Por David Sierra

Ayuntamiento de Usanos. / Fuente: Wikipedia.
Con el telón de fondo de las consecuencias del proceso soberanista catalán marcando la actualidad de nuestro país, ellas también han dicho basta. Se trata de las Entidades Locales Menores, también conocidas como EATIMs, y que no son otra cosa que núcleos de población alejados de la matriz dentro de un mismo municipio, a los que se les confiere una determinada autonomía en la gestión, aunque en dependencia directa con el Ayuntamiento de cabecera.
En la provincia de Guadalajara existen 25 núcleos poblacionales con esta configuración administrativa, siendo la más numerosa de Castilla La Mancha donde actualmente existen 43 entidades vecinales. El pasado sábado, una buena parte de ellas se reunieron precisamente en la capital alcarreña para alzar la voz y organizarse en torno a una serie de demandas que faciliten la gestión y les permitan alcanzar un mayor grado de independencia sobre el municipio al que pertenecen.
Algunas de esas demandas, que han ratificado en forma de enmiendas para ser enviadas a las Cortes regionales, suponen avances fundamentales para llevar a cabo una labor de autogestión mucho más cercana y solvente en favor de los ciudadanos a quienes representan. A pesar de que entre sus competencias pueden tener algunas tales como “la construcción, conservación y reparación de fuentes, lavaderos y abrevaderos, la vigilancia de caminos rurales, montes, fuentes y ríos, la administración y conservación del patrimonio, la regulación del aprovechamiento de sus bienes comunales, o la ejecución de obras o prestación de servicios de competencia municipal”; en realidad todas ellas acaban estando dirigidas por el Consistorio de cabecera dado que, por ejemplo, estos pequeños municipios no disponen de subvenciones expresamente dirigidas a ellos mismos como beneficiarios. Del mismo modo, tampoco se benefician de procedimientos para la contratación de personal propio ni tienen presencia de pleno derecho en otros organismos como las mancomunidades.
Pero sin duda alguna, su principal condena es la vinculación de su presupuesto al del consistorio matriz, de forma que una entidad saneada puede verse perjudicada si su ayuntamiento de cabecera no lo está, limitándole, por ejemplo, la capacidad de inversión. A ello se une además la ausencia de consignación presupuestaria propia, imposibilitando a los alcaldes de estos núcleos que puedan desarrollar políticas directas a medio y largo plazo.
Las reivindicaciones de las EATIM castellano manchegas son muy similares a las planteadas en otras comunidades autónomas donde la sensación es la pretensión por parte del Estado de fulminar estas entidades en nombre del control presupuestario y el déficit público, cuando por descontado está que son las más rigurosas con los fuertes requisitos impuestos para el cumplimiento de estas variables económicas.
Por otro lado, desde la Federación Española de Entidades Menores (FEEM) han manifestado su preocupación ante la posibilidad de que estos núcleos vecinales, que son 3.735 en todo el territorio nacional, puedan quedarse fuera de las ayudas para luchar contra la despoblación rural anunciadas por el Ejecutivo Central y destinadas a poblaciones de menos de 5.000 habitantes. El motivo que esgrimen es que algunas de estas entidades locales dependen de municipios que superan esa limitación poblacional aunque la propia entidad menor se encuentre por debajo, por lo que quedaría imposibilitadas para beneficiarse de esas ayudas. Un ejemplo clarividente lo podríamos tener en el propio municipio de Guadalajara que, pese a que su población supera con creces los 5000 vecinos, las pedanías de Iriépal, Taracena, Valdenoches y Usanos no podrían beneficiarse de este plan.
El golpe sobre la mesa de estos pequeños núcleos vecinales no es la primera vez que suena. Y tampoco la amenaza de llevar a cabo movilizaciones y manifestaciones en el caso de que sus demandas no sean tenidas en cuenta. Protestas en saco roto, porque no tienen la fuerza de los votos. Son los anhelos de quienes se sienten, por un lado, ultrajados, controlados, olvidados, despreciados y, por otro, capaces de ser un poquito más autónomos, independientes, de andar solos, de forjar su presente y futuro, y quizá, quien sabe si en algún momento, adquirir una nueva identidad, como pueblo.