El mundo del toro alcarreño está de luto. El fallecimiento del ganadero y empresario taurino Felipe Gómez Espada ha caído como un jarro de agua fría en cualquiera que fuera aficionado a los festejos con reses bravas que se celebran en la provincia, donde se había convertido en todo un referente a pesar de la voraz competencia que existe en este negocio.
Pocas alegrías había tenido el sector taurino hasta la fecha. Sin espectáculo en los ruedos, salvo algunos intrépidos recortadores; sin desencierros por las calles y con los campos, por una vez, libres de soportar las locuras transitorias de perseguir morlacos hasta la extenuación para darles matarile de un plomazo antes de caer el sol; todo hacía presagiar que 2020 no tendría hueco para que el aficionado lo celebrase. Y, sin embargo, el año en el que no hubo toros, los encierros de la capital alcarreña se han puesto a la altura para ser catalogados como un acontecimiento lo suficientemente llamativo como para ofertarlo con el sello de turísticamente interesante en esta región. La Consejería de Economía, Empresas y Empleo, a través de su Dirección General de Turismo, daba luz verde a la solicitud planteada por el Consistorio guadalajareño con apoyo mayoritario de la Corporación.
En estos tiempos que corren en los que cada conducta se mira con lupa, pues de ello en muchos casos depende que se puedan producir los tan temidos rebrotes y sus consecuencias más veniales, en las últimas fechas han tenido lugar algunos acontecimientos en los que la manera de actuar por parte de quienes los organizan y fomentan ponen de manifiesto la implicación y seriedad con la que se están tomando un tema tan serio como es este de la pandemia, que ha mandado ya a la vida eterna a centenares de miles de personas en nuestro país.
Una estocada de muerte. Así puede calificarse lo que ha supuesto la pandemia por Covid en el sector taurino, que ya valora las perdidas en millonarias y cuantifica en elevados los riesgos de que algunas ganaderías no puedan contener la embestida de la inactividad y la crisis económica y acaben cerrando. Ganaderos, toreros y empresarios siguen echando cuentas a la espera de conocer los pormenores de la tan deseada fase de desescalada, anunciada ayer mismo después de mes y medio de confinamiento. Si la situación no mejora, se quedarán en el campo alrededor de 20.000 toros que se liquidan en plazas y calles cada año, cuya crianza se valora entre 4.000 y 5.000 euros por animal.
Una fiesta más que pudo virar en tragedia. Fue en Atanzón. Durante su feria chica donde, de nuevo, se dieron tres elementos que sumados son un coctel mortífero. Los toros a su libre albedrío, la edad y la inconsciencia de algunas personas en la medición del peligro. Hace unas semanas, en Horche un toro soltado al campo apagó la vida de un anciano a base de embestidas y cornadas. En Atanzón sucedió algo parecido. Aunque esta vez la suerte se alió con la víctima que, a pesar de la aparatosidad de la cogida, vio la luz y se recupera en la UCI donde fue ingresada en estado crítico. La mujer andaba entre los participantes del festejo sin que nadie se percatara del peligro que corría. Ni tan siquiera ella misma.
Y, sin embargo, a pesar de estos dos ejemplos no ocurren más tragedias porque como dicen los devotos “Dios no quiere”. Los festejos taurinos populares continúan albergando un cúmulo de irregularidades en materia de seguridad difícilmente atajables, que los convierten en especialmente peligrosos para el público y donde es habitual que se produzcan situaciones de riesgo constante para el público general.
Si bien es cierto que la legislación taurina se ha endurecido de manera considerable en aras de mejorar la seguridad de los participantes y espectadores con normativa específica que se ha prolongado incluso en el refuerzo de la asistencia sanitaria, el control sobre este tipo de espectáculos continua siendo insuficiente y, por tanto, proclives a sucesos fruto del desconocimiento de las normas.
El hecho de que estos acontecimientos vayan acompañados del adjetivo de ‘populares’ los convierten en especialmente peligrosos en la medida en que la línea que separa al público que acude a presenciarlos y los participantes que se involucran en ellos es tan tenue que permite a unos y otros traspasarla sin apenas ningún tipo de impedimento legal salvo la edad, dificultando en su caso la labor de quienes deben garantizar la seguridad dentro y fuera del recorrido del festejo en cuestión. Y tampoco ayuda el intercambio constante de responsabilidades que los agentes del orden público y los organizadores de este tipo de festejos tienen. Es habitual encontrar escenas donde la autoridad policial insta al máximo responsable del evento a llevar a cabo esa tarea de control del espectáculo al mismo tiempo que éste le recuerda que es su deber sancionar a quien incumple la normativa. Y unos por otros, la casa sin barrer y en el peor de los casos la ambulancia sonando.
Es curioso como en la celebración de otros tipos de acontecimientos populares, tal como las carreras a pie o ciclistas, la acotación de la figura del espectador y del participante es más evidente, de manera que unos y otros cumplen con el papel que han adoptado previamente. Esa identificación que se lleva a cabo a través de numeraciones en los participantes u otros distintivos permite no sólo a ambos ocupar el espacio previamente determinado para cada uno, sino distinguirse y respetarlo de acuerdo con unas responsabilidades y garantías previamente establecidas para cada caso. Quizá vaya siendo el momento también para que en los espectáculos taurinos populares se lleve a cabo una distinción previa de aquellos que acuden con intención de participar y, al mismo tiempo, separarlos del público presente. Eso ayudaría a garantizar la seguridad tanto por parte de las fuerzas del orden como por los propios organizadores del festejo a la hora de establecer las pautas necesarias requeridas para evitar cualquier incidente.
