No poder despedirse de un padre

media asta

Banderas a media asta en señal de duelo. // Foto: nuevaalcarria.com

Por Álvaro Nuño.

No me puedo imaginar el dolor que estarán sufriendo las 105 familias de Guadalajara cuyos abuelos o abuelas, padres y madres, tíos, hermanos, sobrinos, primos o amigos hayan sido ya víctima del coronavirus. 105 muertos llevábamos ayer y se dice pronto. Tengo la terrible sensación y el hondo remordimiento de que estas 105 personas, estas 105 vidas se han marchado casi sin que nos demos cuenta. Y el goteo incesante continúa, porque el miércoles 1 eran 100 y el martes 97, y el lunes 93. Así, a una media de siete muertos diarios que seguirán en los próximos días y parece que no queramos asumir como sociedad. Creo que no estamos reflexionando -y me pongo yo el primero- sobre la gravedad de esta pandemia y sobre sus consecuencias más terribles, que no son los infectados, ni los hospitalizados, ni mucho menos el número de test que llegan o no llegan a España, ni siquiera las mascarillas y los equipos que les faltan a los hospitales y a las residencias de ancianos, ni las miles de personas que se han ido al paro en quince días, ni las decenas de empresas que se han visto obligadas a cerrar, ni mucho menos los detenidos por saltarse la cuarentena o los aplausos diarios desde los balcones. Todas esas cifras son tremendas y terribles, pero no se pueden comparar con que en menos de quince días ha habido más de cien muertos en nuestra provincia.

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Aquel tenebroso resplandor naranja

DESALOJAN A 180 PERSONAS POR LOS INCENDIOS DE LA SIERRA NORTE DE GUADALAJARA

Incendio de Aleas, en julio de 2014. // Foto: EFE

Por Patricia Biosca

A la gente le gusta el verano por las piscinas, las terrazas, los pantalones cortos, los vestidos, los helados, la playa, las vacaciones y muchas otras cosas que puedes usar en otras estaciones pero que solo valoras durante tres meses -fin del speech del odio a las temperaturas extremas de la chica que se pirra por el entretiempo-. Pero si hay una palabra que define la estación estival es calor. Calor pegajoso que no deja dormir, sentarte en el coche o en un banco sin sombra. Calor abrasador que no solo es incómodo, sino que muchas veces, mezclado con los kilos de imprudencia de la humanidad, se torna en fuego. Un fuego que deja de hacer gracia cuando lame el campo y lo deja negro carbón. Cuando se traga siglos de historia en tan solo unas horas. Cuando incluso acaba con vidas humanas. Sigue leyendo

El peor día de toda mi vida

El incendio de la Riba de Saelices dejó una gran columna de humo en el horizonte. // Foto: www.forocoches.com

El incendio de la Riba de Saelices dejó una gran columna de humo en el horizonte. // Foto: http://www.forocoches.com

Por Marta Perruca

Regresaba a casa después de un fatídico fin de semana de trabajo en aquel periódico con sede en la calle Miguel Fluiters. Desde la ventanilla del autobús contemplaba a lo lejos la monstruosa columna de humo que ascendía hacia el cielo. “Pero madre mía ¿Qué es eso?” Exclamó una mujer desde el asiento de mi derecha. Sorprendentemente, había permanecido ajena a todo lo que había ocurrido aquel fin de semana –cosas de los periodos vacacionales-, así que aún sobrecogida por la tensión vivida aquel domingo, traté de explicarle que se había declarado un incendio de dimensiones monstruosas en el que habían perdido la vida once trabajadores del retén y ya habían ardido varios miles de hectáreas -13.000 sería el balance definitivo-.

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Las brasas del Ducado

Flores en la Rotonda del Retén de Cogolludo, la instalación levantada en memoria de las víctimas. // Foto: arq3estudiodearquitectura.es

Flores en la Rotonda del Retén de Cogolludo, la instalación levantada en memoria de las víctimas. // Foto: arq3estudiodearquitectura.es

Por Rubén Madrid

Escribió Miguel Hernández: “Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños”.

Mañana jueves se cumplen diez años del incendio de La Riba de 2005 y el viernes, por tanto, del fallecimiento en Santa María del Espino de los once integrantes del retén de Cogolludo. Sigue leyendo

Un problema de enfoque

La localidad de Embid, con su castillo y la iglesia de Santa Catalina. // Foto: M.P.

La localidad de Embid, con su castillo y la iglesia de Santa Catalina. // Foto: M.P.

Por Marta Perruca

Puede que sea una apreciación personal, pero últimamente, y desde que el proyecto Serranía Celtibérica puso en el mapa a la comarca de Molina de Aragón, junto con algunas zonas de otras nueve provincias colindantes, como el desierto más grande de Europa, he percibido que el Señorío despierta cierto interés en los medios de comunicación, más allá de nuestras fronteras. Sigue leyendo