Por David Velasco Arcediano (*).
El cambio de una palabra del título de la novela “El Rio que nos lleva” del ilustre Jose Luis Sampedro puede definir la situación turística de los territorios de la Mancomunidad de Municipios Alto Tajo.
Por David Velasco Arcediano (*).
El cambio de una palabra del título de la novela “El Rio que nos lleva” del ilustre Jose Luis Sampedro puede definir la situación turística de los territorios de la Mancomunidad de Municipios Alto Tajo.
Foto: AACHE Ediciones.
Por Gloria Magro.
Detrás de sus gafas caídas, sentado al fondo de la tienda, te escrutaba con cara de escepticismo y gesto serio, siempre con un libro entre las manos. Después, una vez entablada conversación, ese gesto se suavizaba y era la persona más gentil y amable que uno pudiera encontrar. Esta semana ha fallecido Emilio Cobos, el último librero, y con él se ha ido parte de la memoria cultural de la ciudad. Su familia y sus amigos se reunieron el pasado jueves en la Biblioteca de Dávalos para rendirle un merecido homenaje póstumo. Y qué mejor homenaje para un librero que las palabras que le han dedicado estos días sus muchos clientes y amigos.
El novelista y pensador José Luis Sampedro recibió «Su peso en Miel» en el año 2008, cuando ya contaba con 91 años. // Foto: 20minutos.es
Por Borja Montero
El calendario es caprichoso a veces. Venimos de un año en el que se han celebrado en la provincia los centenarios de dos grandes escritores, ambos de un regusto tan clásico que, a pesar de una relativa contemporaneidad de los temas que abordan y de la España que retratan, nos suenan a letra redonda con capitulares coloreadas y libros encuadernados en cuero, Antonio Buero Vallejo y Camilo José Cela. Quiere el azar que, 32 días exactos después de cerrar tan intenso año de homenajes y actos culturales, se cumpla también el siglo desde el nacimiento de otro gran nombre de las letras españolas, éste con una resonancia menos grave y reverencial, más mundano y cercano, José Luis Sampedro. A los cien años y un día de aquel 1 de febrero de 1917, y ante la inexistencia en el horizonte de algún homenaje a este autor, por pequeño que sea, en una ciudad de la que es hijo adoptivo desde 1991 y en una provincia cuyas tradiciones, eso que gustan de llamar paisanaje en algunos círculos, inmortalizó para la posteridad en 1961 en El río que nos lleva, permítanme que sea esta torpe pluma la que quiera honrar su figura. Sigue leyendo
La catedral de Sigüenza, uno de los monumentos más visitados de la provincia // Foto: turismoensiguenza.com
Por Álvaro Nuño.
Ayer se celebraba el Día de Guadalajara en el expositor que Castilla-La Mancha ha instalado en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que se celebra desde el miércoles y hasta el domingo en el Ifema de Madrid. Es esta una nueva oportunidad para sacar a relucir los muchos encantos que posee nuestra provincia, la eterna joya por explotar. Dicen los expertos que tenemos de todo: cultura, folclore, naturaleza, gastronomía y, además, todo a dos pasos de Madrid -como decía un acertado mensaje publicitario-, el gran mercado de millones de personas deseando de abandonar el asfalto, el ruido y el aire contaminado de la gran urbe y cambiarlo, al menos un fin de semana de vez en cuando, por paz, sosiego, trinar de pájaros, olor a campo, buen comer y cultura en muchos casos desconocida. Por eso hay que aprovechar todas las oportunidades como esta para dar a conocer a esa gran desconocida.
