
Un año y medio después de la puesta en marcha del nuevo servicio, todavía hay líneas provisionales// Foto: Ana María Ruiz
Por Ana María Ruiz
Ha pasado un año y medio desde la puesta en marcha del nuevo servicio de transporte urbano de viajeros de Guadalajara y aunque pudiera dar la sensación de que todo ha vuelto a la normalidad por la escasez de noticias respecto al tema, nada más lejos de la realidad, ya que los usuarios de los autobuses de la capital continúan padeciendo las consecuencias de la desastrosa gestión que se ha realizado respecto a este asunto desde el equipo de Gobierno del Ayuntamiento.
La que se vendió como la adjudicación estrella del año 2012 con la incorporación de un buen puñado de novedades y mejoras que, según afirmó en su día el alcalde, Antonio Román, convertirían a la ciudad en un referente nacional de modernidad en el transporte público de viajeros, sigue siendo una de las gestiones más chapuceras que se han llevado a cabo en Guadalajara a lo largo de esta legislatura por lo que ha supuesto de perjuicios creados a cientos de ciudadanos. Y lo digo con conocimiento de causa porque soy usuaria diaria de este servicio.

Román, De las Heras y Carnicero, durante la presentación de la nueva contrata a ALSA//Foto:Ayuntamiento de Guadalajara
En noviembre de 2012, el primer edil, flanqueado por los concejales de Movilidad y Contratación, Juan Antonio de las Heras y Jaime Carnicero respectivamente, anunciaba la adjudicación del nuevo contrato a la empresa ALSA y aseguraba que supondría “una mejora del servicio, una modernización del mismo y más comodidad para los usuarios”. Añadía que el diseño planteado por el Ayuntamiento sería más moderno y funcional, basado en líneas más rápidas y directas, con una reducción de los tiempos de los trayectos y una mejora de la conexión de los barrios con el centro, el Hospital y la estación de Renfe. Anunciaba otras mejoras como la incorporación de nuevos autobuses que utilizarían el gas como combustible para reducir la contaminación y un sinfín de adelantos tecnológicos (wifi en los vehículos, pantallas TFT en las paradas con información a los usuarios sobre tiempo de espera, una App para los móviles, códigos QR, cámaras de videovigilancia, teléfono de atención 24 horas, etcétera, etcétera). Y además todo ello con un considerable ahorro para el Ayuntamiento con respecto a la anterior contrata. Vamos, que íbamos a contar con un servicio del copón y encima más barato.
Qué bien, pensamos los usuarios: nuevos autobuses, líneas más rápidas, mejor conexión entre los barrios, modernidades varias y precios populares. Vamos, que se nos hacía el culo gaseosa y no veíamos el momento de que llegase el 1 de abril de 2013, fecha escogida para la puesta en marcha del nuevo servicio. Durante 15 días funcionó de forma gratuita para que nos fuésemos familiarizando con las rutas. Ahí fue cuando comenzó nuestro calvario y se nos cayó la venda de los ojos. Menos frecuencia, supresión de paradas, falta de marquesinas, más tiempo de espera, una “tecnología” que falla más que una escopeta de feria, pantallas TFT vandalizadas o inexistentes y puestas al servicio de la propaganda del PP, continuos retrasos, barrios prácticamente incomunicados, planos ilegibles, horarios poco adaptados a las líneas para las que fueron diseñados (léase Hospital y Renfe), trasbordos y más trasbordos para acceder a determinadas zonas de la ciudad, autobuses vacíos circulando por calles semiurbanizadas en las que no vive nadie (ampliación de Aguas Vivas), otros llenos hasta los topes en los recorridos más demandados con viajeros obligados a subirse por las puertas traseras o a quedarse en la calle a la espera del próximo vehículo, colas infinitas en las dependencias del CMI para sacarse las famosas Tarjetas X Guada, fraude en la utilización de las mismas por las prisas para expedirlas, cabreo generalizado de los conductores al convertirse en la ira de las quejas de los viajeros y por los iniciales problemas con la aplicación del convenio por parte de la empresa (afortunadamente ya casi resueltos) Y así un largo etcétera de despropósitos que encendieron los ánimos de los sufridos usuarios quienes presentaron cientos de quejas en el Ayuntamiento y provocaron incluso la convocatoria de una manifestación. Lo peor de todo es que, a día de hoy, la mayoría de estos problemas continúan siendo una realidad. Por poner un ejemplo, incluso existen recorridos que aún son provisionales, como es el caso de la línea 5 que da servicio a los barrios de Los Valles, El Balconcillo, Escritores y Manantiales.

En abril se celebró una manifestación contra el nuevo servicio que concentró a mil personas en la plaza Mayor//Foto: Guadaqué
Desde el Consistorio se pidió a los ciudadanos que tuvieran paciencia. El concejal responsable de este desaguisado, Juan Antonio de las Heras, calentó más el ambiente reprochando a los usuarios su actitud afirmando incluso que “es un cambio que exigirá que tengan que modificar sus hábitos, lo fundamental es interiorizar que lo lógico es tener que ir a coger el autobús y no que el autobús tenga que recogerme en casa, como ocurre en muchos casos ahora”. Hombre, pues sí señor De las Heras, eso es lógico y es verdad que había algunas paradas que debían eliminarse. Pero lo que no es normal es tener que desplazarse en algunos casos hasta 15 minutos para llegar a la parada más cercana, ni tener que esperar 20 minutos para realizar trasbordos entre dos líneas, ni padecer las consecuencias de la mala planificación de los horarios con los de otros servicios públicos como es el caso de la conexión con Renfe, que obliga a muchos vecinos a desplazarse andando o en coche particular para poder coger el primer tren hacia Madrid o para regresar a su casa cuando llega el último convoy. No señor De las Heras. Así no se fomenta el uso del transporte público, ni se mejora el servicio, ni se moderniza. Así se cabrea al personal.
