Por David Sierra
Si hay algo de lo que adolece Guadalajara es de edificios históricos que visitar. Se podrían contar con los dedos de una mano aquellos que pudieran causar un atisbo de impresión en un visitante poco aderezado en la materia. Y son también escasos los que contienen un recorrido didáctico institucionalizado. Sé que al escribir estas líneas, muchos alcarreños me recordarán los encantos de la ciudad y toda una retahíla de sugerencias de considerable valor histórico artístico que visitar pero que, a mi juicio, siguen, en líneas generales, sin aprovechar su potencial.