Por Sonia Jodra

Tras dos años sin fiestas, es hora de retomar las preocupaciones que dejamos aparcadas durante un tiempo por la pandemia. El Ayuntamiento ha hecho pública esta semana su voluntad de organizar unas ferias de septiembre con cambios importantes en los que se tendrán en cuenta las inquietudes manifestadas por la ciudadanía en la encuesta realizada a este efecto hace un par de años. La Navidad en el eje Concordia-San Roque parece que marcó el camino que seguirán los festejos septembrinos.
Se trata de un cambio de calado, con partidarios y detractores casi a partes iguales, que precisa de decisiones políticas valientes que muestren ese cambio que los festejos de la capital parecen necesitar desde hace algún tiempo. A las puertas de la Feria de Abril, en estos días se habla de 900 millones de euros que la Feria de Abril deja en Sevilla. El ocio, la cultura, la celebración y la diversión son industrias que generan actividad económica en los municipios, que dinamizan las ciudades y pueblos y que sustentan una forma de arraigarse con el territorio en el que residimos.
Como no todo son beneficios, lo cierto es que la fiesta genera ruido, suciedad, molestias, cortes de tráfico, deterioro del patrimonio y conflictos. Por eso es necesario invertir en organización, en seguridad, en limpieza y en mantenimiento. Y colocando lo bueno y lo malo en la balanza de la gestión, lo más probable es que todo oscile hacia el platillo de las fiestas que Guadalajara debe celebrar este año por todo lo alto, para celebrar que hemos superado un momento de dificultad que, aunque probablemente no nos ha hechos mejores, sí nos ha hecho reflexionar sobre el verdadero valor de estar juntos, de compartir y de festejar cuando se puede.
La famosa encuesta, elaborada por el Ayuntamiento entre el 12 de diciembre de 2019 y el 15 de enero de 2020, con 30 preguntas sobre el modelo festivo de la capital, señalaba que el 80 por ciento de los encuestados no está conforme con el actual modelo de Ferias y Fiestas, y un 73 por ciento consideraba que la Semana Grande supone un revulsivo económico para la ciudad. El 56 por ciento de los 2.125 formularios válidos eran de mujeres y el 44 por ciento de hombres. El rango de edad de participación mayoritario, con el 32 por ciento, fue el de entre 26 y 35 años.
El 76,3 por ciento de quienes participaron en la encuesta consideraba que la ubicación del recinto ferial no es buena, el 76,5 por ciento quería a las peñas dentro de la ciudad y el 82 por ciento prefiere que todas las actividades se desarrollen en el casco urbano. Para el 60,5 por ciento la ubicación correcta para los conciertos son las pistas de atletismo de la ‘Fuente de la Niña’ y el 54 por ciento cree que la oferta cultural debe mejorar.
Esos son los datos con los que el Ayuntamiento debe tomar este año las decisiones relativas a ese nuevo modelo festivo. Un modelo festivo que se quebró hace casi dos décadas y cuyo actual planteamiento fue fruto de las protestas vecinales de los vecinos de la zona del Ferial y alrededores. Las ferias de Guadalajara se celebraban en el mes de octubre a principios del siglo XX en el Parque de La Concordia. Durante los años 70 la ciudad había visto multiplicarse su población gracias al éxodo rural y las ferias buscaron más espacio en el recinto de Adoratrices, donde llegaron ya con la fecha de celebración adelantada al mes de septiembre. Allí se celebraron durante 30 años en el que las atracciones y, sobre todo, las peñas comenzaron a crecer en número de miembros con la organización de verbenas y actividades lúdicas que incrementaron las molestias generadas a los vecinos y a las vecinas de las calles en las que se ubicaban sus carpas y locales.
El proyecto de construcción del primer gran centro comercial de la ciudad, Ferial Plaza y El Corte Inglés, contemplaba ya la habilitación del espacio contiguo para recinto ferial. El proyecto nació pequeño, limitado, con las plazas de párking del centro comercial destinadas a albergar puestos de feria durante el período festivo y con la salida del ruido y las molestias de la feria lejos del centro urbano, cruzando incluso la Autovía para establecerse en su nueva ubicación. Desde 2008 las ferias están fuera de la ciudad. Con las atracciones tuvo que marcharse un número importante de peñas, que se instalaron en las carpas del nuevo espacio. El traslado llegaba tras el enfrentamiento que durante años mantuvo la Asociación de Vecinos “Ferial, Panteón y adyacentes” con el Ayuntamiento, con sonadas protestas en algún pregón inaugural de las fiestas y diversas denuncias que tuvieron como resultado la resolución de la Defensora del Pueblo de Castilla-La Mancha con fecha 13 de Junio de 2006, en la que se recordaba al Ayuntamiento “su obligación de ejercer de forma efectiva sus competencias de organización y control de los eventos lúdicos, con especial atención al control de actividades molestas durante las fiestas patronales”.
Y ahora llega la hora de los valientes. La hora de quitarle la sordina a la fiesta. La hora de considerarla como una inversión que genera actividad económica y alegría.