
Por Juanjo de Lope (*).
Desde hace más de 3.000 años, la lavanda se ha usado para aromatizar el agua de baños relajante y conciliar el sueño. Lo hacían los egipcios y los romanos y se ha seguido haciendo a lo largo de la historia, adquiriendo una importancia progresiva en el mundo de la perfumería desde el barroco hasta nuestros días.