Por Borja Montero
Uno de los factores que dinamizan la vida política es, como no podía ser de otra manera, la celebración de elecciones de forma periódica. Aunque actualmente la excesiva exposición de los políticos a la opinión pública por la proliferación de medios y las redes sociales y la brevedad y escasa profundidad de muchos mensajes políticos, más consignas que discursos, para adaptarse a los formatos comunicativos existentes hacen que el mundo de lo público es una continua campaña electoral, se siguen considerando los comicios como el epítome tanto de la gestión como de la oposición, el momento de mostrar a los ciudadanos el bagaje de los realizado y las intenciones para el futuro. Esta división en periodos temporales determinados hace que, cada cierto tiempo, en concretos tres años y pico, los ciudadanos podamos beneficiarnos de la necesidad de mejorar el expediente de cara al examen de las urnas y sorprendernos así con gran cantidad de inversiones en poco tiempo. Parece que este año, en la capital, le toca al patrimonio. Sigue leyendo