
Un momento del Pleno provincial en el que se aprobaron los presupuestos para 2015. // Foto: http://www.guadaque.com
Por Marta Perruca
Otra vez y ya debe ser la “tropecientas”. En esta ocasión, en palabras del vicepresidente provincial, Lorenzo Robisco, con motivo del Pleno de la Diputación para aprobar los presupuestos de esta casa para 2015. Un total de 60.003.974,43 machacantes, de los cuales, un tercio irá destinado a inversión en los municipios. Se trata de unos presupuestos, señaló, que se elaboran en un panorama distinto al de los tres ejercicios anteriores, porque ahora existen indicios que “hacen mirar al futuro con optimismo y esperanza” Y esto ha sido posible, dijo, gracias a las medidas que se han ido adoptando con el esfuerzo de todos y a las políticas de austeridad que ha llevado a cabo el equipo de Gobierno de la Diputación, y los gobiernos de Rajoy y Cospedal.
Al menos yo, me siento incapaz de contar el número de veces que he escuchado un discurso similar en las últimas semanas. Cada vez que se anuncia una medida que, a priori, parece positiva, alguien pulsa el botón del Play y se escucha la misma cantina “y esta medida es posible gracias a las políticas impulsadas por el gobierno de Rajoy, de Cospedal, o de quien proceda”, por no decir que no deja de resultarme sospechoso que justo las administraciones tengan disponibilidad presupuestaria para abordar esos proyectos y medidas justo ahora que se avecinan las próximas citas electorales. Particularmente, ese discurso me crispa bastante, porque creo que tiene matices muy importantes, que cabría explicar: Si se ha logrado reducir el déficit, generar empleo y una cierta estabilidad económica –que no creo que sea para tirar cohetes-, desde mi punto de vista, no se tendría que hablar en términos de “esfuerzo” y “austeridad”, esa palabreja que sacaron de la chistera con la crisis y que a estas alturas está más que desgastada, sino de SACRIFICIO. A mí, particularmente, me parece un matiz importante.
Todos podemos entender que si alguien se encuentra endeudado hasta las cejas no se puede comprar un Ferrari, es obvio, pero parece que se nos olvida que esta situación, que ahora nos parece optimista y esperanzadora, se ha conseguido metiendo la tijera y estrangulando a las pequeñas y medianas economías a base de impuestos. No me parecen soluciones demasiado meritorias y creativas, la verdad sea dicha, y además, considero que hemos tenido que pagar un precio demasiado alto por ello: Hemos sacrificado la calidad de la Sanidad, la Educación, de otros servicios públicos y sociales y también del empleo, con una reforma laboral que ha puesto la alfombra roja a la precariedad y la inestabilidad.
No digo que estas medidas, desde mi punto de vista, erráticas, no vayan a tener o estén teniendo efectos positivos, sino que este Gobierno ha inclinado su balanza por soluciones de viejo manual y de escasa justicia social. No ha habido un salvavidas contundente para los más desfavorecidos, y sí para aquellos que más tienen y que más se llevaron al buche en épocas de bonanza.
El otro día leía en la prensa que los bancos han puesto a la venta 158.000 viviendas en sus páginas web y no puedo decir que el dato me sorprendiera, teniendo en cuenta que, según publicaba el periódico La Calle en el mes de junio, desde 2007 y sólo en Guadalajara, se han incoado 3.897 ejecuciones hipotecarias, que dieron lugar a 1.295 resoluciones de desahucio, de las cuales –hasta el mes de junio- se habían llevado a término 1.019.
A mí, estas cifras me producen escalofríos pero, sobre todo, lo que no me entra en la cabeza es que el Gobierno haya salido al rescate de la banca con la friolera de más de 88.100 millones de euros de los bolsillos de todos los españoles, de manera gratuita y sin condiciones.
Habría estado bien que ese rescate estuviera condicionado a dar marcha atrás a todos los procesos de desahucio –teniendo en cuenta que hemos sido todos los españoles los que hemos tapado los agujeros que estas hipotecas hubieran podido causar y otros muchos más- y a favorecer las líneas de crédito para proyectos empresariales de pequeñas y medianas empresas, que contribuyeran a dinamizar una maltrecha economía.
Pero ese tren ya lo vimos pasar de largo desde el andén con cara de estúpidos y a mí no me extraña nada que, al final, a los ciudadanos, se nos quede la sensación de que, en este país, los de siempre –casta los llaman por ahí- se zampan el pastel y a los demás nos toca pagar los platos rotos.
