El Museo de Guadalajara ha puesto en marcha una iniciativa súper chula. Se trata de un recorrido por algunas de sus obras desde una perspectiva femenina. Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, desde el pasado 8 de marzo está disponible el material didáctico de “Itinerario en femenino”. Se trata de una recopilación de información sobre las mujeres que son autoras de algunas de las obras más emblemáticas del Museo Provincial, como Luisa Roldán. Entre las curiosidades que se incluyen en el recorrido, las vulvas de Cogolludo datados en torno al año 2100 a.c.
Su canal de Youtube tiene 678.000 suscriptores y su cuenta de Instagram la siguen más de 420.000 personas. Por segunda vez le ha prestado su voz a Ash, en Canta 2, personaje al que en la versión original dobla Scarlett Johanson. Es una de las mujeres creadoras jóvenes con las que RTVE ha querido despedir el año con el programa “¿Quién se ríe ahora?” y junto a su amiga Inés Hernand escribió el libro autobiográfico “Que el fin del mundo te pille de risas”. En ese libro, y siempre que puede, presume de su infancia en plena Arquitectura Negra. Creció en Roblelacasa y su libro está plagado de anécdotas divertidas, emocionantes y afectuosas con este municipio en el que pasó una infancia como solo en un pueblo así se puede pasar.
Una mujer de mundo orgullosa de ser una mujer de aldea. Así es la alcaldesa de Orea, que ayer presentó en la Biblioteca Pública Provincial de Guadalajara un libro de recetas tradicionales que le sirve para transmitir emociones, experiencias y el vínculo con el territorio que tanto defiende en su activismo contra el despoblamiento de las zonas rurales. Ni se considera escritora, ni pintora, ni escultora, pero es capaz de escribir, pintar y esculpir para transmitir lo que le preocupa, lo que la atormenta, lo que le hace feliz, lo que la indigna. El libro ha sido editado por el Ministerio de Agricultura y ayer fue presentado por Alimentos de Guadalajara. No es un libro de recetas. Es un libro que alimenta el alma, porque en cada guiso Marta Corella cuenta una historia, una historia que es la suya y la de todas las mujeres que en la zona de Molina, como en tantas zonas rurales de nuestro país, han tenido que luchar el doble para llegar la mitad de lejos que merecían.
Llegó hace 9 años a la presidencia provincial del PP y en este tiempo ha tenido que hacer frente a todo tipo de dificultades, externas e internas (las peores). Si ya es difícil manejar un partido, lo es doblemente cuando eres mujer. Fue presidenta de la Diputación en 2011, un mérito que se ganó a pulso después de convertirse en la peor pesadilla del PSOE en el Gobierno de Castilla-La Mancha. Fue “la cabeza de turco” en 2015 para gobernar con Ciudadanos el Ayuntamiento de la capital y la Diputación. Y ha tenido que hacer frente a los últimos dos años, los peores del Partido Popular en Guadalajara. Con aciertos y errores, mantenerse nueve años en el poder con puñaladas de los compañeros incluidas merece el reconocimiento de la política provincial, donde ella ya tiene un hueco. La lástima es que cada vez que una mujer sale del puesto de mando al que tanto le ha costado llegar, la releva un hombre. Me temo que tampoco esta vez será diferente.
El sonido de la nyckelharpa de los adictivos versos de la película Akelarre podría ser la música de fondo de otras tantas cazas de brujas que en este país se han hecho en nombre de la fe, que viene siendo aquello de lo que están completamente seguros unos pocos y se empeñan con buen resultado en que crean todos los demás.
Andamos de efemérides en estos días, conmemorando como llevamos haciendo desde hace 17 años que en 2004 hubo 191 personas que fueron asesinadas en unos trenes en el más grave atentado terrorista que ha vivido este país. Se cumplen 20 años, además, de un acto de valentía que en Ponferrada se adelantó muchos años a movimientos como “me too” o “no es no”.
Lo que ambos hechos tienen en común es poco, pero relevante. Dos mujeres quemadas en la hoguera pública por pronunciar lo que nadie en aquellos momentos quería oír. El mismo efecto que en la película de Pablo Agüero producían los versos “Ez dugu nahi beste berorik zure muxuen sua baino”, las palabras de Pilar Manjón y Nevenka Fernández hicieron tambalearse los cimientos de lo correcto.
Pilar Manjón perdió a su hijo en el atentado de los trenes del 11 de marzo de 2004. Llena del dolor que solo una madre es capaz de sentir cuando entierra a un hijo, se dedicó en cuerpo y alma a luchar por saber la verdad que se escondía tras los atentados, para honrar la memoria de su hijo y de cuantos con él murieron en aquella mañana en la que España se paralizó. Sus ojos hinchados de llorar sin descanso, su voz quebrada, su cuerpo roto sirvieron para poner voz a las familias de los fallecidos y a las decenas de heridos que vieron cómo su vida se quedaba en aquellos trenes. Fue un ejemplo de valentía, de resiliencia cuando la palabra aún no estaba de moda y de amor infinito a su hijo. Porque así es como se ama a los hijos, de forma infinita. Ni siquiera la muerte es capaz de impedir que una madre siga queriendo a su hijo.
