
Cospedal y Aznar, en el mitin que dieron en el Hotel Tryp de Guadalajara en mayo de 2011. // Foto: PP de Guadalajara.
Por Rubén Madrid
Advertencia: Antes de comenzar a leer el artículo de hoy, le conviene saber que este texto versa sobre presupuestos estatales y regionales. A pesar de ello, se ha limitado la inclusión de cifras, se ha escogido un planteamiento esquemático y se ha forzado la utilización de metáforas, preguntas retóricas y otras figuras literarias que a buen seguro mermarán el rigor del contenido pero facilitarán la comprensión lectora. En cualquier caso, si tras la lectura advierte síntomas de fiebre, vómitos o diarrea, acuda cuanto antes al centro de salud más próximo.
Los mismos PGE de siempre. El diputado Antonio Román compareció el lunes con otros compañeros alcarreños de su partido en el Congreso y en el Senado para hacer la lectura positiva de rigor acerca de los Presupuestos Generales del Estado. A pesar de los esfuerzos, su versión no ha podido ser menos entusiasta: el también alcalde destacó, como lo hizo también el Twitter oficial de su formación, tres inversiones de las cuentas que Madrid ha diseñado para el próximo año: la tercera conducción de Aguas del Sorbe, las obras para los ribereños y el Parador de Molina.
Relean con atención: la tercera conducción de la MAS (que también llamábamos tercera tubería), las obras para mejorar el abastecimiento a los municipios de Entrepeñas y Buendía y el tan debatido Parador de Molina. Es decir, los diputados del PP en el Congreso y en el Senado nos venden estos días los presupuestos generales del estado (PGE) de 2014 con el mismo spot publicitario con el que lo hicieron los diputados socialistas en el último año de la anterior legislatura. Las partidas presupuestarias ya no sólo saltan de ejercicio en ejercicio, sino que cubren ciclos legislativos completos. Como la tan cacareada deuda, también las inversiones estrella del PP son herencia de Zapatero.
Anuncia Román que nos cae del cielo un maná con cierto sabor rancio a estas alturas. Pero intenta jugar al despiste cuando se vanagloria de que la ‘inversión’ estatal ha aumentado en la provincia durante los años de gobierno de Rajoy: según estos números, si en 2008 se ‘invirtieron’ 42,2 millones, en 2014 han sido más de 82 y en 2015 serán 89,2. Y yo les pregunto: ¿de verdad se invirtieron? ¿A quién pretenden engañar? ¿Por qué no dicen cuántas de las partidas presupuestadas quedaron intactas?

Román y el resto de parlamanterios nacionales del PP por nuestra provincia, en una comparecencia del lunes. // Foto: PP de Guadalajara.
Porque a los 82 millones de euros que supuestamente se habrían invertido en el año en curso hay que restarles todo ese gasto que no se está empleando, que figura pero no circula. Por eso la única comparación válida sería la del gasto previsto para el año que viene con el dinero invertido realmente en este, y no con todo el humo proyectado. Si Rajoy -como antes Zapatero- hubiese dado salida a todos los ceros previstos para nuestra provincia, no sólo daríamos por buenos esos supuestos aumentos presupuestarios de año en año, sino que hace tiempo que la tercera conducción, las obras de los Ribereños y el Parador serían realidades. Las cuentas, dejemos ya de marear la perdiz, no suben ni bajan, simplemente se repiten.
Del dicho al ‘techo’ hay poco trecho. ¿Y qué me dicen de los presupuestos regionales? ¿Qué hay de la Autovía de la Alcarria? Aseguró Cospedal en una vista a Pastrana de 2011 que la tan demorada infraestructura se comenzaría a construir durante su primer mandato, que ciertamente no sería llegar y besar el santo porque no estaba el horno para bollos, pero que lo abordaría al final de esta legislatura. Anunciaba así su compromiso, subrayaba, «sin trampa ni cartón».
Seguimos esperando. Porque también los Presupuestos Regionales se han ido calcando de año en año. Y si varían, es a la baja: se cae la inversión para el campus, ahora que habíamos amagado con tomárnoslo en serio; y se despista la del Hospital hasta el punto de que donde tenía que estar y estuvo ya no está, aunque vuelve a aparecer en las ruedas de prensa en una suerte de presupuestos verbales que son más cuentas de la vieja que cuentas oficiales. Si acaso, quizás y tal vez la partida está pero versa, nos dicen en Toledo, sobre análisis del proyecto. Si unos presupuestos son una declaración de intenciones, juzguen ustedes: tres años después andamos haciendo análisis del proyecto.
Sabíamos de sobra que no era fácil la cuadratura de los números con un techo de déficit que nadie está dispuesto a saltarse ni siquiera por imperiosa necesidad y con un pago de intereses que en la región obliga a dedicar cada año más de 2.000 millones de euros (ya saben: en caso de naufragio, la banca primero). Así que del dicho al techo de gasto hay poco trecho. Qué pocas alegrías nos reservarán en esta provincia las cuentas autonómicas que la rueda de prensa más entusiasta hasta ahora ha versado sobre políticas de familia.
Pero es que esta legislatura ha demostrado que la paralización de la vida política no sólo afecta a las grandes inversiones. El equipo de Cospedal sigue calentando con el ánimo de entrar al terreno de juego, si acaso, en el tiempo de descuento. Lo ha demostrado Echániz. La firma del convenio sanitario con la Comunidad de Madrid sigue esperando desde el primer minuto. Nos dice ahora que se firmará. Lo ha anunciado en decenas de ocasiones: en plasma y en directo, con tam-tam y con señales de humo las más de las veces… y el convenio, en el mejor de los casos, estará listo para los últimos meses de la legislatura.
También la Junta está dejando las reformas del Teatro Moderno y la cesión del espacio al Ayuntamiento, consabidos desde hace meses, para las postrimerías de la legislatura. Con suerte en los prolegómenos de la campaña podrá abrir el teatro que el propio consejero Marín ordenó cerrar. Entre tanto, más de lo mismo, tres años de gestión perdidos. Como se perdieron dos en Recópolis y en Los Casares, como se siguen perdiendo en los centros de interpretación y en casi cualquier infraestructura cuya llave haya tenido la mala suerte de caer en manos de este político cuyo balance consistirá, de nuevo si todo va bien, en tres años y medio de agresiones y digresiones y sólo medio de gestión productiva.

