Por Sonia Jodra

Cantar el “Cara al sol” entre ginebras caras, canapés delicatessen y relojes de lujo es una falta de respeto hacia los miles de familias que en nuestro país tienen en su árbol genealógico reciente la huella de la represión franquista. Es una falta de respeto hacia los miles de personas que fueron obligados a cantar esa canción como muestra de sometimiento y anulación del pensamiento libre y diferente. Pero, sobre todo, es una ilegalidad. Por eso el gesto protagonizado el pasado 31 de diciembre por el ex alcalde del PP de Cabanillas, Jaime Celada, los dueños del restaurante Bureo y algunas otras personas no es inocuo. No es momento de normalizar acciones contrarias a la Ley de Memoria Democrática. Es momento de ser contundentes contra quienes no creen en la legitimidad de nuestra democracia como garante de la reparación que las víctimas merecen.