Julio de 1936: Cuando los oprimidos dijeron «no»

MIlicianos leales a la República, en el momento de arrestar al líder de la sublevación fascista en Guadalajara, comandante Ortiz de Zárate

MIlicianos leales a la República, en el momento de arrestar al líder de la sublevación fascista en Guadalajara, comandante Ortiz de Zárate

El comandante fue ejecutado junto al puente del Henares, el 22 de julio del 36

El comandante fue ejecutado junto al puente del Henares, el 22 de julio del 36

Por Juan Pablo Calero Delso *

En la última década del siglo XIX el periódico El Atalaya de Guadalajara publicó una serie de artículos en los que algunas personalidades locales ofrecían su particular respuesta a la pregunta: «¿Es pobre o rica la provincia de Guadalajara?». La mayoría destacaban la excelencia de sus materias primas mineras y madereras, la fecundidad de su producción agrícola o ganadera y la abundancia de sus ríos; el ingeniero anarquista catalán Celso Gomis, que la visitó en 1882, apuntó: «¡Si esta agua la tuviésemos en Cataluña, pensaba yo para mis adentros, qué de fuerza desarrollaría, cuántas máquinas pondría en movimiento, a cuántos cientos de brazos daría trabajo!». Si no faltaban los recursos, tampoco escaseaban los capitales, pues aquí tenía su solar la más opulenta aristocracia de aquel tiempo: los Infantado, los Osuna, los Figueroa, los Desmaissieres…

Sin embargo, Guadalajara fue una de las provincia menos desarrolladas, porque las familias que la dirigían con mano firme desde las décadas finales del siglo XVIII antepusieron sus intereses particulares al bien común y, para disfrutar sin disputa del poder político y manejar a la provincia y sus habitantes a su antojo, entorpecieron su progreso económico: una provincia empobrecida condenaba a la indigencia a sus habitantes que, para su simple supervivencia, dependían de los favores del poder político. Fue así como la élite liberal de Guadalajara disfrutó de una autoridad incontestable y se acostumbró al ejercicio altivo del mando. Su red clientelar cubrió con su manto hasta el último pueblo.

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Puro oportunismo

Padrino

Luis Padrino, alcalde de Almoguera // Foto: La Crónica

Por Óscar Cuevas

En la pugna política hay fronteras frágiles y delgadas. A veces son tan sutiles, estas líneas imaginarias, que se traspasan con facilidad. Así, es relativamente frecuente que lo audaz caiga en lo temerario, que lo que pudiera parecer cercano se convierta en populista, que un argumento sencillo cruce al lado de la demagogia, o que lo que en un político puede parecer habilidad, lo que esconda, en el fondo, sea mero oportunismo.

En los últimos días hemos visto ejemplos llamativos de este «oportunismo político». Incluso diría que algún caso ha ido más allá, cayendo en el pozo de la falta de decoro. Yo les voy a hablar de 3 casos.

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Regino

Por Óscar Cuevas

Prisioneros nazis

Prisioneros de un campo de concentración nazi, en 1945

Quizá el nombre de Regino González Cobo no les suene de nada. Y sin embargo, en un país normal no deberíamos ignorar de quién se trata. Si en este país se hiciera el necesario ejercicio de reconocimiento a nuestros héroes, a Regino deberíamos conocerlo todos; al menos todos los que vivimos en esta comarca del Valle del Henares. Y les reconozco que, trabajando para escribir este texto, he tratado de localizar su pista con ese monstruo «todolosabe» que es Google. Pero ni rastro.

Hace mucho que no he oído hablar de él, aunque estoy prácticamente seguro de que habrá muerto hace tiempo. Sería lo normal, pues si Regino siguiera vivo ahora tendría la friolera de 103 años, y supongo que el hombre no habrá llegado tan lejos. Tenía 90 cuando supe por primera vez de su tremenda historia. Fue en 2002, y nos la contó a través de las páginas de «El Decano de Guadalajara» el propio protagonista, en una entrevista que le hizo un añorado compañero, también fallecido hace unos años, como era Luis Pedroviejo «Pasiterec». En fin. No les entretengo más: Regino González Cobo era el preso número 4.212 del campo de concentración nazi de Mauthausen, del que logró milagrosamente salir con vida. Aunque nacido en Segovia, en su vejez vivía con un hijo, en Villanueva de la Torre. Un guadalajareño más, en suma.

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