Por Gloria Magro.
El calor inesperado en estos días de mediados de mayo tuesta las tonalidades primaverales de los campos de cereal alrededor de Guadalajara. El río Henares, pasado el puente árabe hacia la Ronda Norte, zigzaguea entre las amapolas que se extienden bajo las terreras. El paisaje es encantador, pura naturaleza a un paso de la ciudad, facilitado por la mota o elevación sobre el río, tan apreciada por los paseantes. Más allá, el puente atirantado interrumpe abruptamente ese camino. En un futuro y si sale adelante el proyecto en el que trabaja la concejal María Angeles García, la senda ecológica que discurre paralela al cauce fluvial, será practicable hasta la finca municipal de Castillejos.