Por Raquel Gamo
ENTRE CELA Y SAMPEDRO.- La publicidad alrededor del año Cela, el fulgurante éxito de aTempora y de Sigüenza, y la recuperación de la economía –el turismo rural es muy dependiente de la demanda nacional- han hecho posible un aumento de más del 24% de los turistas que hicieron noche en alguna de sus visitas durante los 11 primeros meses de 2016 en Guadalajara. Este porcentaje es clave porque uno de los objetivos prioritarios de territorios como Guadalajara, tan próximos a su principal mercado (Madrid), es aumentar las pernoctaciones y superar los viajes de ida y vuelta en el mismo día. Sigue leyendo
Un momento de la presentación de los datos turísticos de la provincia por parte del presidente de la Diputación, José Manuel Latre; la vicepresidenta, Ana Guarinos, y el diputado de Cultura, Jesús Herranz. // Foto: R. M. / culturaenguada.es
Por Borja Montero
Había un viejo anuncio de bombones en el que se daba a entender que todos los invitados estaban como locos por asistir a la recepción del embajador por lo bien que siempre trataba a sus invitados (agasajándolos con bombones). Muchos hemos creído, publicidad mediante, que la cualidad de uno como anfitrión se mide por lo que ofrece a sus invitados. Puede que en el terreno de las relaciones sociales, esta máxima no se cumpla indefectiblemente (por muy desastre que sea uno, siempre tendrá algún amigo o familiar que acepte ir a su casa, ya sea por cariño o por compasión), pero sí que tiene mucha más miga en el terreno turístico. El 2016 que nos acaba de dejar ha sido uno de los años en los que los pueblos y ciudades de nuestra provincia han ejercido de anfitrión de una forma más masiva, con cifras en aumento prácticamente en todas las comarcas del territorio. Y mucho ha tenido que ver, precisamente, la oferta de actividades y experiencias, los bombones del embajador en términos de aquel viejo comercial televisivo, que se ha ofrecido en cada uno de los municipios. Sigue leyendo
Por José Ramón Paramio *
Nadie recuerda exactamente cuándo nació este concepto tan familiar hoy en día que seguramente se estudiará en los libros de texto del futuro (o no). Posiblemente empezó a gestarse cuando, con motivo de la presentación del libro de Los Econoplastas “Cuentos chinos de la Economía y otros chascarrillos para acabar con el sistema” en Alcalá de Henares, el público se mostró muy interesado en que le contáramos más cosas sobre el proyecto en el que había germinado ese libro: El Rincón Lento de Guadalajara. Sigue leyendo
Concentración en la Plaza de Santo Domingo de Guadalajara contra el proyecto de fracking Cronos. // Foto: Ecologistas en Acción.
Por Rubén Madrid
El columnista Alfonso Ussía, que se confiesa ecologista –siempre ha destacado por su sentido del humor–, escribió en 1992 el ‘Manual del ecologista coñazo’, un librito en el que parodiaba los excesos de cierto militante verde que lleva hasta los extremos su amor por la madre tierra. “El ecologismo coñazo es caprichoso, sesgado y, en algunas ocasiones, claramente ridículo”, ha vuelto a decir más tarde para caricaturizar un modelo de actitud que “impidedía a un ganadero extremeño instalar una valla para guardar a sus vacas porque molestaba sobremanera el libre deambular de una familia de sapos parteros”.
A veces no hay que ir tan lejos. Hace unos días Ecologistas en Acción criticaba los bombardeos de cohetes diarios que ha puesto en marcha el Ayuntamiento, asegurando algo muy lógico: que estos cohetes no sólo espantan a las palomas, sino a todo tipo de bicho viviente, incluyendo los gorriones, que están más bien de repliegue.
Por Rubén Madrid
Escribió Fransico Umbral que Camilo José Cela se dedicó después de ganar el Nobel a poner placas por toda la Alcarria para dejar rastro de su gloria. Lo escribió así, con el desparpajo que ambos compartían, como si todo el reguero de homenajes que salpica las márgenes de este itinerario literario no hubiese tenido nada que ver con las propuestas de las autoridades y la muestra de cariño de las gentes. El caso es que los que hemos venido tiempo después a recorrer estos caminos nos hemos encontrado que Guadalajara y sus pueblos rebosan placas sobre el Viaje, calles con el nombre del escritor, hasta un museo sobre su libro en Torija, además de alguna medalla y algún muy merecido ‘hijo de’.
