¿Salirse de Castilla-La Mancha?

Molina Aragón

Los presidentes de Aragón y Castilla-La Mancha, el pasado martes en Molina de Aragón // Foto: CLM24.es

Por Álvaro Nuño.

El pasado lunes, el veterano periodista Félix García, realizó una entrevista en directo en Onda Cero Guadalajara, al presidente de la Plataforma «La Otra Guadalajara«, Ángel Luis López. La fecha no estaba escogida al azar sino que era la víspera del encuentro que llevarían a cabo los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y de Aragón, Javier Lambán, en Molina de Aragón. López aprovechó la situación para criticar duramente al toledano por hacer poco caso a la comarca del Señorío en general y a su plataforma en particular. Llevan dijo la cuarta carta enviada pidiéndole una reunión y Presidencia de la Junta no ha dado ninguna respuesta.

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El clamor de la España Vaciada

Castillo de Zafra

Imagen de las parameras de la Sierra de Caldereros y el castillo de Zafra. // Foto: Tierra Molinesa

Por Marta Perruca*

Esta mañana me pilláis madrugando y de camino a Madrid. Tengo una cita a la que no podía faltar, por dignidad y por justicia social. Lo hago con la gente de Tierra Molinesa, asociación a la que pertenezco y que aglutina a todos esos vecinos que ahora viven en Guadalajara y en el Corredor del Henares, pero tienen sus orígenes bien arraigados en el Señorío de Molina. Sí, todos nosotros debíamos atender la convocatoria de la Revuelta de la España Vaciada en este 31 de marzo que pasará a la historia, porque paradójicamente nunca se había convocado una manifestación de esta envergadura –medio centenar de colectivos y plataformas ciudadanas como “Teruel Existe”, “¡Soria ya!” o “La Otra Guadalajara”, entre muchos otros, apoyan la protesta- , a pesar de que venimos siendo conscientes desde hace décadas del problema que asola a esta España rural. Sigue leyendo

El Parador parado

paradormolina

Estructura del futuro Parador de Molina, prometido en 2006 // Foto: Ser CLM

Por Álvaro Nuño.

Cada vez que en Molina de Aragón oyen hablar a un Secretario de Estado de Turismo, la carcajada recorre toda la comarca. Es como si desde la Zarzuela se emitiera un comunicado anunciando la decisión del actual rey de España de que la infanta Sofía volviera a ostentar la corona de Aragón y que, para ello, cursará ESO y Bachillerato en la capital del Señorío. Las posibilidades de que esto ocurra suenan tan irreales como las palabras de la actual titular de este cargo, la socialista Isabel Oliver, que en una comparecencia este martes ante la Comisión de Industria, se ha vuelto a acordar del olvidado Parador molinés, asegurando que se le va a dar «un fuerte impulso», aunque sin concretar nada, ni presupuesto ni, por supuesto fechas de finalización de las obras o de apertura de la instalación.

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Erase una vez…

Por Celia Luengo

Trazado de la autovía de la Alcarria a su paso por nuestra provincia.

Hubo una vez un tiempo feliz en el que los sueños eran posibles, eran tiempos en los que nadábamos en la abundancia y en los que nuestros gobernantes nos prometían grandes obras. Ese tiempo no es tan lejano aunque parezca que hace ya muchos años que abrimos los ojos y nos caímos de la cama porque algo llamado crisis nos hizo despertar. Ese día los grandes proyectos se desvanecieron, cayeron en el pozo del olvido como si sólo hubieran sido eso, sueños sin ninguna base de realidad. Y con ellos cayeron las esperanzas de muchas personas, de pueblos enteros que veían en esas grandes obras una oportunidad para hacer de su vida algo mejor. Sigue leyendo

La reminiscencia del Parador de Molina

La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, junto al ministro de Industria, energía y Turismo, José Manuel Soria , la presidente provincial, Ana Guarinos y el alcalde de Molina, Jesús Herranz. // Foto: www.castillalamancha.e

La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, junto al ministro de Industria, energía y Turismo, José Manuel Soria , la presidente provincial, Ana Guarinos y el alcalde de Molina, Jesús Herranz. // Foto: http://www.castillalamancha.e

