Ni tampoco para las vecinas, no lo duden. En el mes de junio, una exultante y emocionada Sara Simón, concejala de Festejos del Ayuntamiento de Guadalajara, confirmaba oficialmente que las Ferias 2022 volvían al centro de la ciudad. A los parques de La Concordia, San Roque, Adoratrices y a la Fuente de la Niña. Felicidades, señora Simón, ese era su objetivo y lo ha conseguido. Y aunque usted diga que son ‘las Ferias que la gente quería y añora’, no todo el mundo opina igual. Y lo sabe. Tiene usted a todos los que no van a poder dormir del 7 al 18 de septiembre en contra. Su sueño hecho realidad acaba con el de la mitad de la población.
Tras dos años sin fiestas, es hora de retomar las preocupaciones que dejamos aparcadas durante un tiempo por la pandemia. El Ayuntamiento ha hecho pública esta semana su voluntad de organizar unas ferias de septiembre con cambios importantes en los que se tendrán en cuenta las inquietudes manifestadas por la ciudadanía en la encuesta realizada a este efecto hace un par de años. La Navidad en el eje Concordia-San Roque parece que marcó el camino que seguirán los festejos septembrinos.
Se trata de un cambio de calado, con partidarios y detractores casi a partes iguales, que precisa de decisiones políticas valientes que muestren ese cambio que los festejos de la capital parecen necesitar desde hace algún tiempo. A las puertas de la Feria de Abril, en estos días se habla de 900 millones de euros que la Feria de Abril deja en Sevilla. El ocio, la cultura, la celebración y la diversión son industrias que generan actividad económica en los municipios, que dinamizan las ciudades y pueblos y que sustentan una forma de arraigarse con el territorio en el que residimos.
Como no todo son beneficios, lo cierto es que la fiesta genera ruido, suciedad, molestias, cortes de tráfico, deterioro del patrimonio y conflictos. Por eso es necesario invertir en organización, en seguridad, en limpieza y en mantenimiento. Y colocando lo bueno y lo malo en la balanza de la gestión, lo más probable es que todo oscile hacia el platillo de las fiestas que Guadalajara debe celebrar este año por todo lo alto, para celebrar que hemos superado un momento de dificultad que, aunque probablemente no nos ha hechos mejores, sí nos ha hecho reflexionar sobre el verdadero valor de estar juntos, de compartir y de festejar cuando se puede.
La famosa encuesta, elaborada por el Ayuntamiento entre el 12 de diciembre de 2019 y el 15 de enero de 2020, con 30 preguntas sobre el modelo festivo de la capital, señalaba que el 80 por ciento de los encuestados no está conforme con el actual modelo de Ferias y Fiestas, y un 73 por ciento consideraba que la Semana Grande supone un revulsivo económico para la ciudad. El 56 por ciento de los 2.125 formularios válidos eran de mujeres y el 44 por ciento de hombres. El rango de edad de participación mayoritario, con el 32 por ciento, fue el de entre 26 y 35 años.
El 76,3 por ciento de quienes participaron en la encuesta consideraba que la ubicación del recinto ferial no es buena, el 76,5 por ciento quería a las peñas dentro de la ciudad y el 82 por ciento prefiere que todas las actividades se desarrollen en el casco urbano. Para el 60,5 por ciento la ubicación correcta para los conciertos son las pistas de atletismo de la ‘Fuente de la Niña’ y el 54 por ciento cree que la oferta cultural debe mejorar.
Esos son los datos con los que el Ayuntamiento debe tomar este año las decisiones relativas a ese nuevo modelo festivo. Un modelo festivo que se quebró hace casi dos décadas y cuyo actual planteamiento fue fruto de las protestas vecinales de los vecinos de la zona del Ferial y alrededores. Las ferias de Guadalajara se celebraban en el mes de octubre a principios del siglo XX en el Parque de La Concordia. Durante los años 70 la ciudad había visto multiplicarse su población gracias al éxodo rural y las ferias buscaron más espacio en el recinto de Adoratrices, donde llegaron ya con la fecha de celebración adelantada al mes de septiembre. Allí se celebraron durante 30 años en el que las atracciones y, sobre todo, las peñas comenzaron a crecer en número de miembros con la organización de verbenas y actividades lúdicas que incrementaron las molestias generadas a los vecinos y a las vecinas de las calles en las que se ubicaban sus carpas y locales.
