
La Caballada de Atienza, fiesta de interés turístico nacional.
*Por Tomás Gismera Velasco
Hoy, domingo de Pentecostés, Atienza rememora la liberación del rey Alfonso VIII, un hecho acaecido por el año de 1162. Celebra La Caballada.
¿Quién en la provincia de Guadalajara o en Castilla no ha escuchado alguna vez el relato que la origina? Su comienzo es sencillo: unos simples arrieros se aliaron para mantener la independencia de su rey y de su reino. A partir de ahí la historia se viene repitiendo año a año a través de los siglos.
Es la tradición provincial que más páginas ha dado a la literatura histórica, y la que conserva el legado de mayor riqueza museística. Es en la provincia, además, la primera fiesta en ser declarada de “Interés Turístico Nacional”, también lo es provincial.
Hoy se acercarán hasta Atienza cientos de personas para admirar cómo, una vez más, quienes mantienen las raíces de la historia rememoran una gesta que se nos pierde en el tiempo, y tras ver el desfile de los cofrades como lo hicieran sus antepasados con el rey de Castilla, nos dirán: ¿Y esto es La Caballada de Atienza?
Muchas de las personas que acuden la ven como un espectáculo por y para cuarenta caballeros, en donde no se da participación al pueblo o al visitante. Lo cierto es que cualquiera que asista a cualquier representación festiva acudirá de espectador.
Si que hay algo de cierto en eso de que La Caballada es de sus cofrades. La Caballada, al contrario que otras representaciones festivas, no aporta demasiado al divertimiento de los visitantes y poco puede hacer por entretenerlos, salvo ofrecerles la autenticidad y austeridad de lo propio, de la Castilla íntegra, de la realidad histórica de nuestra tierra. Lo que los visitantes no conocen es que La Caballada la suelen pagar sus componentes.
No ha tenido mucha suerte La Caballada con los alcaldes de la villa que, al contrario de lo que hacen otros con las tradiciones de sus localidades, debieran de haber levantado y continuar levantando la bandera de la tradición. Tampoco ha tenido suerte en la primera institución provincial, donde los representantes de la comarca debieran de haberla defendido. De haberlo hecho, la mimada fiesta casi institucional de los festivales de Hita, con la que maliciosamente se nos suele comparar, hubiera quedado chica. En Atienza no había nada que inventar, en Hita todo. Y mientras los festivales de Hita parece que tienen asignación institucional, La Caballada ha de acudir en solicitud de ayudas, como tantas otras fiestas y tradiciones, cuando debiera de ser la primera en recibirlas, por historia, significado y antigüedad.
Todavía, en los tres años que ocupa el cargo, no he escuchado hablar de La Caballada, con la propiedad que debiera de hacerlo, al señor diputado de Turismo, que para eso es natural de Atienza y su representante en Diputación. A lo mejor lo hizo -yo no lo he escuchado-, y nada hay que más orgullo acompañe la sangre que enorgullecerse de su propio pueblo, el solar de sus mayores, y de sus tradiciones cuando como esta levantan una bandera que es orgullo castellano a través de los siglos; si así no se hace mal asunto. Algo falla. Quien no vela por lo propio, mal lo hará por lo ajeno.
Eso sí, podrá el señor representante de Atienza alzar otra bandera: Durante su permanencia como diputado ha sido la primera vez en 35 años que La Caballada de Atienza no ha recibido un céntimo de la Excelentísima Diputación Provincial como colaboradora de la tradición desde que se institucionalizaron las ayudas.
Enorgullecen a sus pueblos los alcaldes y representantes que tratan de conseguir el mayor beneficio para sus nuevas e inventadas tradiciones festivas con las que tratan de promocionar el turismo de sus respectivas localidades; lo triste es que se arrincone con ello la Historia y la tradición de mayor solera en la provincia, en la comunidad y puede que en España. A lo mejor esto no lo conocen los señores diputados. Y bueno es que lo sepan, ya que no sólo de la afición a la fotografía ha de vivirse. De la afición por fotografiarse, tal día como hoy, junto a quienes mantienen la raíz histórica atencina.
