La política de las pequeñas cosas

Por Gloria Magro.

Hará por lo menos seis años, si no es más, que un técnico municipal decidió que el lugar idóneo para colocar un panel luminoso con las plazas en los aparcamientos urbanos de Guadalajara era delante de la ventana de nuestros vecinos y no un poco más allá, donde no molestaría a nadie. Desde entonces, a la hora de dormir disfrutan muy a su pesar de iluminación tipo Feria de Abril en Sevilla. El efecto disuasorio ante posibles incursiones nocturnas no deseadas en la parcela de estos adosados es innegable, pero a buen seguro quien aprobó la ubicación del poste luminoso no estaba pensando en eso. Es la política de las pequeñas cosas, esas que acaban teniendo un gran impacto en los guadalajareños y también mucha presencia en las redes sociales.

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Culebrones

Estado actual del Poblado de Villaflores. // Foto: ANP
Estado actual de uno de los edificios del Poblado de Villaflores. // Foto: ANP

Por Álvaro Nuño.

No hay verano que no realice al menos una visita de inspección al Poblado de Villaflores. Confieso mi atracción por ese lugar tan fantasmagórico y mi desesperación al ver que año tras año, su ruinoso estado de abandono absoluto va de mal en peor. Cambiar, lo que se dice cambiar, ha cambiado poco desde que en 2016 se cayó la espadaña de la casona principal y la propiedad -la empresa Hercesa, por un lado, y el Ayuntamiento de Guadalajara, por el otro- tomaron alguna medida de seguridad, no fuera a ser que el siguiente derribo tuviera consecuencias fatales para las personas que, como servidor, siguen subiendo allí de vez en cuando para echar un vistazo. Así, se vallaron todos los edificios y se pusieron algunos contrafuertes de madera en aquellos inmuebles con amenaza inminente de derrumbe.

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Salud, dinero y amor

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Cabalgata de Reyes de Guadalajara // Foto: turismoenguadalajara.es

Por Álvaro Nuño.

«Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor.
El que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios.
Pues, con ellas, uno vive libre de preocupación,
Por eso quiero que aprendan el refrán de esta canción».

Permitidme Majestades, comenzar este año mi carta con la letra del tango obra del argentino Rodolfo Sciamarella, que quizás os suene más al ritmo setentero de Cristina y Los Stop. Como todos los años, pienso en vuestras mágicas siluetas, viniendo desde el lejano Oriente sobre vuestros camellos tras la estrella de Belén. Es una de estas imágenes que no se borran, y no por la cantidad mayor o menor de caramelos que recogiera en las cabalgatas que protagonizabais cuando era crío, o por si venías a pie, en carroza o acompañados por un zoológico completo –como se anuncia vuestra llegada a Guadalajara para el próximo domingo-.  Creedme que los elefantes, las ocas y otras especies me son particularmente prescindibles e incluso innecesarias. Pero claro, esta carta la firma un casi-cincuentón que hace tiempo que tampoco deja ni cubo de agua, ni zapatos, ni turrón debajo del árbol.

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