El proyecto de construcción del primer gran centro comercial de la ciudad, Ferial Plaza y El Corte Inglés, contemplaba ya la habilitación del espacio contiguo para recinto ferial. El proyecto nació pequeño, limitado, con las plazas de párking del centro comercial destinadas a albergar puestos de feria durante el período festivo y con la salida del ruido y las molestias de la feria lejos del centro urbano, cruzando incluso la Autovía para establecerse en su nueva ubicación. Desde 2008 las ferias están fuera de la ciudad. Con las atracciones tuvo que marcharse un número importante de peñas, que se instalaron en las carpas del nuevo espacio. El traslado llegaba tras el enfrentamiento que durante años mantuvo la Asociación de Vecinos “Ferial, Panteón y adyacentes” con el Ayuntamiento, con sonadas protestas en algún pregón inaugural de las fiestas y diversas denuncias que tuvieron como resultado la resolución de la Defensora del Pueblo de Castilla-La Mancha con fecha 13 de Junio de 2006, en la que se recordaba al Ayuntamiento “su obligación de ejercer de forma efectiva sus competencias de organización y control de los eventos lúdicos, con especial atención al control de actividades molestas durante las fiestas patronales”.
Y ahora llega la hora de los valientes. La hora de quitarle la sordina a la fiesta. La hora de considerarla como una inversión que genera actividad económica y alegría.
Viernes de Ferias en Guadalajara y, sin embargo, las calles de la ciudad están semivacías, tristes, con una sensación que se encuentra entre la nostalgia y el temor. Nostalgia, porque deberíamos estar celebrando las Ferias y Fiestas de la ciudad, cada uno a su manera, en el baile-vermú, montando a los niños en los cachivaches del ferial, bailando en alguna verbena con el pañuelo de la peña anudado al cuello, o delante de los cuernos de un morlaco después del chupinazo. Y temerosos porque el bicho que obligó a suspender toda celebración parece que sí sigue campando a sus anchas, lo que ha obligado a Sanidad y al Ayuntamiento a tomar medidas más restrictivas para intentar parar las infecciones.
Concentración de peñistas durante el chupinazo. // Foto: Concejalía de Festejos.
Por Álvaro Nuño.
La profunda crisis que estamos atravesando con esta dichosa pandemia, con los cadáveres de cientos de conciudadanos todavía calientes, muchos de los comercios y negocios de la ciudad con el cierre echado y la mayoría de sus empleados cobrando del paro, las residencias de ancianos cerradas a cal y canto para evitar que prosiga el goteo de contagiados y fallecidos, los trabajadores sanitarios manteniéndose en la primera línea de la batalla contra el virus y las familias más vulnerables haciendo cola en los bancos de alimentos y en las puertas de las parroquias esperando llevar comida a sus mesas, no parecen razones suficientes para que nuestros representantes políticos se sienten en una misma mesa y remen en la misma dirección que parece clara en estos momentos. La corriente baja fuerte y lo que hay que intentar ahora es que el barco no se hunda.
No sé si también lo han notado, pero a mí me da la impresión de que anda la gente nerviosa, algunos algo deprimidos y otros yo diría que hasta de mal humor. Será porque las fechas navideñas no gustan a todo el mundo, porque las compras nos estresan y agobian mientras se nos echa el tiempo encima, porque aún no tenemos ni pensado lo que vamos a poner de cena y de comida en los días señalados, o porque las futuras obligadas reuniones familiares están crispando los nervios a más de uno. Habrá reuniones en las que la falta de esa persona especial resulte demasiado triste, y habrá otras en las que aflore de lo más hondo el instinto asesino después de aguantar un rato al pariente insufrible. Sigue leyendo →
La concejala de Festejos, Sara Simón. // Foto: guadalajara.es
Por Álvaro Nuño.