Por Marta Perruca

Me lo había prometido y, sin embargo, ya iba camino de año y medio desde que mi sobrino volvió de la India y había dejado pasar de largo el verano, el puente de la Inmaculada y la Navidad sin prodigarse por esta tierra que le vio nacer y sin dignarse a venir a ver a su tía preferida. Estaba a punto de apropiarme del dicho “si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma” y escaparme unos días a Málaga, donde vive desde que mi hermana y mi cuñado decidieran ponerse el mundo por montera y marcharse allí a buscarse la vida, cuando yo tenía seis años. Entonces, recibí aquella llamada de teléfono en la que me anunciaba que venía a Molina un par de días con su novia, pero antes, habían decidido pasar por Sigüenza, porque a pesar de estar a tiro de piedra, todavía no había tenido la oportunidad de conocer esta preciosa ciudad medieval. No lo pensé dos veces. Reservé habitación en el mismo hotel y puse rumbo a Sigüenza  para apurar esos pocos días en los que mi sobrino, con el que sólo me llevo tres años y con el comparto una infancia en la que solíamos ser uña y carne, se decidía a cumplir una promesa que ya se advertía lejana.

Sigüenza es una localidad que conozco bien, pero lo cierto es que siempre que he estado allí ha sido por motivos de trabajo y nunca había tenido la oportunidad de pasear por sus calles sin prisa, dejando que el objetivo de la cámara se pierda por los detalles de sus calles, plazas, puertas y fachadas. Decidí adelantarme a mi sobrino, que llegaba a la hora de comer, y aprovechar la mañana para deambular tranquilamente por sus calles y perderme en los juegos de luces de su la catedral, sin ahogarme en el reloj.

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Una de zombis

Una imagen de la exitosa serie The Walking Dead.// Foto: Internet

Una imagen de la exitosa serie The Walking Dead.// Foto: Internet

Por Ana María Ruiz

Con motivo de la víspera de Todos los Santos, a lo largo y ancho de toda la provincia fueron muchos los que ayer celebraron la denominada “noche de Halloween”. Esta Noche de Brujas importada de la cultura anglosajona se convierte en la excusa perfecta para que los aficionados al disfraz y al maquillaje sangriento desplieguen toda su imaginación. En toda buena fiesta de Halloween no pueden faltar los zombis, esos muertos vivientes que vagan por las calles sin rumbo fijo, desorientados, que regresan al mundo de los vivos reanimados por arte de brujería y que tienen su voluntad totalmente dominada. Si se celebrase un Concurso Nacional de Zombis, Guadalajara se llevaría a buen seguro el primer premio, con reconocimiento “cum laude” incluido. Y por qué, se preguntarán ustedes. Pues la respuesta es sencilla. Con todos mis respetos a mis conciudadanos, los habitantes de esta ciudad y de su provincia andamos siempre como zombis, atontados, sin capacidad de reacción ante cualquier abuso que nuestras administraciones cometan contra nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestro patrimonio, nuestros pueblos o nuestro bolsillo. Somos incapaces de movilizarnos, de unirnos y salir a la calle a protestar aunque nos estén pisoteando los derechos más básicos y elementales.

En todos mis años como periodista y testigo directo de las movilizaciones que se han llevado a cabo en Guadalajara, son contadas las ocasiones en las que la ciudadanía ha respondido de forma masiva a una protesta colectiva. Recuerdo como algunas de las más numerosas la multitudinaria la manifestación convocada en 1997 con motivo del asesinato del concejal de Partido Popular de Ermua, Miguel Ángel Blanco, en la que más de 15.000 personas abarrotaron el centro de la capital para condenar la barbarie de la banda terrorista ETA. Otras de las más numerosas fueron las que se produjeron por los cierres de Carrier, Magnetti Marelli y Avicu, en 1999 y 2008 respectivamente, en las que la ciudad se volcó con los miles de trabajadores que estas empresas dejaron de patitas en la calle. Y más recientemente, en 2010, la celebrada contra la instalación del ATC de residuos nucleares en la localidad de Yebra, que fue un éxito rotundo.

