Por David Sierra
Se les pusieron los ojos como platos cuando en la curva apareció un enorme dinosaurio de dimensiones desconocidas. Era el mundo de Parque Jurásico ante ellos. Los muchachos estaban impacientes, pero la espera había merecido la pena. Impresionaba. Los cohetes lanzados al aire iban marcando el ritmo a la vez que anunciaban la llegada del desfile, aunque las posiciones del público ya estaban tomadas con antelación decenas de minutos. Era la primera de veinticinco carrozas perfectamente decoradas. Cada una con un motivo que le daba sentido a todo el conjunto. El espectáculo había comenzado en Azuqueca de Henares unos minutos antes de que en Guadalajara terminara el bochorno de Ferias.

Carroza de Parque Jurásico en Azuqueca de Henares. / Foto: Nueva Alcarria.