Por David Sierra
Iba a escribir un artículo, otro más, sobre el coronavirus. Las consecuencias que está teniendo en la población, o quizá abordar desde un punto de vista crítico la gestión. O a lo mejor tomar historias de cómo los vecinos están pasando este confinamiento un tanto surrealista que nos tiene a todos desubicados. Comienza uno a indagar. Analiza textos y posiciones, explora redes sociales y foros de discusión, tal como esos que se forman en la cola de cualquier supermercado, a metro y medio de distancia y con las mascarillas interfiriendo entre las palabras. Horas pérdidas hasta caer en la cuenta de que no sirve de nada porque ante esta situación cualquier consideración o posicionamiento responde a estados de ánimo alterados por las circunstancias, que vagamente justifican una percepción real y objetiva.