Servicio deficitario. Bien es cierto que a lo largo de estos18 meses se han incorporado algunas mejoras, pero todas ellas menores. A pesar de las quejas presentadas en el Ayuntamiento, de las mociones de la oposición, del clamor ciudadano y de que el propio alcalde y el concejal responsable del área han afirmado por activa y pasiva que se están estudiando algunas modificaciones “para dar una mejor respuesta a las necesidades de los vecinos, el equipo de Gobierno todavía no ha abordado una reforma de las líneas, básicamente porque le costaría más dinero. Menos líneas, menos frecuencia y menos conductores se han traducido por pura lógica matemática en una reducción considerable del presupuesto que destina el Ayuntamiento al transporte público. Según el contrato firmado con ALSA se debería pagar un millón de euros menos respecto a la anterior contrata (Aulusa), pero también se ha pasado del cubrir 2.135.659 kilómetros a 1.560.960.
Este recorte, sin embargo, no se ha traducido en un ahorro para las arcas municipales, sino todo lo contrario. Ante tamaño desastre de planificación, el número de viajeros ha disminuido considerablemente desde la puesta en marcha del servicio. Según ha denunciado el Grupo Municipal del PSOE, apoyándose en las cifras aportadas por el equipo de Gobierno, en el primer año de funcionamiento de los nuevos autobuses se perdieron 1.200.000 viajeros respecto al mismo periodo del año anterior y en el primer semestre de 2014 un total de 920.000. El déficit de la tarifa (la cantidad adicional que el Consistorio tiene que aportar a la empresa concesionaria) ronda los 900.000 euros, a los que hay que sumar otros 600.000 que reclama la empresa por otras cuestiones derivadas de los problemas generados con la expedición de las tarjetas de transporte y la falta de control sobre las mismas. Es decir, que el servicio nos sale mucho más caro (en total 4,8 millones de euros frente a los 4,4 de 2012) y encima no nos gusta. Los portavoces de los grupos municipales del PSOE e IU, Magdalena Valerio y José Luis Maximiliano respectivamente, pedían hace un año la rescisión del contrato con ALSA y la elaboración del un nuevo servicio de transporte urbano “porque los ciudadanos de Guadalajara no pueden seguir esperando una solución los 11 años que quedan de contrato”. Han obtenido la callada por respuesta.
Ante estas críticas, el pasado mes de julio Juan Antonio de las Heras, feliz como una perdiz con la nueva contrata, señaló que el coste del servicio ha disminuido en aproximadamente un millón de euros desde 2012 y que el número de viajeros, aumentó en un 8,28% y un 5,28% en mayo y junio en relación a 2013. Si tan beneficioso es para el bolsillo de los ciudadanos, ¿por qué entonces en el último pleno se aprobó una cantidad suplementaria de 260.000 euros para pagar las pérdidas de los últimos meses del año? Me lo expliquen, por favor.
Al margen de la guerra de cifras, lo que está claro es que un año y medio después, el asunto sigue sin resolverse y mucho me temo que continuará así durante bastante tiempo. Tengo la ligera sospecha de que la política del PP en este caso va a ser la de “dejarlo pasar”, que los usuarios del transporte público terminen por resignarse y que, encima, no se quejen porque el precio del viaje en autobús en Guadalajara es uno de los más bajos de toda España. Vamos, al más puro estilo del “que se jodan” que popularizó la diputada del PP, Andrea Fabra, en el Congreso.
Mea culpa. Una de las cuestiones que debería abordarse de forma valiente e inmediata sería la subida del precio del viaje. Algo sin duda muy impopular, sobre todo en época preelectoral, pero que redundaría en beneficio de una mejora del servicio. Los precios por viajar en autobús en la ciudad, tanto del billete ordinario como de las tarjetas XGuada, son realmente bajos. Incluso algunos colectivos como el de los parados viajamos en la actualidad totalmente gratis. Y es que la política de la gratuidad a determinados sectores de la población aplicada durante el mandato del socialista Jesús Alique , adoptada y ampliada también después por Antonio Román, ha sido un cáncer para el Ayuntamiento. No se puede sostener un servicio público en el que la mayoría de los usuarios pagan poco, muy poco o nada.
Y sé que me van a llover las críticas pero si queremos unos autobuses de calidad, con líneas más completas, más frecuencias, más paradas, modernos y cómodos no nos queda más remedio que rascarnos el bolsillo y aquí los usuarios debemos entonar el mea culpa. Porque nos gusta quejarnos pero también debemos poner de nuestra parte.
Quizá así, entre unos y otros, podamos hacer que sea cierto el lema que el PP abandera desde su llegada al Ayuntamiento y que a mí particularmente me gusta bastante: “Todos hacemos ciudad”. Todos.