Por Gustavo García
Algo parece que se mueve. Lo cierto es que desde fuera de Teruel no sabemos muy bien si su movimiento reivindicativo que culminó en el Parlamento español con la representación de Teruel Existe sirvió para conseguir algo más que ser noticia en los medios de comunicación nacionales. Hay, nada más y nada menos, que 30 provincias españolas afectadas por lo que se ha dado en llamar la España Vaciada. Sus problemas son evidentes y queda muy bien la clase política cuando llegan las elecciones y no dudan en apoyar a pies juntillas todas sus reivindicaciones para igualar a su escasa población al resto de las zonas más pobladas y mejor atendidas. Luego pasa el tiempo y los pueblos vuelven a su languidez habitual de hace ya unas décadas.
Ahora se abre otro hilo de esperanza. Los colectivos que representan a este sector (160 en total) se están organizando y comienzan a tomar decisiones importantes que pueden llevarles a alcanzar grandes logros cara al futuro. Hasta un total de 70 estuvieron recientemente presentes en la III Asamblea General de la España Vaciada. La conclusión principal es que ya piensan en concurrir a las próximas citas electorales para salvaguardar los intereses de las zonas más abandonadas del país. Será la “fórmula más adecuada para trabajar por el reequilibrio territorial y luchar contra la despoblación“, apuntan. En este sentido, se basan en los artículos 138 y 139 de la Constitución, que hablan de desarrollo equilibrado y del principio de igualdad entre los españoles. Estas agrupaciones aseguran que “la vía de participación electoral está siendo reclamada por muchos ciudadanos, en muchos territorios, que sienten la necesidad de dar este paso decisivo”.

Foto: Nacho Abascal
Tarea complicada, según se nos antoja, tal y como van las cosas en nuestro país. Y, más, después de tantos años de lucha en saco roto. Si bien, los movimientos que se atisbaron en las últimas comparecencias electorales afloran ya con mayor ímpetu. Los gérmenes estaban creados y ejemplos como el de Teruel Existe anima a estos grupos a llegar más a fondo. La idea de estar representados directamente donde se toman las decisiones, y no solamente a través de otros partidos, sino con una formación de sello propio, puede resultar interesante y no sería raro que alcanzasen los objetivos marcados de antemano, aunque ahora se vislumbren lejanos. Acertar con la vía adecuada no es sencillo. Lo que está claro es que el avance logrado con la visualización general de sus problemas ha supuesto pocos avances para estos territorios. Fue el 31 de marzo de 2019 en Madrid cuando la coordinadora de la España Vaciada se conoció un poco más con una gran manifestación. Después, ha seguido trabajando intensamente con la idea de concienciar sobre la necesidad de revertir los desequilibrios territoriales. Y, consideran que la sociedad ha aumentado su interés por estas dificultades que viven las zonas donde menos gente vive.
Ritmos distintos
En Guadalajara bien conocemos las dos velocidades diferentes de la parte del Corredor del Henares y la de las zonas despobladas de la Sierra Norte, del Señorío de Molina de Aragón o de la propia Alcarria. Aquí también las administraciones se han olvidado de los ‘menos numerosos’ –en buena medida, por puro egoísmo en la cantidad de votos a cosechar–. Algo que estiman como “un maltrato y un abandono histórico”. Estamos hablando de una provincia con 288 municipios y muchos más núcleos de población, una de las mayores en este aspecto. Ello supone que alcance zonas con una bajísima densidad de población. Allí no hay conexiones adecuadas para el uso de internet, las coberturas telefónicas no llegan a la totalidad del territorio –ni siquiera con las compañías punteras–, el transporte público casi no existe o las inversiones en infraestructuras decaen sobremanera. Y, ya si aparece alguna Filomena, no es que no llegue la fruta, la carne o el pescado, sino que algo tan básico como el pan puede estar varios días sin suministrarse. Además, hay municipios muy pequeños que gravan escandalosamente con impuestos como el IBI a quienes poseen inmuebles en sus términos, lo cual es ya el acabose –y hay ejemplos flagrantes y obscenos al respecto–. La falta de rentabilidad económica y en votos hace que esto siga como está durante años y años. Por eso, se reclaman desde trenes convencionales, como es el caso de Priego en Cuenca, hasta la vía rápida por carretera entre Alcolea del Pinar y Monreal del Campo, en Guadalajara y parte de Teruel, por poner sólo dos cercanos.
Estos colectivos son de origen muy diverso, aunque unidos por objetivos comunes y están convencidos de que la unidad de acción, junto a sus firmes convicciones, pueden conseguir el futuro que desean para el mundo rural. Hay una sintonía clara entre ellos, de ahí que la presencia institucional “va a ser la única forma de encauzar las soluciones, incluso para las pequeñas ciudades, empezando por lograr un Pacto de Estado por el reequilibrio territorial”. Y, es igualmente, evidente que uno de los principales retos de los españoles en estos tiempos es “enfrentar con rotundidad esos desequilibrios territoriales”.
En Teruel una fuerza política de estas características fue la más votada en su provincia, consiguiendo un diputado y dos senadores. Por tanto, la España Vaciada considera que “es necesario estar presentes en las instituciones para tener capacidad de influencia en las medidas políticas que nos afectan”. Bien harían otras formaciones con tener en cuenta este movimiento, pues, de seguir por los actuales derroteros, la presencia en los ámbitos de estos nuevos moradores podría dar el vuelco electoral en muchas provincias. Son pocos, pero unidos, pueden dar más de un susto a los partidos tradicionales y a los de más reciente creación.
Ciertamente, que, como bien dicen ellos, “es el momento de avanzar con decisión para empezar a resolver, de manera urgente, el grave problema de la despoblación y de los desequilibrios”. Reiteran que trabajarán para “definir la forma más adecuada de encauzar esta nueva estrategia, apostando, como siempre, por el diálogo y el consenso entre todos”. En la última toma de contacto, en la que participaron 28 de estos colectivos y plataformas, se aclaró que “deben seguir con su identidad y trabajo, siendo el cauce de participación para recoger la sensibilidad y los problemas de los habitantes de los territorios, así como para trasladar sus demandas y propuestas a las instituciones”.
Razón no les falta. Esperemos que sigan organizándose en tan loables tareas y cuenten con el apoyo general que necesitan. España no tendrá así las dos diferentes versiones de que, en una parte, por desgracia, hace gala Guadalajara.