El Ayuntamiento de Atienza debe de ser colaborador necesario en la festividad, para poder engrandecer una de las páginas más gloriosas de su villa; y el pueblo, también el pueblo de Atienza. Y el comercio turístico de Atienza, a fin de cuentas, único beneficiario económico del día en un pueblo condenado a vivir de la visita turística.
El actual Secretario Fiel de Fechos, velando por la tradición y en nombre de la Cofradía debe de haber perdido la cuenta de las veces que ha hecho el camino de la pasión, o dicho más cristianamente, de las veces que ha subido y bajado las escaleras de las instituciones provinciales mendigando unas ayudas con las que engrandecer la festividad y que, cuando llegan, no cubren la décima parte del presupuesto. En otras ocasiones son negadas.
De acuerdo en que estos son años de recortes, a pesar de que recortar al pobre parece un poco triste. Sobre todo cuando del pobre se hace bandera. Por pocos lugares no se muestra el orgullo provincial hacía La Caballada sin saber, quienes no conozcan el detalle, que los gastos de la fiesta, si de fiesta se trata, los pagan sus cofrades que al margen de clases sociales o ideas políticas mantienen una sola devoción: la permanencia de la tradición. En unidad.
Por no ahondar mucho en el tiempo, apuntaré que en el pasado ejercicio parece ser que los festivales de Hita recibieron una colaboración económica de la Diputación 6.000 veces mayor que la recibida por Atienza, que no recibió nada. Así ya se puede sacar pecho.
En los últimos años, el Ayuntamiento de Atienza colabora con 300 euros, lo cual no es demasiado contra los 12.000 de media que se reparten de escote para el pago de la festividad entre los cuarenta y tantos caballeros que mantenemos con la ilusión con la que lo hicieron nuestros ancestros la memoria de la historia de Atienza. Por supuesto que nada recibe de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Aun así, estirando el escote, La Caballada, en los últimos años, está dando el ejemplo que no dan algunas instituciones, ni por supuesto otras fiestas o tradiciones de las últimamente inventadas. Estirando el escote ha programado conferencias, exposiciones, e incluso, dando participación al pueblo, ofrece conciertos de música tradicional y degustación de productos en la plaza Mayor. Sin contar con la institución de un ya consagrado certamen fotográfico. Lo cual es digno de todo reconocimiento y que debiera hacer pensar a quienes tienen capacidad de decidir.
Ahora en Atienza se vienen celebrando desde hace un par de años unas jornadas medievales, imagino que con colaboración provincial y local. Desconozco el presupuesto, pero probablemente ofrecer al visitante del domingo de Pentecostés ese día, para el que tiene medio camino andado, engrandecería la tradición por excelencia de la villa, y de la provincia. Ambas cosas, bien organizadas, son compatibles. Atienza ganaría muchos enteros, también La Caballada y quienes visitasen el pueblo.
Mientras tanto, quienes sentimos esa veneración necesaria por las raíces de lo nuestro continuaremos cabalgando, a pesar de ese sentimiento que nos hace sentir el desaire institucional, recordando que un día, allá por 1162, nuestros antepasados pusieron en el trono de Castilla a uno de los reyes que mayor huella dejaron en el tiempo, Alfonso VIII. Lo cuentan los libros de historia. La de la Caballada de Atienza también está en los libros, para quienes deseen documentarse en torno a ella, y se hace presente cada domingo de Pentecostés.

Tomás Gismera Velasco
*Tomás Gismera Velasco (Atienza, 1958), es escritor e historiador. Tiene publicada una docena de libros en torno a la Historia, costumbres y personajes de la provincia de Guadalajara. Igualmente y como colaborador de prensa, decenas de artículos en torno al costumbrismo, la Historia y la etnografía. Es fundador y director de la revista digital Atienza de los Juglares. Cofrade de La Caballada desde hace 30 años, es igualmente autor de los libros La Caballada de Atienza (Zaragoza, 1994), y La Caballada de Atienza, historia y tradición (Guadalajara, 2009).