La directora general de Impacto Ambiental, Matilde Basarán, y Guarinos, en Torija.
La impronta de Guarinos. A lo más que están logrando llegar los ejecutivos del PP es a acabar algunos de los proyectos que ya habían sido diseñados por ejecutivos socialistas. En Diputación es evidente: las tres inauguraciones más importantes a las que hemos asistido a lo largo y ancho de la provincia en los últimos tiempos han sido el Centro de Interpretación de la Casa del Cordón de Atienza, un proyecto ‘made in Pérez León’, la apertura por fin del nuevo museo de los tapices flamencos de la Colegiata de Pastrana, un anuncio que realizó el expresidente Barreda en Guadalajara tras la restauración de las telas en Bélgica, y la construcción del tercer vertedero en la planta de tratamiento de residuos de Torija, que se ha llevado a cabo con un retraso inaceptable: se ha puesto en marcha en 2014 cuando el propio vicepresidente Robisco aseguraba en 2011, cuando el segundo vaso estaba ya repleto, que era «urgente».
Por lo demás, siguen jugando a bomberos pirómanos (sin construir el parque de Sacedón, por cierto), solucionando ahora los propios problemas que se crearon desde dentro, como restituir el premio Manu Leguineche y poner sobre el escenario a una Banda Provincial de Música que sólo peligraron con la llegada del nuevo equipo provincial a la Plaza de Moreno. Admitamos que Guarinos ha contado con muchos menos recursos que Pérez León, pero la cosecha de frutos en su paso por el mismo despacho no resiste una comparación. Todavía estamos esperando una idea reveladora, una campaña turística, una obra fundamental con su rúbrica que vaya a quedar en la memoria de este mandato en la institución provincial.
Lo divino y lo humano. Nos justificarán nuestras autoridades competentes que es muy fácil criticar pero que estamos en crisis, que las cuentas de las administraciones estaban tiritando cuando llegaron y que el dinero no sale de debajo de las piedras. Y nos dirán que han tenido que resolver dificultades inimaginables. De acuerdo entonces. Todos hubieramos querido dirigentes de mayor talla para enfrentarnos a dificultades tan gigantescas, pero dado que su capacidad ha resultado humana, demasiado humana, al menos que sean claros. Que hagan pedagogía y que no disimulen. Que empiecen reconociendo que han hecho lo que jamás prometieron. Porque el PP no se presentó a las elecciones de 2011 advirtiendo que dejarían la tarea para última hora ni anunciando este concurso de acreedores en toda regla que ha maniatado la capacidad de inversión real y ha reducido drásticamente la cobertura social.
Fueron ellos los que hincharon el globo de la decepción que ahora estalla entre sus manos. Tanto tiempo estuvimos los castellano-manchegos escuchando al PP que cuando gobernaran todo sería diferente que algunos nos lo creímos. Aseguraron que no prometerían lo que no podrían cumplir. Nos dijo Román que con Cospedal en Toledo se acabarían los «incumplimientos» con la provincia de Guadalajara. Nos aseguraron todas las voces de la derecha hasta la extenuación que se podían hacer las cosas de otra manera, porque en gestión eficiente nadie les podía dar lecciones.
En una comunidad autónoma que fue un feudo socialista, una de las principales explicaciones de la victoria de Cospedal no fue otra que la creencia de no pocos ciudadanos en que, ante la incapacidad socialista frente al naufragio de la crisis y tras padecer los vicios adquiridos tras más de veinte años, había llegado la hora de enviar a estos una temporada al banquillo para dar una oportunidad a quienes con tanta vehemencia venían reivindicando de una vez por todas la titularidad.

Captura de un titular de 2010 rescatado de la hemeroteca digital de ABC.
No sólo eran mejores, es que prometían El Milagro. Lo repitieron cientos de veces en campaña electoral: en 1996 habían obrado el milagro y lo iban a volver a hacer; el milagro del PP, el milagro de Aznar, el milagro de Rato serían el milagro de Rajoy, de Cospedal, de Román. Su ‘Anunciación’, lo recordamos bien en Guadalajara, culminó en el mitin que dio ‘Aznar reaperacido’ con Cospedal en mayo de 2011 en el Hotel Tryp.
Nos juraron que tenían la varita mágica, pero no era verdad. Y las excusas ya no cuelan, porque nos hemos caído del guindo. Los estúpidos no sabemos de economía, ya lo hemos dicho otras veces, pero a estas alturas tampoco somos tan tontos como para ignorar que un milagro es algo más que intentar sanear las arcas públicas aplicando unos recortes inauditos sobre las políticas sociales y diseñando unas cuentas con inversiones ficticias, como las que han vuelto a presentarnos otro año más. Ni multiplican los panes y los peces ni resucitan a los muertos. En esta legislatura hemos asistido a una maniobra de distracción detrás de otra; ¿milagros? Ninguno.