En suma con lo anterior, otro tipo de medidas como la inscripción previa de los participantes al festejo en cuestión o su limitación a un número determinado en función de las características del festejo podrían ayudar a tomar conciencia del papel que adoptan cuando acuden a este tipo de acontecimientos y sus posibles consecuencias.
Sin duda alguna, el reto es complicado en tanto que iniciativas como las planteadas chocan frontalmente con una tradición en el modo de desarrollarse de este tipo de espectáculos que suele ser poco propensa a aceptar de buen grado los cambios. Y ante la que el único argumento que vale es el de no hay nada más bonito que, después de un día de toros, llegar a casa sano y salvo.
El Rugby Guadalajara XV Jabalí. Foto// lacrónica.net
Por Sonsoles Fernández Day
La tentadora ventaja que tiene escribir en un blog de opinión es que puedes hacerlo de lo que te dé la gana. De igual manera, el peligro que esto conlleva es meterte en un jardín del que te puede costar salir. Poco a poco voy acumulando información leyendo lo que se publica en los diarios locales y escuchando a mis amigos que me cuentan sus vivencias y mosqueos variados. No voy a vaciar el orinal por la ventana al grito de ¡agua va!, no conviene sacar más porquería y además yo soy muy limpia, a mí me encantaría echarle a alguno un cubo de agua helada por la cabeza, cual iced bucket challenge pero sin fines solidarios, más bien una llamada de atención.
Previsión de la Agencia Estatal de Meteorología para estos próximas días. // Aemet.es
Por Álvaro Nuño.
Aunque a los de Guadalajara nos parezca mentira tras un día de fiesta total y ya inmersos en el viernes de la Semana Grande, el mundo sigue girando y el resto del país parece que corre a otro ritmo que el de los habitantes de la capital, que parecemos pensar sólo en estos días en con quién vamos a quedar y dónde para pasárnoslo lo mejor posible. La oferta esta semana es amplia y variada y hasta hoy el tiempo ha acompañado con las salvedades de un viento un poco fresco y alguna noche más fría de lo normal. No en vano, entre el vestuario de las peñas, aquí nunca ha faltado la bata o la sudadera -ambas prendas de manga larga-, conscientes de que en este mes de septiembre, a partir de cierta hora la manga corta se queda demasiado corta. También no son pocos los que piensan que el primer cohete del primer encierro del jueves rasga el cielo de Guadalajara y eso llama a la lluvia.
Julio Establés (dcha.) revisa del recorrido del encierro junto a Alfonso Trillo (izda.), Javier de Irízar (centro) en el año 1989. Fue el primer encierro en el que Establés dirigió el operativo de seguridad.
Por Julio Establés (*)
Debo confesar que siento una sensación extraña a la hora de escribir estas líneas para El Hexágono. Cuando me pidieron que relatara cómo ha sido la organización de las Ferias de Guadalajara, no me lo pensé dos veces. Acepté el reto pensando que era coser y cantar, pero, a la hora de la verdad, he visto que es más difícil de lo que yo creía.
No obstante, voy a procurar plasmar algunas de las pinceladas del trabajo interno que llevamos a cabo en la Policía Local, de aquello que los ciudadanos no ven, y que al fin y al cabo es fundamental para que las Ferias transcurran con seguridad y tranquilidad. Vamos, que “no seamos noticia”, como solemos decir.
El toro de Iriépal frente al niño que quedó encaramado en una ventana. //Foto: YouTube
Por Patricia Biosca
Ya amenaza la noche y llega un vídeo al WhatsApp. Veo por encima algo así como “encierro Iriépal”, pero me da pereza abrirlo. Sin embargo, causa tanta polémica en el grupo en el que lo comparten que ya, movida por el “chumeteo” (palabra propia alcarreña que quiere decir “cotilleo”), lo veo. Las imágenes son de mala calidad y, al principio, no me entero de mucho. Veo unos barrotes delgados, un toro que se cuela en una calle y gente corriendo. Y de repente, un carrito volando por los aires y la expresión pixelada del verdadero terror. Un niño, nervioso, encaramado a unas verjas con un astado de cientos de kilos observando desde abajo. Mirada de pánico que se clava en el pecho solo al intuirse. Sigue leyendo →
Escenas como esta se suceden cada verano por numerosos pueblos de la provincia
Estamos a punto de comenzar la temporada festiva de nuestros pueblos y con ella una tradición que no deja de ganar adeptos cada año que pasa aunque no por ello esté exenta de polémica, los encierros por el campo. Guadalajara es la provincia castellano-manchega donde más extendidos están este tipo de festejos que, sin embargo, en algunas comunidades como Madrid o Cataluña han sido prohibidos hace algunos años. Tal es la afición que incluso alcaldes de pueblos limítrofes con nuestra provincia como los Santos de la Humosa, Camarma, Meco o Valdeavero, hablan de una auténtica migración de sus ciudadanos hacia Guadalajara los días que hay encierro por el campo. Sigue leyendo →