En la antesala de la Navidad, con el programa ya empezado, las luces encendidas y los puestos a punto de abrir, la Concejalía de Festejos del Ayuntamiento de Guadalajara lanzaba ayer mismo una encuesta «a partir de la que queremos fijar un nuevo modelo que agrade al mayor número de personas posible», afirma la concejala del ramo y teniente de Alcalde, Sara Simón, que firma una especie de misiva -encabezada con su propia fotografía en el balcón del ayuntamiento durante el pasado pregón de peñas-dirigida a todos los ciudadanos invitándonos a participar con el fin de conocer nuestra opinión aunque avisando ya de que la encuesta «no tiene un carácter vinculante pero es muy importante para que se pueda conocer lo que realmente piensas, después de toda una década de imposiciones y ausencia total de diálogo».
El Ayuntamiento de Guadalajara busca sitio donde ubicar los grandes espectáculos musicales que están por llegar, léase el Festival Gigante que tendrá lugar del 29 al 31 de agosto y cuyo cartel ya se ha cerrado, y los conciertos de Ferias y Fiestas de Guadalajara de 2019 que este año cuentan con las actuaciones estrella de Taburete, Marea y Melendi y que, de momento, se encuentran en paradero desconocido. El recién estrenado alcalde de la capital, el socialista Alberto Rojo, no ha querido cerrar ninguna posibilidad en la primera intervención en rueda de prensa en la que le han preguntado por la cuestión, obviamente para no pillarse los dedos aunque la patata caliente que le ha pasado el anterior equipo de gobierno es de complicada resolución a tenor de los espacios con los que cuenta la ciudad para acoger este tipo de espectáculos. Es decir, ninguno.
Melendi actuará en las Ferias de este año. Foto: Facebook @Melendi
Por ubicación, amplitud y seguridad, sin duda alguna las pistas de la Fuente de la Niña son el lugar más idóneo para albergar actuaciones de esta magnitud a falta de un espacio específico y prioritario dedicado a este tipo de eventos. Sin embargo, las obras de acondicionamiento del tartán y del césped de este complejo deportivo y del parque anejo son, sin duda, motivos suficiente para buscar otras opciones. No sería entendible que tras llevar a cabo estos trabajos se organice un acontecimiento que implique el inmediato deterioro del entorno y un nuevo coste para la ciudad en acometer una nueva recuperación de ese espacio.
La alternativa que barajaba el anterior equipo municipal que comandaba Antonio Román tampoco contaba con un claro convencimiento. Se trataba de trasladar estas actuaciones y eventos al campo de fútbol municipal Pedro Escartín. El hecho de que sea habitual que este tipo de infraestructuras se conviertan en escenarios para conciertos musicales no significa que sea lo más conveniente. Generalmente, los estadios de fútbol aprovechan las renovaciones de césped que suelen hacer cada cierto tiempo para acoger eventos de esta magnitud y, por supuesto, disponen de personal, presupuesto y maquinaria suficiente para subsanar los desperfectos que pudieran producirse sin que ello suponga un gran desembolso para el erario público. Sin embargo, el estadio de fútbol municipal de Guadalajara apenas tiene destinados los recursos suficientes para su mantenimiento por lo que alojar estos espectáculos no parece ser una buena idea.
Descartados ambos complejos deportivos, el nuevo recinto ferial podría ser un buen lugar donde situar el Festival Gigante y los conciertos de Ferias, pudiéndose mantener los escenarios en pie ante la proximidad de ambos eventos. En primer lugar, el espacio es suficientemente amplio como para albergar concentraciones multitudinarias y cuenta con las infraestructuras necesarias de agua y alumbrado. Las peñas en Ferias y la zona de acampada en el Gigante podrían situarse en el propio parking exterior del Corte Inglés cuyo centro comercial se beneficiaría de dar asistencia a los consumos de los asistentes a estos espectáculos.