Pero la exposición pública es cruel. Cuando la búsqueda de la verdad choca con intereses partidistas, ideológicos o de cualquier otra índole relevante en el “establishment” la madre coraje se convierte en bruja y solo la hoguera le espera en forma de insultos, acusaciones, increpaciones, bulos y mentiras con el único objetivo de convertirla en cenizas de lo que fue entre el humo purificador del pensamiento único. “Por esa puta y cuatro muertos perdimos las elecciones”, sigue encabezando la lista de citas célebres de algún ex ministro. A propósito de la polémica del rapero Pablo Hasél, a Pilar Manjón le han tuiteado, entre otras lindezas: «A Pilar Manjón le tocó la lotería cuando reventaron al hijo. Menuda puta»; «Imagino que el padre del hijo de la Manjón no dice nada porque no se sabe quién es….».
Y qué decir de Nevenka Fernández. Han tenido que pasar 20 años para que se atreviera a volver a la esfera pública y contar su verdad después de que a pesar de la sentencia que condenaba a su agresor fuera ella la que tuvo que abandonar su casa, en Ponferrada, y su país en busca de la calma y el sosiego que aquí le negaba el ruido mediático. El documental que ahora ha rememorado lo ocurrido entonces ha hecho que en la localidad leonesa algunos de los que salieron a la calle para convertir al verdugo en víctima y viceversa hoy se ruborizaran. Pero entonces también fue quemada en la hoguera por bruja. Por atreverse a pronunciar versos malditos que acusaban al “buen hombre” de haberla acosado, de haberla hundido, de haberle destrozado la vida y haber anulado hasta su voluntad. “Uno se marcha si tiene dignidad y luego denuncia” fueron las palabras que el fiscal escupió contra ella en un gesto que le llevó a ser suspendido por acoso procesal. Tremendo que la misma persona tenga que sufrir acoso del fiscal en el juicio en el que declara como víctima de acoso.
Considero que su ejemplo de entereza y valentía y su lucha también jalonan la historia del feminismo en nuestro país. Nevenka Fernández fue precursora en tantas cuestiones en materia de derechos de las mujeres que resulta ruin que en estas dos décadas no hayamos sido capaz de poner en valor su acto como pionera. Tuvo que pagar un precio muy alto por negarse a normalizar aquel machismo de provincias que no respetaba a las mujeres formadas, profesionales e inteligentes que además estaban en todo su derecho a ser guapas sin que ello las condenara si un hombre se encaprichaba de ellas. Quiero pensar que su ejemplo ayudó a muchas otras a ser libres de prejuicios, de presiones sociales y de hipocresía.
Pilar Manjón ha presidido durante 12 años la Asociación de Víctimas del 11M. Mítica fue también la frase con la que alguna presidenta madrileña le dio una subvención –“esto es mejor que la lotería porque no hay que pagar a Hacienda”-. Gracias a su trabajo y al de muchas otras personas, los heridos han conseguido que se les reconocieran las secuelas de los atentados, aún hoy siguen luchando por el reconocimiento del agravamiento de muchas heridas. Me temo que no ha logrado encontrar el sosiego y la calma que merece, pero le queda el consuelo de que tampoco otros han logrado su objetivo, verla arder en la hoguera destinada a las brujas y que sus palabras se convirtieran en cenizas.
También podríamos denominarles tontos de baba, porque les imaginamos babeando de insana envidia al paso de las grandes estrellas de cine de nuestro país. No hemos visto sus rostros. Pero sin duda se asemejan más al del Homo Neanderthalensis que al del Sapiens Sapiens. Detesto que ambos sujetos se hayan hecho famosos por sus deplorables comentarios sobre las mujeres que desfilaban delante de sus cámaras en la Gala de los Premios Goya gracias al talento que las ha llevado hasta lo más alto. La vulgaridad con la que emiten comentarios como “la que no quieras pa ti me la pasas” es tan hiriente por su contenido como por la normalización con la que la realizan. Dos varones en una posición profesional inferior al de ellas se permiten el lujo de hablar de ese tráfico de carne fresca como si realmente estuvieran en condiciones de hacerlo.
Me preocupa. Me preocupa sobremanera que en este país se siga llamando “puta” a una mujer por su aspecto, por el número de tatuajes que lleva en su cuerpo y por la profundidad de su escote. Los dos sujetos no son más que dos tontos del culo. Pero sus palabras constituyen la normalidad en muchas barras de bar -¡Bendita pandemia que ha limitado sus nocivos efectos!-, en muchos grupos de whatsapp y en muchas noches de copas en cuadrillas que como el Homo Neanderthalensis salen de caza ante lo que ellos consideran una cuestión de supervivencia de la especie; la suya, la de los primitivos que no han logrado llegar a Sapiens.