A pesar de todo esto, hoy se cumplen 25 años de la entrega del Premio Nobel de Literatura, el máximo galardón de las letras en todo el mundo, sin que casi nadie en Guadalajara se acuerde de que la última vez que la Academia señaló a España lo hizo a Cela y lo hizo, por tanto, mirando hacia Guadalajara, donde vivía. Quisiera pensar que el descuido es síntoma de un provincianismo superado, de que ya no necesitamos de la memoria de don nadie para ser nosotros mismos, de que tenemos nuestros grupos de Facebook y el empuje de nuestras promesas contemporáneas.
Pero sospecho más bien que están las autoridades alcarreñas más pendientes de otras ocurrencias, o tal vez relajadas ante la mirada autocomplaciente de sus palmeros, o diseñando ya las fotos folclóricas para las elecciones de mayo, que para esto también sirve la cultura ‘elemental’. O simplemente es que se les ha ido la pinza y nadie ha caído ni leído la prensa de octubre. Porque ninguna institución recuerda este Nobel como si fuese algo propio. Ni tampoco ninguna asociación ha salido esta vez al rescate, como hacen tantas veces, para reparar los daños, convocar una conferencia de rigor –tantas como tenemos ahora– o un programa básico como el que sí que recuerda estos días en Galicia la concesión del galardón a su paisano afincado en la Alcarria.
No seré yo quien venga aquí a ensalzar la figura de un hombre al que era habitual escuchar y leer frases como que “a las españolas se las toca poco el culo” o que “para divertirse hay que irse de putas, porque acostarse con la mujer de uno, que es de la familia, da mucho reparo”. Pero tampoco creo que sea la memoria de estos ‘ingenios’ lo que impida ahora el homenaje, porque tengo la impresión de que en Guadalajara a Cela siempre se le han reído las gracias, las anécdotas y hasta las frases machistas mucho más que leído sus libros, incluido el Viaje a la Alcarria.
Lo que cabe celebrar, es obvio, es el Nobel –y con él, tantos otros premios– que recibió en Guadalajara como culminación a una trayectoria literaria cuajada de títulos imprescindibles como ‘La familia de Pascual Duarte’, ‘La Colmena’ y –sobre todo aquí– el propio ‘Viaje a la Alcarria’. Lo que venimos a decir es simplemente que este aniversario habría merecido un mero apunte a pie de actualidad en el panorama cultural. Entre otras cosas porque muchos no sabemos en qué condiciones estaremos para celebrar como se merece el medio siglo del Nobel, en el año 2039.
Lo que conmemoramos y lo que no. E insisto que puede ser que todo se deba a un descuido en cadena –también aquí se triplican las competencias entre administraciones–, pero no es la primera vez que alertamos de esa manera tan poco meticulosa que tenemos en Guadalajara de olvidarnos de lo que merecería tener centrada nuestra memoria. Que celebramos los nueve siglos de Alvar Fáñez con batalla incluida en los exteriores del Infantado y nos olvidamos de honrar a los abuelos en los 75 años del final de la Guerra Civil. Que resulta contradictorio el derroche de actos sobre El Greco, no sólo justificados por su figura sino también porque la Junta paga, mientras compensamos con una austeridad desaforada el recuerdo de nuestros escritores más próximos.
Ya resultó imperdonable el año en blanco que le dedicamos en 2013 al centenario de nuestro último clásico de la poesía, el humanense Ramón de Garciasol. Alguno pudo sospechar entonces que los olvidos intencionados tenían mucho que ver con la militancia política de los escritores. Ahora, con Cela, las razones deben de ser otras.
Aun habrá quien vea que por pedir homenajes a Cela somos de Podemos, así que dejémoslo estar. Pero, en cualquier caso, ya avisamos: en menos de un año tenemos a la vista un triple centenario, el de los nacimientos del propio Cela, de Buero Vallejo y de José Luis Sampedro. Los tres, por razones que todavía hoy no hace falta explicar, se merecen un monumento. [Apunte para Nogueroles: quien dice monumento dice un reconocimiento formal].
