Los bomberos forestales de Castilla-La Mancha, trabajadores de GEACAM, siglas para la empresa de Gestión Ambiental de Castilla-La Mancha, van a hacer tres días de huelga esta semana. El próximo 1 de junio comienza la campaña de extinción de incendios en la región, el periodo del año en el que hay más riesgo de incendios en nuestros montes y bosques, y los bomberos forestales se quejan de que no pueden afrontarlo en la situación en la que están, ‘con la plantilla mermada, quemada e indignada’.
Uno de los comentarios más habituales tras estas semanas de enclaustramiento familiar en plena primavera es el impresionante aspecto de nuestros campos. La naturaleza, cuando por las circunstancias que fueren, se desprende de las agresiones humanas, es capaz de regenerarse y propiciar exuberantes paisajes que hipnotizan cualquier mirada. Quienes por cuestiones laborales o de otro motivo han tenido la oportunidad de ser testigos de ese proceso coinciden en este punto. Aunque también tiene mucho que ver en ello las limitaciones para desempeñar esas tareas rutinarias que suelen llevarse a cabo en estas fechas como son la limpieza de cunetas y caminos rurales o los tratamientos herbicidas en solares y otros espacios donde no suelen dejar crecer las ‘malas hierbas’. A curar lo llaman.
Foto: David Sierra.
Hace unos días, el alcalde de Arbancón, Gonzalo Bravo, solicitaba a la Diputación que “hinque los codos” para dar solución a la creciente maleza que cubre las cunetas de las carreteras que conectan su pueblo y hacía extensible esa petición a las de toda la provincia. Si bien el regidor achacaba este problema a algo que ocurre cada primavera, independientemente de quien gobierne la Institución Provincial, este curso la pandemia y una climatología bastante abundante en precipitaciones han dejado que los entornos estén más densos de lo habitual en vegetación y más descuidados que de costumbre.
Podríamos justificar con la pandemia el que muchas de las tareas de limpieza y mantenimiento de los montes y de los campos no se hayan producido este año como debieran. Y que, por tanto, la llegada de la época estival requiriera una atención más exhaustiva para impedir que se prenda la mecha. El riesgo es evidente y los datos cantan cuando de una superficie forestal de 764.300 hectáreas, según indicó el delegado de la Junta de Castilla La Mancha en Guadalajara, Eusebio Robles, tan solo se ha actuado en materia de prevención en unas 800.
Llegados a este punto, no es extraña la preocupación manifestada por algunos sindicatos como la Federación de Servicios Públicos de UGT Castilla-La Mancha, que denuncia una reducción de medios humanos al reducir el tiempo de cobertura total pasando de 122 a 100 días. El responsable regional de Bomberos Forestales de esta organización apunta que de los 2063 compañeros que trabajarán en la campaña, solo 850 realizarán trabajos en el periodo de máximo riesgo (122 días) y 1.213 lo harán durante 100 días. “La reducción no se realiza por motivos técnicos, sino económicos, lo cual es bastante preocupante”, dice. La parte que le corresponde a Guadalajara es de 463 efectivos, de los que 60 son personal funcionario de la Junta de Comunidades y 403 de la empresa pública Geacam.
Si el Covid 19 ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema sanitario en su conjunto, los incendios forestales que cada verano asolan el territorio español en general y el castellanomanchego en particular, dejan en evidencia la aún deficiente política de prevención y extinción, una vez superada la trágica etapa cospedaliana. La conservación del medio ambiente y su protección es una de las alternativas con mayor proyección para frenar la despoblación e incentivar la vida en el entorno rural; pero para ello es imprescindible que las administraciones públicas lleven a cabo un proceso de reconsideración de este sector como remedio contra esa gran pandemia, también con nombre y sin vacuna, que continua afectando a nuestros pueblos.
A la gente le gusta el verano por las piscinas, las terrazas, los pantalones cortos, los vestidos, los helados, la playa, las vacaciones y muchas otras cosas que puedes usar en otras estaciones pero que solo valoras durante tres meses -fin del speech del odio a las temperaturas extremas de la chica que se pirra por el entretiempo-. Pero si hay una palabra que define la estación estival es calor. Calor pegajoso que no deja dormir, sentarte en el coche o en un banco sin sombra. Calor abrasador que no solo es incómodo, sino que muchas veces, mezclado con los kilos de imprudencia de la humanidad, se torna en fuego. Un fuego que deja de hacer gracia cuando lame el campo y lo deja negro carbón. Cuando se traga siglos de historia en tan solo unas horas. Cuando incluso acaba con vidas humanas.Sigue leyendo →
Lamentablemente no nos sorprenden demasiado las estremecedoras imágenes que en los últimos días hemos podido ver en Galicia, Asturias y en el norte de Portugal. La Península Ibérica, y por ende España, es un enclave con unas marcadas características climáticas, de sequedad prácticamente extrema durante los meses centrales del año, y con una extensión de tierras forestales y agrarias más que abundante, lo que hace que no sea raro que cada verano nos tengamos que lamentar de varios miles de hectáreas de pastos y bosques calcinados a causa de un accidente o de la acción, muchas veces maliciosa, del hombre. La alerta que nos está dando esta concatenación de incendios forestales que están afectando a las cuatro provincias gallegas, fuegos que se han extendido a una velocidad inusitadamente rápida y en una época del año en el que la humedad y las lluvias suelen estar más que presentes en el día a día de los gallegos, no tiene que ver con lo que ya sabemos, y llevamos décadas viviendo, sino con lo que viene, y de lo que ya tenemos algunas pistas bastante fehacientes. Sigue leyendo →
Agentes medioambientales y efectivos del Geacam trabajando en la extinción de un incendio en Loranca. // Foto: @CCOOAgentesJCCM
Por Raquel Gamo
Antaño se les conocía en los pueblos con el nombre de guardias forestales. Ahora prefieren presentarse como agentes medioambientales. Y el léxico, como casi siempre, no juega un papel neutro en el espacio público. Ya no hay barberos, hay estilistas. Ya no hay guardias urbanos, hay agentes de movilidad. Y así.
Efectivos de la lucha contra incendios desarrollan labores preventivas en Castilla-La Mancha. // Foto: Efe.
Por Raquel Gamo
“En la naturaleza no hay premios ni castigos, sino consecuencias”. La reflexión del escritor británico Annesley Vachell en The Face of Clay (El rostro de la Tierra) tiene un reflejo directo en la lacra de los incendios, que en España no parece que sepamos apagar ni con crisis, ni sin ella, ni con intereses urbanísticos de por medio, ni con el mercado inmobiliario estancado.
El incendio de la Riba de Saelices dejó una gran columna de humo en el horizonte. // Foto: http://www.forocoches.com
Por Marta Perruca
Regresaba a casa después de un fatídico fin de semana de trabajo en aquel periódico con sede en la calle Miguel Fluiters. Desde la ventanilla del autobús contemplaba a lo lejos la monstruosa columna de humo que ascendía hacia el cielo. “Pero madre mía ¿Qué es eso?” Exclamó una mujer desde el asiento de mi derecha. Sorprendentemente, había permanecido ajena a todo lo que había ocurrido aquel fin de semana –cosas de los periodos vacacionales-, así que aún sobrecogida por la tensión vivida aquel domingo, traté de explicarle que se había declarado un incendio de dimensiones monstruosas en el que habían perdido la vida once trabajadores del retén y ya habían ardido varios miles de hectáreas -13.000 sería el balance definitivo-.