Y es que en la semana del feminismo por antonomasia, en estos días de 8 de marzo pandémico en que las mujeres seguimos siendo sospechosas de haber precipitado hace un año el contagio de ese virus que en los mítines de partidos de extrema derecha no tiene capacidad de contagio, ha servido para airear los pensamientos podridos que en los últimos años estaban siendo retenidos por quienes reniegan de la necesidad de que por fin las desigualdades de siglos sean corregidas en un acto de justicia social que, sin duda, hará que en este planeta las cosas avancen de forma más racional.
Se ha puesto de moda ser radical anti feminista. Se lleva criminalizar la lucha de las mujeres por las mujeres. Y los tontos del culo se multiplican amparados en los discursos torticeros de las formaciones políticas del exceso y los comentarios esparcidos por opinadores de tercera en platós de televisión. ¡Madre mía! Cuántas mujeres dedicaron su vida a luchar para lograr que las que hemos llegado después pudiéramos manifestar nuestras opiniones, pudiéramos tener voz, pudiéramos tener voto. Si vieran el uso que algunas “compañeras” hacen de esas conquistas, alineándose con el pensamiento del opresor…
Resulta sobrecogedor que palabras como equidad, igualdad, solidaridad, tolerancia y justicia provoquen tanto miedo entre los hombres. Fundamentalmente los de las especies Neanderthalensis y Cromagnon, que últimamente se han venido arriba y piensan que la mascarilla les protege para volver a decir lo que hasta hace pocos años era normal y que en los últimos años habíamos logrado que dejara de serlo. Pero sobrecoge más aún el apoyo que encuentran entre las mujeres de su especie. Señoras, “el hembrismo” no existe porque nunca ha existido un sistema matriarcal basado en privilegiar al género femenino frente al resto. Tranquilicen a sus compañeros porque no es eso a lo que aspiramos las que luchamos para que nuestras hijas no tengan miedo a decir en público que son feministas, que están orgullosas de las grandes mujeres que nos antecedieron en la lucha y que, por supuesto, no solo quieren ser científicas -que últimamente parece que se ha convertido en el objetivo único de esta lucha-. Queremos que nuestras hijas puedan querer ser lo que quieran ser, sin que su género, femenino, masculino, no binario o cualquiera que sea, limite sus opciones de soñar. Como indica Chimamanda Ngozi, “el problema del género es que describe cómo debemos ser, en vez de reconocer quiénes somos”.
Porque esto va de sueños. Sueños de igualdad entendida como proporcionar a cada uno lo que necesita, porque dar lo mismo a todas y a todos significaría perpetuar las desigualdades heredadas desde que los Sapiens aún no se paseaban por Europa.
De verdad, no seáis tontos del culo, que ya no se lleva. Dejad que vuestra especie evolucione al Homo Sapiens por completo, que ya os hemos dado unos siglos de margen para que podáis hacer la transición sin dramas.
Las mujeres estamos divididas en nuestra historia desde siempre. Las buenas y las malas, las correctas y las incorrectas, las castas y las putas, las santas y las brujas, las feministas y las no feministas, las madres y las que no lo son… y así sucesivamente hasta el infinito y más allá…
Este año pasó por Guadalajara la versión dramatizada de Una habitación propia, dirigida por María Ruiz e interpretada de manera excelente por Clara Sanchis. El primer gran ensayo del feminismo llegó a la única sala pequeña de teatro que tenemos en Guadalajara, sin perjuicio de los bares y locales de la ciudad que abren a menudo sus puertas a monólogos y pequeñas representaciones. La obra de VirginiaWoolf, que no acaba hablando de las novelistas, sino de la necesidad de su independencia económica, refiere importantes escritoras del ámbito anglosajón como Jane Austen o las Brontë. Digamos que en la nómina de escritoras célebres ha jugado mucho el interés de cada país. El mundo francés cuenta con Marguerite Duras y Simone de Beauvoir, y el italiano, con escritoras como Natalia Ginzburg, Elsa Morante o la escritora sarda Grazia Deledda, premio Nobel de Literatura. La escritora marroquí Fatima Mernissi nació en un harem de Fez pero acabó dando clase en la Universidad de Rabat. Sin embargo, algunos países todavía no incluyen como célebre a ninguna mujer escritora y, por su puesto, las mujeres carecen de una habitación propia. Sigue leyendo →
Ayer vi un corto que aunque salió a la luz en marzo no se había hecho viral hasta ahora. Se llama ‘Au bout de la rue’ (Al final de la calle) y transmite, en poco más de tres minutos, lo que sienten muchas mujeres cuando caminan solas de vuelta a casa por la noche. Incomodidad. Tensión. Miedo.