Calladitos. Que nos modifican las líneas de autobuses en la capital con un servicio pésimo y lleno de carencias, los guadalajareños recogemos cuatro firmas y nos quedamos calladitos. Que se nos llevan el agua a Murcia y aprueban un Plan Hidrológico que seca nuestros pantanos, los guadalajareños agachamos la cabeza. Que nos cierran las urgencias en la provincia o las camas del Hospital y nos obligan a aparcar en auténticos barrizales o a pagar un aparcamiento privado, los guadalajareños nos conformamos. Que nos recortan profesores en la enseñanza pública y nos obligan a pagar por los libros de texto, los guadalajareños no nos quejamos. Que nos quieren cobrar por entrar al Palacio del Infantado mientras otros lo usan cual cortijo de señoritos andaluces, los guadalajareños a tragar. Que nos cierran el Teatro Moderno, los guadalajareños a morderse la lengua. Que nos suben el IBI más de un 20 por ciento o que el Gobierno regional tiene que cumplir una sentencia millonaria por readmitir a unos interinos que despidió hace dos años, los guadalajareños chitón. Que se nos quema la provincia en verano por los recortes en el Servicio de Prevención de Incendios, los guadalajareños guardan silencio.

Y no hablemos ya de las protestas laborales. Hace años Guadalajara encabezaba la lista regional de manifestaciones, concentraciones, encierros de delegados, etc. Hoy en día, los sindicatos han perdido totalmente su capacidad de convocatoria y ni siquiera el 1 de Mayo, la fiesta de los trabajadores por excelencia, logran congregar a algunas decenas de personas –la mayor parte afiliados “obligados” a acudir a esta cita- en un acto que en estos tiempos de crisis y abusos empresariales debería sacar a la calle a miles de personas.

Crear conciencia. Ante este panorama tan desilusionante son un soplo de aire fresco y de esperanza algunos movimientos ciudadanos que no se resignan a formar parte de esa horda de zombis que pululan por Guadalajara. Se trata de colectivos contestatarios, reivindicativos y luchadores que, a cambio de nada, crean plataformas o asociaciones que aglutinan a los descontentos y que toman las calles de forma pacífica para crear conciencia, demostrando además un gran poder de convocatoria. Pero, lamentablemente, también se cuentan con los dedos de la mano. Ahí están asociaciones como los Amigos del Moderno, con su original ciclo “En la puñetera calle” para protestar por el cierre del Teatro Moderno; el movimiento La Otra Guadalajara, una iniciativa ciudadana para el desarrollo y la defensa de la comarca de Molina de Aragón; o la Asociación Castillo de Galve que reivindica la rehabilitación del castillo de la localidad de Galve de Sorbe.

Es realmente desolador que los guadalajareños no seamos capaces de unirnos para casi nada si exceptuamos, eso sí, las citas festivas. Me gustaría ver la Plaza Mayor y las calles llenas de gente no sólo en el Chupinazo de Ferias, la Cabalgata de Reyes, las verbenas o las actividades gratuitas, sino también en aquellas ocasiones en las que es necesario reclamar y defender lo que es de todos: sanidad, cultura, educación, empleo,… No nos podemos conformar. No debemos callarnos. Tenemos que dejarnos ver y hacernos oír. Y ojo, que no estoy llamando a la desobediencia civil ni pretendo que Guadalajara se convierta en la capital de la pancarta,el megáfono y la cacerola. Estoy hablando de crear conciencia de ciudad, de provincia, de territorio, de población cohesionada. De otra forma se lo estamos poniendo muy fácil a quienes nos gobiernan. Un rebaño manso es muy fácil de manejar. Como los zombis.

La manifestación por el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, congregó a más de 15.000 personas en las calles de la ciudad, //Foto: Archivo NOTICIAS DE GUADALAJARA

La manifestación por el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, congregó a más de 15.000 personas en las calles de la ciudad. //Foto: Archivo NOTICIAS DE GUADALAJARA