La moción del grupo socialista y Serranía Celtibérica
Ya sé que, con toda seguridad, cuando Robisco pulsó el botón del Play para que sonara con sus propias palabras y su voz, ese manido discurso, no era consciente de que fuera la vez número 1.567, por poner una cifra, que escucho “semejante insensatez”. No le voy a culpar por ello más que a los otros supuestos 1.566, aunque dicen que la oportunidad la pintan calva y a mí me venía al pelo para poner de manifiesto mi indignación personal con la dichosa frasecilla. Mis disculpas por adelantado, señor Robisco, porque en ese Pleno, la noticia principal fue esos más de 60 millones de euros, frente a los 56.495.330,90 que se contemplaban en el ejercicio anterior y lo que realmente creo que debería ser objeto de crítica es la actitud de la oposición con respecto a la presentación de una moción que, personalmente, considero oportunista y desleal.
La Diputación Provincial, y creo que el grupo socialista lo recordará bien, dio luz verde en el mes de junio, con el apoyo de los tres grupos políticos, a una declaración institucional para respaldar el proyecto de “Serranía Celtibérica” e integrarse en el “Consorcio Celtiberia”. Se trata de una iniciativa bien fundamentada, que lleva a sus espaldas más de un lustro de trabajo por parte de una treintena de investigadores de la Universidad de Zaragoza, capitaneados por el catedrático, Francisco Burillo. Este equipo de trabajo ha detectado un extenso territorio con 63.098 kilómetros cuadrados, comprendido en diez provincias y cinco comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Aragón, Castilla y León, La Rioja y Valencia) cuyas condiciones, en cuanto a despoblación, son similares a las de la zona ártica de los Países Escandinavos, con 503.566 vecinos censados y una densidad de población de 7,98 habitantes por kilómetro cuadrado, por lo que lo han denominado “La Laponia del Sur”. Toda la provincia de Guadalajara, exceptuando la capital y el Corredor del Henares, se encontraría dentro de este territorio.
El proyecto “Serranía Celtibérica” pretende, en palabras de Burillo, “la visibilización de ese territorio: Esto es que el Estado Español lo vea como una entidad de especiales circunstancias, sobre todo dentro de la Ley de Desarrollo Rural Sostenible, y que la Unión Europea reconozca sus características extremas, pues es el único territorio de gran extensión (es un 20% superior a Holanda) en el que se encuentran tres de las seis categorías para los que tiene legisladas ayudas específicas: zona de montaña, rural remota y despoblada”.
El proyecto Serranía Celtibérica tiene bien meditadas y maduradas unas líneas de acción para desarrollar una potente herramienta de promoción conjunta a nivel nacional e internacional, que aúne todos los elementos potencialmente turísticos y ponga en valor los productos de calidad agroalimentarios que convergen en este territorio, lo cual coincide con la trayectoria que la mayoría de estas zonas, acosadas por la despoblación, han emprendido, dentro de sus políticas de desarrollo rural.
En la hoja de ruta de este proyecto se encuentra, precisamente, la creación de una unidad de Inversión Territorial Integrada (ITI), con el propósito de llegar a tiempo a los fondos de cohesión social previstos para el periodo 2014-2020, de la que formen parte todas las provincias de esta Laponia del Sur. Las ITI son una estrategia aprobada por el Consejo de la Unión Europea en diciembre de 2013 para este periodo 2014-2020, que permite a los estados miembros combinar inversiones de varios ejes prioritarios de uno o varios programas operativos, siempre que el área propuesta tenga continuidad territorial y una población inferior a los 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Por lo tanto, se puede decir que ya tenemos un territorio definido y un proyecto dispuesto que cumple con los requerimientos de la Unión Europea, por lo que considero absurdo, además de oportunista y desleal, que el grupo socialista venga a presentar una moción para que se emprenda una senda distinta a la que ya dieron su apoyo y luego manden una nota de prensa diciendo que el equipo de Gobierno de la Diputación no quiere esos fondos europeos.
Cuando las aguas andan revueltas, o remamos todos en la misma dirección o lo más probable es que el barco termine por hundirse. Ya lo he dicho en otras ocasiones, que crisis y oportunidad son las dos caras de una misma moneda y que esta situación sin precedentes debía desterrar las soluciones de viejo manual, para contemplar medidas distintas. Ya hemos dejado pasar varios trenes y pagado por ello nuestra cota de sacrificio. Esta vez deberíamos estar preparados para subirnos en los que llegarán.