El canguelo

Por David Sierra

De repente nos ha entrado el canguelo. Las lluvias y las inundaciones que la pasada semana abrieron telediarios y protagonizaron el epicentro de los debates periodísticos nos ha puesto con la mosca detrás de la oreja. Que lo que veíamos alejado en la distancia como sucesos para completar el ‘parte’, ahora ocupa portadas a fuerza de ser testigos directos de la voracidad con la que la naturaleza se ceba cuando no la protegemos. Las cosechas se van al traste, por sufrir demasiada sed, o bien por sobrehidratarse. Los veranos se convierten en infiernos y los inviernos a duras penas desaparecen tal como los conocíamos. A golpe de temporal el planeta se manifiesta. Y pide ayuda.

Landscape of meadow field with the changing environment

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No sorprende

David Sierra

No sorprende. A pesar de la aparatosidad, de las imágenes grabadas “in situ” con teléfonos móviles y del sonido de las sirenas de un lado a otro, no sorprende. A nadie. Lo dice el refranero español, que poco se equivoca. “Septiembre, o seca las fuentes o cubre los puentes”. Ni las lluvias caídas en el levante español, ni las posteriormente caídas en el centro peninsular; ni en Guadalajara en particular sorprenden. El agua en tromba bajaba por las calles empinadas buscando ese curso alterado a diestro y siniestro por el descalabro inmobiliario y la sinrazón en los procedimientos de construcción. Las balsas se acumulaban allá donde las pendientes se encuentran. Los desagües tragaban agua como si tuvieran resaca. Y en algunos garajes se ponían de nuevo en evidencia los desmanes del urbanismo salvaje.

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Los bomberos tuvieron numerosos avisos en las tarde del domingo. / Foto: http://www.lacronicadeguadalajara

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Al Hospital, en canoa

Imágenes del estado de la planta baja tras la tormenta de la pasada semana.//Foto: FSP-UGT

Imágenes del estado de la planta baja tras al tormenta de la pasada semana.//Foto: FSP-UGT

Por Ana María Ruiz

La enorme tromba de agua que cayó la pasada semana sobre Guadalajara y que provocó un sinfín de problemas en toda la ciudad puso de manifiesto -por enésima vez- el estado de deterioro del Hospital Universitario, donde los usuarios, el personal y los pacientes ingresados asistieron a un nuevo capítulo de “Este Hospital es una ruina”. El nulo mantenimiento de las instalaciones provocó la aparición de goteras y la inundación de la planta baja. Esta situación obligó incluso al cierre de la cafetería y a la intervención de los Bomberos. Las imágenes que han colgado numerosos ciudadanos y trabajadores en las redes sociales son de verdadera vergüenza y hablan por sí solas: pasillos anegados, sábanas y toallas por los suelos como improvisadas bayetas y falsos techos abiertos en canal dejando pasar agua y más agua. Los trabajadores del servicio de limpieza -cuya plantilla roza lo ridículo para un centro de las características del de Guadalajara- no daban más de sí, e incluso el personal sanitario -que tanta falta hace en plantas y en consultas- tuvo que colaborar achicando agua. Un verdadero desastre.

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