La «bomba vírica»

Por Álvaro Nuño.

No hay más que encender la radio, asomarse al televisor o abrir internet para darse cuenta de la evidencia. La temida segunda ola del coronavirus se nos ha echado encima y nos está arrasando. Si desde la semana pasada, los datos de infecciones subían ya alarmantemente en todo el país, en esta ya vuelve a ser preocupante la cantidad de contagiados ingresados en los hospitales y, lo más terrible, de todo, el aumento de fallecidos diarios. En toda España, el pasado miércoles se registraron 11.289 infectados por el dichoso bicho y 130 personas fallecidas. Pero es que el martes 22 fueron 241 y el miércoles de la semana pasada 239. Son unos datos con lo que a uno de le ponen los pelos de punta y te entrar ganas de confinarte de nuevo en tu casa y no salir ni a por el pan, agotando todo lo que te quede en el congelador.

Sigue leyendo

No poder despedirse de un padre

media asta

Banderas a media asta en señal de duelo. // Foto: nuevaalcarria.com

Por Álvaro Nuño.

No me puedo imaginar el dolor que estarán sufriendo las 105 familias de Guadalajara cuyos abuelos o abuelas, padres y madres, tíos, hermanos, sobrinos, primos o amigos hayan sido ya víctima del coronavirus. 105 muertos llevábamos ayer y se dice pronto. Tengo la terrible sensación y el hondo remordimiento de que estas 105 personas, estas 105 vidas se han marchado casi sin que nos demos cuenta. Y el goteo incesante continúa, porque el miércoles 1 eran 100 y el martes 97, y el lunes 93. Así, a una media de siete muertos diarios que seguirán en los próximos días y parece que no queramos asumir como sociedad. Creo que no estamos reflexionando -y me pongo yo el primero- sobre la gravedad de esta pandemia y sobre sus consecuencias más terribles, que no son los infectados, ni los hospitalizados, ni mucho menos el número de test que llegan o no llegan a España, ni siquiera las mascarillas y los equipos que les faltan a los hospitales y a las residencias de ancianos, ni las miles de personas que se han ido al paro en quince días, ni las decenas de empresas que se han visto obligadas a cerrar, ni mucho menos los detenidos por saltarse la cuarentena o los aplausos diarios desde los balcones. Todas esas cifras son tremendas y terribles, pero no se pueden comparar con que en menos de quince días ha habido más de cien muertos en nuestra provincia.

Sigue leyendo