
Destacados, los concejales de Ciudadanos y sus hermanos-asesores. // Foto: Libertad Digital
Por Álvaro Nuño.
Menos mal que finalmente el dirigente de Ciudadanos, Albert Rivera, no ha aceptado la propuesta lanzada por su homólogo del Partido Popular, Pablo Casado, de concurrir ambos juntos a las próximas elecciones generales del 10 de noviembre en coalición bajo la denominación de «España suma». O, al menos, eso deben estar pensando aliviados los cargos locales de sus grupos municipales del Ayuntamiento de Guadalajara, en guerra abierta tras la publicación de una noticia en la que se acusaba de «nepotismo» a dos de los tres concejales naranjas por haber contratado como asesores a sus propios hermanos, noticia que de hecho ha producido ya la renuncia de una de ellos.
El pasado 25 de septiembre, el periodista de «Libertad Digital» Luis F. Quintero publicaba una documentada noticia en la que denunciaba que el actual primer teniente de Alcalde y cabeza de lista de Ciudadanos, Rafael Pérez Borda, había contratado a su propio hermano, Juan Antonio como asesor -hecho ampliamente conocido en la ciudad por haber sido éste segundo también asesor del anterior alcalde popular, Antonio Román, al que acompañó en sus tres mandatos-. Lo que no era tan aireado fuera del ámbito municipal es que su segundo de abordo, el concejal Israel Marco, había hecho lo propio también con su hermana Esther. Además, se dio la circunstancia de que hubo un error en las contrataciones y se equivocaron de categoría laboral por sus diferentes titulaciones académicas, lo que resolvieron intercambiándose los contratos entre ambos.
Como buen profesional, el periodista intentó contrastar la información que una fuente «anónima» que no cita le dio, con los propios interesados que «agradecen la llamada pero declinan hacer declaraciones», aunque señalan que, al tratarse de puestos de libre designación, «entra dentro de la normalidad» contratar a personas de confianza». Hay que felicitar a este profesional por estar tan bien informado de las intrahistorias de un Ayuntamiento de tamaño mediano como el nuestro. Sin duda, bebió de buenas fuentes, de esas de chorro abundante y agua clara.
Fue el secretario regional de Organización, el también alcarreño Alejandro Ruiz, quien salió posteriormente a intentar apagar el incendio que ya se había encargado de avivar el grupo popular con su portavoz, Jaime Carnicero a la cabeza. Ruiz dijo que las contrataciones de esas personas habían sido una «excepcionalidad» en Ciudadanos, saltándose incluso su propio código ético, pero que la formación y experiencia de ambos asesores así lo aconsejaban. La verdad es que es muy difícil intentar explicar una acción así viniendo de un partido que tiene por bandera la regeneración de la vieja política. El también diputado regional incluso no estuvo de acuerdo en un principio con estos nombramientos y anunció la renuncia de la hermana del concejal Marco, «porque afortunadamente tiene otro sitio donde ir, es funcionaria de carrera de profesión y no estaba aquí ni para medrar, ni para conseguir un cargo, ni conseguir un sueldo que es para lo que está mucha gente que la ha denunciado», argumentó para acusar al PP de estar detrás de esa noticia y abrir después él libro de familia de los concejales populares y sus relaciones parentales con sus asesores, que también las había en el anterior Ayuntamiento y fuera de él.
Ciudadanos por tanto utilizó uno de los clásicos de la vieja política que dice combatir, el recurso del «y tú más» cuando te han pillado con el carrito del helado. Sabiendo que no había otra defensa posible, trató de denostar a los que les criticaban, amparándose en que se había contratado a esas personas por su valía y no por su apellido, y que todo era absolutamente legal. Pero ya lo dijo el gran Julio César hace más de veinte siglos, «la mujer del César no sólo tiene que ser buena, sino también parecerlo».
El Partido Popular, a quien todavía le pica y le irrita ese gobierno contra natura PSOE-Ciudadanos que le desalojó del balcón principal del Ayuntamiento, ganaba una batalla en esta larga guerra que va a ser el mandato y que ellos no perdieron sino que ganó Emiliano García Page desde Toledo, sacándose de la chistera a última hora un pacto regional con los naranjas aquí, en Ciudad Real y en Albacete. Tras los resultados electorales municipales, todo hacía presagiar que el «España suma» que infructuosamente ha buscado Pablo Casado de cara a estas Generales iba a fructificar en Guadalajara entre colegas de pupitre, la mayoría de ellos salidos de la factoría salesiana de la capital. Y es algo que se les está haciendo difícil de digerir a Carnicero, Engonga y compañía, expulsados ahora al rincón de la fría oposición.
Por eso, aún sin materializarse esa alianza preelectoral, para alivio de unos y otros, el discurso nacional de la campaña de todo el fuego disponible contra Pedro Sánchez que pregona Rivera en todo el país les va a resultar muy difícil de materializar en el campo de batalla a los cargos y militantes de Ciudadanos, que gobiernan con el partido del puño y la rosa en el Ayuntamiento y en la Diputación. Los discursos nacionales y locales sin duda se acabaran cruzando en la campaña y el Partido Popular incidirá en la brecha abierta para intentar recuperar su segundo diputado, como consiguió hacer ya en las elecciones de 2016, volviendo al clásico bipartidismo roto por otra mujer de Ciudadanos sólo un año antes, la torrejonense Orlena de Miguel, hoy apartada de su propio partido.