carolina Hernández: “Castilla-La Mancha es un tren que avanza hacia la recuperación”. ¿Las razones de la parlamentaria? Pues que “el Gobierno regional no descansa y continúa trabajando en favor de los ciudadanos” y que “Castilla-La Mancha avanza gracias a la presidenta Cospedal, que está trabajando para sacarnos de la crisis en la que nos metieron los socialistas”. Así, literalmente.
Yo estoy dispuesta a abonarme al optimismo. Pero prefiero confiar en las afirmaciones cuando detrás hay cifras, encuestas a los afectados y matices. Si el estudio mencionado asegura que la población se sujeta, explica que se debe en buena medida a la aparición de extranjeros y al regreso de los emigrados una vez jubilados. Si afirma que la destrucción de empleo se ha frenado, admite también que las expectativas de crecimiento en los próximos años son bajas. Quizá por eso -llámenme friki- prefiero escudriñar en las páginas de un informe en vez de tragarme una nota de prensa oficial.
Así, como la vida misma. Con optimismo, pero con los pies en el suelo.