Ojalá con motivo de estos triples centenarios de 2016 y 2017 no haya que lamentarse de más olvidos, tengamos unas lecturas públicas, una programación de conferencias, exposiciones y actos de homenaje o, puestos a dar forma a algo tangible, impulsar de una vez por todas una casa museo, un centro de interpretación de la palabra, una biblioteca municipal que honre sus memorias…
Don Camilo -lean y relean a nuestros paisanos García Marquina y Pedro Aguilar- tenía también algunas frases afortunadas. Y dijo, entre otras cosas, que lo difícil no era ganar el Nobel, sino mantenerse.
PD – Tenía razón La Sexta. Mucho se ha debatido en las últimas semanas a propósito de la aparición forzada del alcalde Antonio Román en el programa El Objetivo de La Sexta. Lo hizo como ejemplo de diputado que compatibiliza la “dedicación exclusiva” del cargo –eso lo dice el congreso, no La Sexta– con la Alcaldía de Guadalajara y unas horas de consulta médica en una clínica privada. Ya tratamos el asunto. Hoy sólo lo volvemos a traer aquí para recomendar al lector que eche un vistazo a esta información interactiva del digital El Confidencial y que compare la estadística de la actividad de nuestros diputados populares (también Encarnación Jiménez) con la de la diputada socialista Magdalena Valerio en número de intervenciones en comisión, propuestas, preguntas escritas y orales, etc… La diferencia es demoledora. Tenía razón la Sexta: no porque Román sea un alcalde parcial, sino porque es -y de eso iba el programa- todo lo contrario que un diputado volcado en el cargo nacional por el que cobra.
Por Marta Perruca
Últimamente la televisión me da cierto repelús y el mando se ha convertido en esa máquina del infierno que abre la caja de los truenos cada vez que pulso cualquier botón al azar. De verdad que hay momentos en los que necesito el silencio informativo más que respirar, porque una se harta ya de indignarse frente al televisor, de sentirse impotente ante lo que es injusto, porque es injusto, sin acertar a ver ese rayo de luz que nos indica la salida del túnel, si es que la hay.
Tengo un amigo que siempre me dice que las cosas parecen mucho más complejas cuando se observan en medio de la frondosidad del bosque y que, muchas veces, tenemos que salir en busca de un claro para ver los problemas en perspectiva. Desde dentro, perdida en esa maraña de hojas, ramas y sotobosque, lo único que acierto a ver es que estamos dando vueltas en círculo, y que la maleza ha tapado caminos que costó mucho trazar. Veo que la situación actual nos ha condenado a la inestabilidad, a sueldos precarios y a unas condiciones laborales que nos degradan a poco más que esclavos; que se han puesto las baldosas para que la clase alta sea cada vez más poderosa y la clase media, que constituía la condición de posibilidad de nuestro sistema, tal y como lo conocíamos, descienda varios escalones y, para colmo, hemos visto cómo la crisis pasaba factura a los servicios sociales llegando a herir de gravedad a las “intocables” sanidad y educación. Y todo ello, mientras nos señalaban como culpables, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuando realmente eran ellos, los de arriba, quienes estaban reventando las arcas públicas a base de comisiones bajo manga, tarjetas opacas, ERE´s falsos y demás fraudes y corruptelas.
Por alguna razón, siempre que la indignación supura por todos los poros de mi piel, recuerdo la entrevista que Jordi Évole realizó a José Luis Sampedro en el programa “Salvados”, cuando se comenzaba a fraguar todo esto y en la que se le preguntaba, precisamente, por esta afirmación: “De verdad, no se puede vivir por encima de las posibilidades”, decía Sampedro. “Hombre, a lo mejor a base de créditos, uno sí que puede vivir por encima de sus posibilidades”, respondía Évole. Precisamente, “utilizando las posibilidades, que son el crédito, ya no vivo por encima de las posibilidades, sino que aprovecho las posibilidades”, argumentaba el economista y escritor.
Así que de esta manera llegamos a la conclusión de que no somos culpables y, sin embargo, hemos tenido que pagar los platos rotos y aún seguimos haciéndolo, mientras los que sí que han sido responsables salen reforzados. Y así surgen del suelo otros árboles, con sus frondosas ramas repletas de hojas y crecen las enredaderas y las zarzas y matojos, por doquier, haciendo el bosque cada vez más profundo e impenetrable, hasta tal punto que a una le entran ganas de gritar como Mafalda: “Paren el Mundo que yo me bajo”.