Si esa fuese la decisión, quedaría simplemente por ubicar la Feria durante las fiestas, una cuestión menor que no supondría grandes inconvenientes. Una posibilidad podría ser la zona de aparcamiento que existe al lado del Instituto Brianda de Mendoza, que contaría con una buena conexión de comunicación para el público con la estación de autobuses prácticamente al lado. Además, serviría para involucrar en la ciudad a otras barriadas que históricamente han quedado excluidas de cualquier acontecimiento festivo. A ello se uniría también la ventaja en cuestiones de seguridad de la cercanía con la comisaría de la Policía Nacional, situada a tan solo unos metros de distancia de la zona propuesta.
Son éstas algunas alternativas que los nuevos responsables municipales, si leen este artículo, pueden valorar y que sirva para que nuestros lectores hagan las suyas y las den a conocer a través de los canales de comunicación que El Hexágono de Guadalajara pone a su disposición. A buen seguro que no caerán en saco roto.
Son fiestas en Guadalajara y la Calle Amparo se ha convertido en vía peatonal. Hace ya un buen rato que el estruendo de la traca lanzada tras el chupinazo ofrecido por la Peña Choítos ha puesto sobre aviso a la ciudadanía y las aceras de un lado y otro comienzan a abarrotarse. Coger un buen sitio garantiza estar cerca de lo que pueda pasar por allí. Todo es incógnita, aunque desde hace ya varios años apenas hay sorpresas. La desorganización organiza al gentío. Todo es simple. Discurrir calle arriba y luego cada uno a su cueva. Es el desfile de peñas.
El acceso al Recinto Ferial por la calle Sigüenza se encuentra en obras // Foto: ANP
Por Álvaro Nuño.
“Que todo transcurra sin incidencias” y “que todo el mundo disfrute son nuestras mayores preocupaciones durante estos días” dice el Alcalde en el “Saluda” que abre el programa de estas Ferias y Fiestas 2017 que hoy ya estamos disfrutando. Son las décimas de Antonio Román como alcalde, diez años en los que junto a su concejal de Festejos y hombre de confianza, Jaime Carnicero -sustituido en los últimos años por Armengol Engonga-, han ejecutado un cambio radical en el modelo festivo de la ciudad, comenzando por adelantar las fechas de la llamada “Semana Grande” de la tercera a la segunda de septiembre y acercándola así a la celebración de la festividad de la Virgen de la Antigua. Este cambio –acertado en mi opinión- permite que las fiestas coincidan con el comienzo del curso escolar, de tal manera que se puede decir que con los fuegos artificiales del último domingo se terminan las vacaciones. Además de afectar al tiempo cronológico, otra de las ventajas es que las Fiestas se desarrollan dentro del verano y, por tanto, hay más probabilidad de que haga mejor tiempo meteorológico que a finales de septiembre, aunque aquí hay que hacer la salvedad de que parece que la lluvia está esperando al primer cohete del encierro del jueves para hacer acto de presencia. Diga lo que diga la predicción meteorológica, tengan a mano la chaqueta o el jersey porque en Ferias tradicionalmente refresca.
Concentración de peñistas durante el chupinazo. // Foto: Concejalía de Festejos.
Por Álvaro Nuño.
Entre pitos y flautas, las Ferias y Fiestas de Guadalajara de este año van a durar un mes. Si cogen ustedes el programa que ya ha llegado a todos los buzones de la ciudad o lo consultan en la página web (por cierto, alguna herramienta interactiva de las que internet permite no vendría mal aquí además de limitarse a poner el programa según sale de imprenta), verán tras el Saluda del Alcalde, que le primer acto incluido tuvo lugar hace ya una semana -el pasado viernes 26- y que no lo cierra el castillo de fuegos artificiales, sino la Feria del Stock que finaliza el 2 de octubre. O sea que, en Guadalajara estamos de Ferias desde agosto hasta octubre. 200 actos cuenta el alcalde, Antonio Román, como siempre, pensando en todos los públicos y gustos, que para eso se hicieron los colores, aunque ahora el que toca es el morado del pañuelo y el fajín.