
Laura Lomas en su Atelier. // Fotografía: Jorge Barba Cuesta.
Por Almudena García*
Acaban las Navidades, recogen sus cosas y se van. Hasta verano, un año más. Ya es el quinto de esta rutina, llega el veintitrés de diciembre y todos vuelven a casa pero, después, se marchan. Hablo de mis amigos, los que están fuera, los que un día decidieron que no podían más, que no toleraban un contrato precario, un abuso y una desilusión más. De un lado están ellos, los que llaman “valientes” porque cogieron los retales de su vida y, con mucha pena, levantaron vuelo y salieron de Guadalajara. Y sí, hay que ser muy valiente y muy fuerte para ver como envejecen tus padres por Skype, como todas las noticias buenas se celebran a distancia, como no estás cuando te necesitan o tú los necesitas. Sé que hay que ser valiente porque un día, por un espacio muy corto de tiempo, yo estuve en esa situación. Sigue leyendo