Cuando eso sucede, no nos queda otra que dejar de caminar en círculos para correr en una única dirección en busca de un claro que nos permita ver todo el problema en su conjunto, desde fuera, porque lo cierto es que, muchas veces, crisis y oportunidad son las dos caras de una misma moneda.
Pues sí, hay nubarrones en el cielo, pero hasta el más espeso manto de nubes deja escapar de vez en cuando un rayo de sol y, por algún motivo, ese instante de calor es infinitamente más placentero y gratificante que los intensos baños de sol estivales en las playas de Levante (o en las que sean).
¡Qué genial era José Luis Sampedro! En esa misma entrevista para Salvados, rescataba un fragmento de un libro de Salvador Madariaga: una especie de fábula en la que un cacique trataba de comprar a un pobre campesino por dos duros y este se los tiraba a la cara manifestando: “En mi hambre mando yo”.
Quizá esta crisis nos haya devuelto un poco de esa dignidad y no haya ya quien gobierne en el hambre de muchos de los que ahora mandan en las iniciativas que han decidido llevar a cabo. Quizá sigan siendo pobres, pero son dueños de su destino.
Un momento de la presentación de la I Guía de Árboles y Arboledas Singulares de la Comarca de Molina de Aragón y Alto Tajo
La semana pasada estuve en la presentación de la “I Guía de Árboles y Arboledas Singulares de la Comarca de Molina de Aragón y Alto Tajo”, fruto de un proyecto llevado a cabo la Asociación Nacional Micorriza. Esta asociación está formada por un equipo multidisciplinar de jóvenes, en su inmensa mayoría del Señorío de Molina de Aragón, todos ellos con formación universitaria, que al acabar la carrera y constatar las escasas oportunidades que les ofrecía el mercado laboral no se resignaron a quedarse de brazos cruzados y decidieron tomar las riendas de su destino.
El proyecto es cuanto menos interesante. Os invito a echar un vistazo a su página web www.micorriza.org. Estos chavales no solo se han embarcado en un proyecto propio y muy ambicioso, sino que han apostado por su tierra, esa de la que la gente se ha marchado durante décadas debido a la falta de oportunidades.
La I Guía de Árboles y Arboledas Singulares ha rescatado del olvido los principales ejemplares de árboles y arboledas singulares de esta comarca, entre los que destacan el chozón sabinero de Escalera, un ejemplar único en Europa, al tratarse de una construcción que se sirve de un árbol vivo como pilar central de la misma; o el Roble de las Ermitas de Olmeda de Cobeta, cuyo tronco se abre por las dos caras en sendas cavidades para albergar dos altares opuestos. El proyecto ha quedado en el primer puesto de las votaciones en Internet para el Premio CONAMA 2014 a la Sostenibilidad de Pequeños y Medianos Municipios, que se entregará en el próximo Congreso Nacional de Medio Ambiente, entre el 24 y el 27 de noviembre, en el Palacio de Ifema (Madrid).
Pero esta iniciativa solo es la punta del iceberg. Esta asociación desarrolla otro tipo de proyectos dirigidos a la recuperación de cultivos autóctonos que se han perdido; la restauración de fuentes y manantiales o la elaboración de un archivo audiovisual etnográfico con los testimonios de nuestros mayores sobre los usos, costumbres y tradiciones de nuestros pueblos.
Además, ofrecen sus servicios para el desarrollo de proyectos de custodia del territorio y responsabilidad corporativa, entre otros y, hoy en día, pueden felicitarse por haber conseguido su primer contrato para la dinamización de la Mancomunidad de la Sierra, con la creación de un sello de calidad para promocionar los productos agroalimentarios de la zona.
Todavía les queda un largo camino por recorrer para que este proyecto se consolide y pueda, quizá, convertirse en una pequeña empresa que constituya una alternativa laboral sólida, pero lo cierto es que, como muchos guadalajareños, estos jóvenes han decidido ser dueños de su hambre y coger las riendas de su destino.